Yeonjun paso la mañana entrenando en el patio con Taehyun. Era una forma tan buena como cualquier otra de distraerse de la presencia de la aeronave justo fuera del castillo. El primer año que había aterrizado, había tenido esperanzas. Un buen partido habría asegurado un aliado para su familia, habría proporcionado cierta protección a su aislado reino. Recordó su nerviosa expectación aquella mañana mientras veía llegar la aeronave a tierra. Y cómo esa expectación se convirtió en decepción cuando la realidad se impuso y se dio cuenta de que ninguno de los príncipes iba a salir. El dirigible volvió a despegar esa tarde y él rechazó la idea del matrimonio. En su lugar, puso todo su empeño en ser el mejor alfa que podía ser para su reino. No necesitaba que un omega mimado y llorón protegiera a su pueblo; él y sus hermanos podían hacerlo por sí mismos. El bastón de Taehyun le golpeó el hombro.
-¿Dónde tienes la cabeza, Yeonjun?
-Entre mis hombros, donde siempre está. Tú eres el que tiene la cabeza en las nubes.
Bloqueó limpiamente el siguiente golpe de Taehyun, desequilibrando a su hermano antes de hacer un barrido bajo sus piernas y tirarlo. Taehyun acabó de espaldas, mirándole fijamente.
-¿Así que no tiene nada que ver con esa aeronave que anda por ahí como un mal olor?
-No significa nada, ya lo sabes. Vienen todos los años y repostan de camino a otro lugar.
Taehyun no parecía tener prisa por volver a levantarse o cambiar de tema.
-Por una vez, estaría bien que nos dieran una oportunidad.
-Ambos sabemos por qué no lo harán.
Bueno, no lo sabían con certeza, pero tenían sus sospechas. Cada año que pasaba, cada vez que los pasaban por alto, no hacía más que cimentar esa sensación de plomo en su estómago.
Extendió una mano y tiró de Taehyun para que se pusiera en pie, lanzándole de nuevo su bastón.
-¿Otra vez?
Taehyun dejó caer el palo.
-No. Vamos a cambiar un poco. Mano a mano, sin armas, todos libres.
Yeonjun sonrió. El "todos contra todos" era su favorito. Significaba no tener límites. Significaba cambiar. Y en un día como hoy, en el que sentía que su piel no encajaba bien, cuanto menos tiempo pasara en su propia cabeza, mejor. Tiró su bastón, levantó los puños y rodeó a Taehyun. Su hermano seguía cada uno de sus movimientos, con un cuerpo ágil y relajado. Esto iba a ser divertido.
Yeonjun soltó las manos y echó a correr, cambiando de forma. Necesitaba velocidad y agilidad, así que la forma de guepardo era una buena opción.
Aprovechó el impulso para subir el muro de piedra del patio y se giró a tiempo para ver que Taehyun se había transformado en leopardo. A su hermano siempre le gustaba una buena pelea de gatos.
