Lucía
Sábado, 9:30 AM.
Después de esa cena, las cosas se volvieron… hmm… extrañas, intento ignorar a Noah y a Miguel, aunque ignorarlos a ambos es difícil, pues Noah es mi alumna, y Miguel mi hermano, desde ese día de la cena, no paro de pensar en ella.
Fase dos: pensar demasiado en esa persona.
Ayer me pidió que hoy nos reuniéramos para comprar algunas cosas para su campamento o lo que sea. No pude negarme, sin embargo, coincide con la salida con mis amigos.
Miguel ha ido por Noah, mientras tanto, Catalina, Jean y yo estamos desayunando en una cafetería.
—¿Puedes creer que tuve que levantarme desde las 2 de la mañana para hacer la presentación? Y eso no es lo peor, estoy arrastrando atención al cliente y licorería —Catalina se enoja porque la carrera de gastronomía la está cansando—. ¡Me dieron un trago y tenía que deducir cuánto alcohol llevaba, qué ingredientes tenía y dime, cómo voy a saber si nunca he probado alcohol!
—Jajaja, calma, Catalina —Jean se ríe y yo también, ella, cuando se enoja, parece un gato gruñendo—. Ustedes dos no han probado alcohol nunca, yo sí.
Nos mira con orgullo; Catalina y yo rodamos los ojos con fastidio, sacarlo de ese vicio fue horrible, pero por suerte dejó de beber tanto.
Catalina es una chica seria, casi igual a mí, pero cuando la conoces es como un gatito tierno. Sus padres son muy estrictos con ella, cuando salió del colegio, uno de sus tíos la ayudó a estudiar y a mudarse, me alegré mucho por ella, pues tenía la libertad que antes no tenía.
Jean… a él le gusté, lo rechacé y me convertí en su Cupido, se convirtió en mi mejor amigo, siempre está alegre y siempre dispuesto a ayudar en lo que sea necesario, lastimosamente muchas chicas lo hirieron, sin embargo, un año antes de graduarnos, conoció a Laura, una linda chica que lo ayudó a ser mejor.
—Oigan, tengo un chisme… —Catalina y yo le indicamos que siga—. Mi hermana, Isabella, ¿recuerdan que las invité a su graduación? —ambas asentimos—. Bueno, ella decidió trabajar, consiguió un trabajo en una cafetería, resulta que su jefa tiene una hija de 15 años y ha estado invitando a Isabella a salir, parece que a la chica le gusta mi hermana. Ella no sabe qué hacer, porque, primero, Isabella es mayor por 3 años, además, es la hija de su jefa. Le dije que hiciera lo que a ella le pareciera mejor, mi hermana es inteligente, así que sé que lo solucionará.
—No sabía que a tu hermana le gustaban las chicas —comenta Catalina un poco confundida.
Catalina no es homofóbica, lo sé, porque cuando le dije sobre la loca que casi me besó, simplemente se rió a carcajadas y luego me ayudó a tratar de alejarla.
—¿Yo no tengo ningún problema con eso, tú sí? —Jean mira expectante a Catalina, que de inmediato niega.
—Pero… Isabella es 3 años mayor… ¿eso está bien? —de inmediato pienso en Noah, es nuestra diferencia de edad, solo me atrae, ya lo acepté ayer mientras me comía la cabeza pensando.
—No creo que tenga nada de malo, ¿no? —Jean trata de justificar—. Solo son tres años.
—Sí… pero —tomo un poco de mi café—. Es una diferencia de edad corta, pero ella tiene 15, y tu hermana 18,si ella tuviera 20 y tu hermana 23, no creo que hubiera algún problema, sin embargo, al tener 15 años, ella está a cargo de sus padres, no tiene independencia, aún le faltan cosas por vivir, tu hermana ya es mayor; puede mantenerse por sí misma y es más madura a la hora de tomar decisiones, creo que el problema no es la edad, sino la madurez de las personas.
—¿De qué hablan? —Miguel y Noah aparecen.
Miro a Noah un par de segundos, ¿por qué siempre se ve de manera angelical? Parece un ángel hermoso que ha bajado del cielo solo para darle sentido a la palabra belleza.
—De nada —Jean iba a hablar, pero lo detengo—. Tomen asiento, ¿quieren algo?
Miguel toma la silla para hacer el típico acto de caballerosidad, que patético, al menos Noah se ha sentado a mi lado.
—¡Yo quiero un frappe de chocolate! —Miguel, como siempre—. Noah, tú también quie…
—¿Por qué no tomas algo caliente? Aún es muy temprano para tomar cosas frías —le sugiero a Noah.
Ella me mira sonriendo.
—Cierto, un café estará bien —después de estos días, ver su sonrisa me alegra, así que no dudo en devolvérsela.
Llamo a la mesera para hacer el pedido.
—¡Oh! Lo siento, buenos días —Noah saluda, mira a mis amigos con algo de curiosidad.
Me quedo mirándola bobamente, ¡qué horror!, siento que me convierto en mi hermano; pero mirarla, como dije, es como contemplar a un ángel, que irradia luz.
Hago el pedido escuchando como se saludan.

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Mi Ángel
Teen FictionNo crei que el amor me llegaría a los 24, mucho menos que era una niña de 17. ¿Problemas? Uno: es menor. Dos: es hija del pastor. Tres: a mi hermano le gusta. Cuatro: ¡es mi alumna! Y cinco: es una chica... Aunque lo último a mi no me importab...