Noah
Esa chica parece tener la edad mental de una adolescente de 16 años, no puedo creer que ahora esté llena de pegatinas de Hello Kitty por toda la cara; parece que tiene un filtro de Instagram encima.
—Quiero que hagan un análisis literario del libro Hamlet, bien, hasta la siguiente clase —aplaude, dando a entender que los 10 minutos restantes son nuestros—. Noah, ¿podrías traerme el informe que te pedí?
Me levanto de mi lugar; ayer estuve toda la noche preparando detalladamente un reporte del salón, de absolutamente todo. Desde las normas hasta nuestro reporte económico de los meses correspondientes.
Dejo el reporte en la mesa, en serio, esta chica no tiene más de 16 años mentales, y está atrapada en el cuerpo de una sexy maestra de 24.
Alto.
Noah, aparta pensamientos impuros de tu cabeza, no le vuelvas a mirar el escote, rayos.
Falle.
Sé que el hecho de que las hormonas no me hayan pegado a los 14 iba a hacer que me den fuerte en algún otro momento. Ok, solo es atractiva, eso nadie se lo quita.
Dios, por favor, quítame la tentación de mirarle los atributos a esta chica, y perdona todos mis pensamientos impuros.
Recuerda, Noah, esto no es de Dios, mucho menos si es una chica, lo dice la Biblia.
—…pero realmente no sé cómo hacerlo, así que me gustaría tu ayuda, ¿qué dices? —vuelvo a la realidad, su cara llena de stickers me da ganas de reír.
—¿Perdón? —parpadeo más de una vez para concentrarme.
—Uhm, te decía si quieres ser mi asistente… —frunce el ceño— el aniversario del colegio se acerca, y me gustaría tu ayuda en la organización. Trabajar de la mano de la presidenta hará que me acople mejor. ¿Te parece?
No sería la primera vez que yo fuera la asistente de algún maestro, pero esto es más complicado, estar cerca de Lucía me pone nerviosa, y no entiendo por qué.
La conozco desde hace mucho, sí, pero apenas desde el domingo ella se ha propuesto saber de mi existencia. Era muy reservada, pero ahora, hasta bromea conmigo en su casa, no me disgusta, para nada. Pero… no lo sé, tenerla cerca te hace sentir pequeña, literalmente porque me saca por lo menos unos 10 centímetros. Y yo con mis poderosos 1,60.
—Sí… claro, no hay problema, profesora —mi respuesta sale justo antes del toque de timbre, ella sonríe—. ¿Por qué traes pegatinas en la cara?
—Oh, una chica linda casi me arranca el labio ayer, no quería estar solo con una bandita, así que mejor lo tapé con muchas pegatinas. No está prohibido —pone su mochila en su hombro—. Hasta el viernes, señorita Sandoval.
¿Por qué mi apellido suena diferente en su voz…?E
spera... ¿Me acaba de decir linda?
—¡Noah! —alguien me abraza por la espalda, sé quién es, no cualquiera se atreve a invadir mi espacio personal—. ¿Vamos por algo de comer?
Asiento.
Sofía es mi amiga desde que entré a la secundaria, mis padres no lo saben, pues cualquier tipo de vínculo con una persona que no sea de nuestra religión es una distracción.
Me agrada su presencia, era la segunda mejor alumna, cualquiera creería que habría una rivalidad entre nosotras, sin embargo, ella y yo jamás hemos tenido algún tipo de rivalidad. También es la tesorera del colegio y del salón, así que trabaja de mi mano.
La jornada escolar termina, y Miguel, como siempre, camina conmigo, acompañandome a casa.
—Mira lo que te traje —saca de su mochila una pequeña nota… rayos—. Ayer estaba pensando mucho en ti, y te escribí un poema, no soy muy bueno, pero tú me inspiras.
Miro la pequeña nota en mis manos; hay dibujos de flores a su alrededor y un pequeño conejo en la esquina.
"Noah"
La luz que irradia tu presencia me
hace sentir en paz, tu sonrisa ilumina
la oscuridad de mis días, tu belleza va
más allá de lo celestial, mereces todo lo
mejor, y yo quiero ser mejor por ti.
Lo miro, ¿de dónde sacó esa rosa?
Tiene una hermosa rosa blanca en sus manos, no puedo negarlo, el chico es muy tierno, al contrario de su hermana, siempre viste con ropa color pastel, Lucía casi siempre viste de negro. Él tiene el pelo castaño claro, casi rubio, no me sorprende, su padre tiene el pelo igual, y su madre también, sin embargo, Lucía tiene el cabello oscuro; le queda bien, demasiado. El tono de voz de Miguel es angelical, su comportamiento de la misma forma es muy educado, sé que muchas chicas lo quieren de novio, de todos los hombres del colegio, él es el primer promedio.
¿Por qué comparo a Lucía con Miguel? Son muy contrarios, se nota. Miguel siempre tiene presente qué cosas debe y no debe hacer, no llama la atención de formas que no debe, al contrario de su hermana, que muchas veces viste de forma tan… tan ella. Sé que muchos de los hermanos de la iglesia la miran con deseo a pesar de que ellos mismos digan que vestir de esa forma esté mal. A eso se le llama hipocresía.
—¿Noah?
