"Se acababan de conocer, pero sus ojos se miraban como si ya se quisieran".
Sarocha Chankimha es una popular escritora que debido a su aura misteriosa se ha vuelto bastante
popular.
Rebecca Armstrong, su más grande fan.
Leí muchos libros de amor, pe...
—Sé que tú eres diferente, por eso quiero intentarlo contigo.
—No te arrepentirás, voy a entregarte todo de mí. —Murmuró alzando la camisa de la escritora la cual quitó rápidamente tirándola a un costado de la cama. Becky sintió la tela del sujetador de Freen rozar con sus pezones sensibles y gimió contra sus labios. —Realmente me tienes mal.
—Lo sé... —Afirmó la escritora con aires de superioridad. —Tú también a mí, mucho, demasiado.
—Voy a quitarte esto. —Dijo Becky llevando sus manos hasta el broche del sujetador, el cual abrió mientras sus labios se volvían a encontrar. Besarla era la sensación más sublime de todas. —Eres preciosa.
—No lo soy...
—Lo eres y tengo un cuaderno lleno de versos que lo explica. —Susurró Becky desviando los besos hasta su cuello, sintiendo como las manos de la escritora acariciaban su espalda desnuda y se enredaban en las hebras de su cabello. —Te recordaré todos los días lo hermosa que eres, para que nunca lo olvides.
—Tú también eres hermosa. —Dijo la menor con algo de timidez, pues no estaba acostumbrada a elogiar a nadie desde hace mucho tiempo. —Te lo diré más a menudo.
—Soy la mujer más feliz del mundo, mi escritora favorita acaba de darme un cumplido, ¿no es genial? —Becky se acercó lo suficiente para conectar sus labios y la menor como respuesta la tomó del rostro para profundizar el beso. — Me gustas tanto. —Susurró esta vez al oído de Freen dejando un leve beso en el para luego morder su lóbulo suavemente.
Esa acción hizo que la menor emitiera un gemido surgido desde lo más profundo de su garganta, la tomó en brazos y la llevó hasta la cama. Ahí se sentó con ella sobre su regazo.
Becky se movió ligeramente, sintiendo su cuerpo duro y tenso debajo suyo y deseando poder sentirla y saborearla. Freen la tumbó delicadamente sobre la cama para luego inclinarse sobre ella y besarle el primer pezón.
—Ohh... —Becky se arqueó hacia ella, a punto de saltar de la cama. Cada caricia se sentía como fuego en la piel que quemaba cada lugar al que llegaba.
Los besos de Freen descendieron poco a poco hasta llegar al borde de los jeans de la mayor. Esa prenda pronto desapareció.
—Tengo que admitir que eres muy sexy, señorita Armstrong.
Becky se incorporó tomando a la escritora del cuello para besarla profundamente, al mismo tiempo que se daba a la tarea de quitarle los pantalones a Freen. Bastaron solo un par de segundos para que ambas quedaran totalmente desnudas frente a la otra.
—Conocerte fue como escuchar una canción por primera vez y saber que sería mi favorita. —Susurró Becky con dulzura mientras admiraba el cuerpo desnudo de la escritora. —Eres...
—Amo el romanticismo, pero en este momento es lo último en lo que pienso. Estoy deseosa por hacerte mía. —Interrumpió Freen con la voz ronca y la mirada oscurecida. —¿Puedo... puedo hacerte mía ahora?
—No te reprimas, yo también estoy deseosa de ti, te necesito... —Dijo Becky.
Freen llevó dos de sus dedos hasta su boca para lubricarlos con su saliva y los introdujo en su centro lentamente, viendo con una sonrisa pícara como el rostro de Becky se distorsionaba de placer.
Empezó a embestirla con calma, dejando que el cuerpo de la mayor se acostumbrara antes de añadir un tercer dedo y aumentar la velocidad. Sus ojos no dejaron de mirarse en ningún momento.
Sus dedos se movían dentro y fuera cada vez más rápido, golpeando ese punto que hacía que su cuerpo aumentara de temperatura.
—Más... más fuerte. —Pidió Becky con la voz entrecortada.
Freen iba a hacer que se corriera en cualquier momento, especialmente cuando vio que la escritora se agachó y llevó su boca hasta su sensible clítoris en donde pasó su lengua lentamente. La mayor apretó las sábanas de la cama con sus manos y dejó que sus gemidos invadieron el espacio sin pudor. De verdad estaba agradecida de que se encontraran solas en la cabaña de un bosque sin nadie cerca que pudiera escucharlas a su alrededor.
—¿Lo estás disfrutando? Dime que lo disfrutas...
—Estoy... estoy cerca... —Murmuró con dificultad. —Oh, joder... —Gritó sin poder contenerlo mientras llegaba a su tan anhelado orgasmo. Freen no dejó de embestirla hasta que Becky se corrió en su mano y boca.
—Sabes muy bien... —La escritora sacó sus dedos del interior, provocando que gimiera de nuevo por lo sensible que estaba. —Becky... gracias por llegar un día cualquiera a mi vida y cambiar mi mundo para siempre. Este es el mejor regalo de cumpleaños para mí.
Becky como respuesta tomó la cintura de la escritora y la hizo intercambiar sus posiciones dejándola ahora recostada sobre la cama.
—Esto recién está comenzando...
"En qué abrazo nos volvimos inseparables? ¿En qué beso nos volvimos inolvidables?"
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