Equipo Designación gigante

¿Que son? Latidos.

La tensión en el aire era cálida no por los rayos del sol. No porque el refugio humano era una cabaña de madera que mantenía bien el calor. No porque el lugar es muy acogedor teniendo mas seguridad en todo.

Era por el choque de cariño, compresión, vulnerabilidad, dolor y historia que están teniendo estos dos "enemigos".

Atom y J, frente a frente, eran como dos polos opuestos atraídos irremediablemente, no por obligación, sino por algo más profundo. Sus miradas hablaban un idioma que las palabras no podían expresar. El pequeño destello en los ojos de Atom reflejaba su eterna esperanza, mientras que en los de J, por un instante, el frío del pasado cedía a una inesperada suavidad.

Ambos estaban acercándose, sin motivo aparente. Ni odio, ni lógica. Solo un impulso, una necesidad de algo más que el vacío. Cada movimiento era lento, cargado de significado, como si temieran romper ese frágil momento que habían encontrado entre tanto caos.

No había palabras. Solo calidez.

Una conexión tan profunda que parecía imposible para quienes se habían definido como enemigos. Pero en ese instante, sus almas parecían susurrarse entre sí, rogando en silencio:

"Tocame, si. Quiero que me toques justo ahí."

Atom levantó una de sus manos, y con una delicadeza que parecía imposible para alguien de acero, rozó la mejilla de J.

Ella no retrocedió. Dejando que su pequeño "enemigo" rompa sus barreras. Recordando levemente la calidez que tenia con su humana. Sus ojos azules y redondos eran todo un cielo que le daba: la libertad tanto había buscado.

Su dureza, su fachada de guerrera implacable, se quebraba en pedazos ante el toque de Atom. Su mano, que momentos atrás había amenazado con dispararle, ahora temblaba al elevarse para encontrarse con la de él.

El mundo alrededor desapareció. Ni el refugio, ni el frío exterior, ni el peso de sus acciones pasadas importaban. Solo estaban ellos, compartiendo un momento que no necesitaba más explicaciones.

Ese pensamiento resonaba en la mente de Atom mientras observaba a J en silencio. Cada línea de su figura, cada movimiento calculado y cada chispa de vida que brillaba en sus ojos oscuros parecía un enigma, un poema sin final. Aunque nunca había sido un poeta, en su interior se formaban palabras que no podía contener, como si su sistema estuviera diseñando versos en lugar de cálculos de combate.

—En cierto modo, eres material de poesía, -dijo finalmente, su voz suave, apenas un murmullo entre el calor que los envolvía.

J, que estaba distraída por perderse en el azul de los ojos de Atom, entro en razón intrigada. Su rostro mostraba incredulidad, pero había una sombra de curiosidad en sus ojos, como si una parte de ella quisiera saber más.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, arqueando una ceja, sintiendo su mano de acero en su mejilla. No raspándola, sino dándole cariño y un refugio seguro que nunca pensó volver a tener.

Atom mantuvo la mirada fija en la suya, su tono lleno de honestidad y calidez.

—Estás llena de sutilezas turbias, de misterios escondidos entre tus grietas y sombras. Y, J... estoy dispuesto a pasar toda la vida averiguando cada uno de ellos... indescifrable pero fascinante. Cada palabra que dices estalla en tu esencia, como una chispa que ilumina un rincón oscuro, y llevas el polvo de esas palabras en los poros de tu etérea individualidad.

J lo miró, atónita. Nadie había hablado de ella de esa manera. Estaba acostumbrada a que la definieran con términos duros, mecánicos, casi utilitarios. Pero esto... esto era diferente. Era como si Atom pudiera ver más allá de lo que incluso ella misma se atrevía a mirar.