—¿Ah? —Miguel me mira preocupado, sonrío para calmarlo—. Gracias por esto, eres muy amable.
—Es muy poco comparado con lo que te mereces, Noah —pone la rosa en mis manos delicadamente; no tiene espinas—. ¡Vamos! Súbete a mi espalda, seré tu corcel por hoy.
Se pone de cuclillas, y su mochila al frente, no voy a subirme, no, definitivamente no.*
Termina convenciéndome.
—Jajaja, ¡corre con cuidado! —Miguel solo hace sonidos de automóvil corriendo. Estar en su espalda es cómodo, se nota lo fuerte que es; su altura es igual a la de su hermana.
Rayos, otra vez, comparándolo con su hermana.
—Y… ¡llegamos! Señorita… he cumplido con mi deber de traerla a su casa sana y salva, ¿tengo una recompensa? —bajo de su espalda, me hace feliz tenerlo como amigo.
—Uhm, ¿te parece un abrazo? —propongo, sin decir nada me abraza, se siente cálido, todo en calma; espero que nuestra amistad no se arruine, tal vez en algún momento él lo olvidará.
Sí, él conocerá a una chica que le corresponda, que lo ame de la forma en que él ama.Me separo de él, no es necesario hablar, esta noche nos volveremos a ver. Él se va sonriendo.
*
Mi padre lee la Biblia tranquilamente con mi madre a su lado.
—Buenas tardes —los saludo.
—Hija, ¿cómo te fue? —mamá siempre pregunta eso.
—Muy bien, iré a mi habitación a cambiarme.
—Está bien, cariño, baja a almorzar de inmediato —asiento.
Mis padres no son malos, pero sus reglas son muy estrictas, no puedo usar ropas que a mí me gusten; no detesto los vestidos, pero a veces simplemente me gustaría probar otros estilos, no tengo permitido mirar cosas indecentes en la televisión o mi teléfono; papá siempre lo revisa, con el único que me permite hablar es Miguel, pero tengo mis métodos para esconder los chats con mi amiga.
Tampoco puedo aprender cualquier cosa que se relacione con los juegos de hombres: fútbol, básquetbol, o cualquier otro deporte donde la violencia pueda surgir.
Bajo con un vestido blanco; todos los vestidos que uso son por debajo de la rodilla, así que nunca he usado alguno corto, hace unos meses surgieron rumores sobre mi cuerpo, del porqué uso ropa tan larga, decían que mi cuerpo era demasiado horrible como para ser mostrado, me creó una inseguridad… bueno, al final logré olvidarlo.
—¿A qué hora te dijeron los Pérez que debíamos ir? —mi padre es un hombre sumamente religioso, desde que era niña, siempre fuimos a la misma iglesia todos los domingos.
Allí conocimos a la familia Pérez; una familia que consiste en una niña rebelde que nunca quiere hacer lo que le digan, un niño sumamente calmado, y sus padres son personas amables; una familia agradable.
—A las 7 —sigo comiendo, la comida de mi madre es muy buena.
—¿La rosa que trajiste, quién te la dio? —la voz de mi padre suena molesta, hacerlo enojar significa no poder salir ni a la esquina.
—Fue Miguel —relaja sus facciones y sigue comiendo.
Mi nerviosismo disminuye, no quiero hacer enojar a mi padre, pues estando enojado dice cosas muy hirientes.
—Es un buen muchacho; su familia es buena, lo único malo es su desconsiderada hija —habla con desprecio y me muevo incómoda en la silla.
No tiene derecho, pues él también ha mirado a Lucía de forma lasciva, no me sorprende, lo he visto una vez coquetear con una señora de la iglesia, se lo dije a mi madre, pero ella simplemente dijo que me había equivocado.
—Oh, pero creo que fielmente en que Dios obrará para que ella cambie, tampoco me agrada esa niña, pero ¿qué podemos hacer?, todos somos hijos de Dios, y no debemos juzgar a nadie.
Quiero reírme, no porque me dé risa, sino de manera irónica, eso es lo que nunca me gustó de la iglesia… no, no de la iglesia, sino ciertas personas, como papá; él es uno de los miles de pastores de la iglesia, y por supuesto le pagan, recuerdo que cuando tenía 15 me cuestioné ¿por qué? Jesús no iba a algún pueblo y les decía: paguen, o no hay prédica hoy.
Sí, como no. Con el dinero que les pagan podrían ayudar a muchas organizaciones, sin embargo, ni siquiera un 10% se destina a ese tipo de cosas. Es más, mis padres odian a cualquier tipo de animales. Muy irónico, Dios te ama tal cual eres, lo sé, sin embargo, en nuestra iglesia siempre se interesan más por la apariencia, para ellos, tener un corazón bondadoso no significa nada.
Espero que en la cena de esta noche no hagan comentarios despectivos hacia Lucía, pues siempre los escucho cada que hablamos sobre su familia.

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Mi Ángel
Teen FictionNo crei que el amor me llegaría a los 24, mucho menos que era una niña de 17. ¿Problemas? Uno: es menor. Dos: es hija del pastor. Tres: a mi hermano le gusta. Cuatro: ¡es mi alumna! Y cinco: es una chica... Aunque lo último a mi no me importab...