"¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?
Juan leyó el cartel detenidamente y por unos segundos se mantuvo en silencio, pensando si tal vez estaba tomando una decisión impulsiva, pero mientras más pensaba lo único que venía a su cabeza eran recuerdos, recuerdos bonitos, pero que ahora mismo se sentían tristes y dolorosos.
Parce Nutria disculpándose luego de su reacción cuando se enteró que no siempre fue una nutria, Papu Che y Papu Nutria jugándole bromas mientras intentaba hacer su trabajo, Nutria Chiquita volviéndose Micro Nutria para poder huir mejor cuando él la perseguía, Padre Nutria regañándolos para que se comportaran como ayudantes responsables. Padre Nutria mandándolos a dormir, a ayudar a los guerreros a pesar de que les cayeran mal, apoyándolo cuando todavía no controlaba bien sus poderes, abrazándolo, llorando, riendo, recordaba sus ojos, su voz, sus enseñanzas y como todo eso se había desvanecido en tan solo segundos.
Creyó que podía tolerar regresar a la montaña, que podía hacer su trabajo sin problemas, que podía volver a ver a Spreen.
Pero al parecer, estaba equivocado.
—Si, estoy seguro— asintió y Eón no pudo hacer más que suspirar.
El anciano le hizo una seña indicándole que cerrara los ojos, la pequeña nutria lo hizo y luego de unos segundos comenzó a escuchar algo similar a unos murmullos provenientes del hombre, su voz lo rodeó un par de veces antes de sentir como tocaba su frente con un dedo y rompía un frasco a sus pies.
Sintió una sensación extraña en su cuerpo, movió sus patas contra el suelo en el momento que estiraba sus brazos, sintiéndolos más pesados que de costumbre, detectó algo extraño en su boca, como si se estuviera secando, por lo que luego de intentar mojar su lengua con su saliva finalmente la abrió para soltar algunos jadeos y se removió en su lugar al sentir como el peso que su cola ocasionaba en su espalda baja desaparecía. Se sentía extraño, incómodo, y la sensación empeoró cuando Eón colocó una mano en su hombro y al momento de abrir los ojos pudo ver como su altura había aumentado, ahora en vez de ver directo a las piernas del anciano podía ver su rostro y sus ojos que parecían repletos de decepción.
Juan no quiso seguir viendo esa mirada, por lo que bajó los ojos y sintió su pecho estrujarse al ver como sus pequeñas patas de nutria habían sido reemplazadas por manos humanas, con dedos largos y finos, uñas para nada filosas a comparación de sus garritas y su pelaje se había esfumado para volverse cabellos humanos.
Dio un suspiro algo pesado al inspeccionar el resto de su cuerpo y ver como se había vuelto un humano completamente, llevó ambas manos a su cabeza mientras cerraba los ojos y en el momento en que sus dedos tocaron su rostro y cabello inevitablemente soltó un pequeño sollozo.
Se sentía tan insulso y vacío.
Había pasado el último año despreciando a los humanos, insultándolos cada que tenía oportunidad y detestando cada una de sus acciones, su forma de hablar, de comportarse, de vivir, de mentir, porque Juan se creía con todo el derecho luego de haber sido lastimado por ellos, y lo cierto era que ser una nutria también alimentaba un poco ese odio, porque ya no era uno de ellos, era un animal por completo y no tenía que soportar su asquerosa forma de convivir entre ellos. Pero ahora...
Tener la forma de una nutria no era solo su escudo protector para denigrar a las personas, también conllevaba responsabilidades, responsabilidades que desde que habían llegado le había costado cumplir y según había escuchado en los rincones de la montaña, en vez de ser un apoyo para los guerreros, se había vuelto un estorbo.

ESTÁS LEYENDO
Instinto Animal [Dedsafío 3]
FanfictionLuego de vencer a Revil y casi perecer en el intento, Spreen juró proteger a Juan y el resto de las nutrias con su vida junto con el Team Tryhard, sin embargo, hubo un impedimento en el medio de esa promesa. Ahora, con el regreso de Revil, ambos deb...