Capítulo 4

5.7K 493 44
                                    

Lucía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Lucía

Es martes, la visita con mi abuela ayer fue muy divertida, me dio unas galletitas muy ricas.

9:00 AM

Saco los exámenes de mis alumnos, reviso cada uno de ellos. Ciertos alumnos están horriblemente mal, tendré que trabajar más con ellos; sin embargo, a la mayoría le va sumamente bien.

¡Qué rápido! Las horas pasan volando, ya es casi la una. Mi teléfono suena; conozco esa notificación.

—Hola, chino —contesto y sonrío, mi amigo suelta un bufido.

—¡Que no soy chino! ¡Mi nombre es Jean! Tonta, ¿cómo te fue en tu primer día? —amo hacerlo enojar, tiene facciones coreanas gracias a su padre, así que siempre lo molesto llamándolo así.

—Bien, ya sabes, la gente se queja de mi vestimenta —me levanto de mi escritorio para lanzarme en mi cama.

—¿Quién se quejó? —escucho de fondo como unos niños gritan, trabaja en una guardería, esto es normal.

—Un maestro cascarrabias y la amiga de mi hermano —recuerdo la situación de ayer.

No hay justificación para lo que dijo esa niña.

—¿No me sorprende de alguien mayor, pero una amiga de tu hermano? ¿También es maestra?

—No, de hecho es mi alumna, solo se quejó y ya, ni siquiera me vestí de forma indecente, llevaba una camisa blanca un poco abierta y ya, tampoco andaba con un top o directamente con una bikini.

Me quejo con él, no me importa lo que me digan, pero por alguna razón esa niña hizo que reconsiderara la forma de vestirme… un poquito nada más. ¡Nah!, es broma.

—Qué raro —el sonido de los niños desaparece por el canto de las aves.

—Sí, sus padres son cristianos, tener un demonio cerca de ella no debe ser agradable, así que… supongo que le encantaría que yo fuera como ella —miro mi techo, parece haber una araña.

Te mataré más tarde, querida.

—Jajaja, tienes razón, olvida eso, ¿salimos el sábado? Catalina está libre ese día, podemos salir los tres. —Nuestras salidas siempre son a lugares como karaokes, parques de diversión o al cine; simples, pero nuestra compañía y esquizofrenia las hacen divertidas.

—Sí, dile a qué hora puede, así podemos ir al cine, salió una película de terror que quiero ver. Tengo que irme, tengo hambre.

Me toco el estómago pensando en qué preparó mi madre hoy.

—Siempre tienes hambre, recuerda que Catalina te prohibió la Coca-Cola, así que no bebas, nos vemos el sábado, Lucifer —antes de que pueda reclamarle me cuelga.

Mi Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora