Capítulo 58

12.2K 767 92
                                    



Emily

Eberly regresa alegre y pone sus brazos en el mostrador, agitando la libreta entre sus manos mientras se muerde una parte del labio superior.

—¡Oh, mierda! Emily, el hombre es un jodido italiano, es un maldito sueño. ¿Crees que debería invitarlo a salir? No sé si sería muy rápido de mi parte. —Eberly habla por lo bajo. Su voz está llena de emoción.

Mis dedos se aprietan y, de repente, me siento más tensa.

—No sabía que te gustaban los italianos. Pensé que eras más fanática de los chicos franceses. —Trato de sonar casual y, aun así, mi voz tiembla.

Tomo la libreta de Eberly para anotar el pedido en la máquina. Ha pedido un espresso doble.

—No tengo un gusto en específico. Pero... después de todo, creo que me gustan más los italianos.

De repente, me pregunto qué tan roja y espesa sería la sangre de Eberly después de que yo se la partiera en dos. Mis ojos se desvían hacia Cole, el cual ya me mira a los ojos. Mi corazón hace un doble latido.

—Ya veo. —Me obligo a poner nuevamente la mirada en Eberly.

—¿Entonces, crees que debería invitarlo?

Lo último que debería hacer Eberly es interesarse en él. Los celos y la frustración me carcomen.

—No creo que él debería ser el tipo de persona con la que deberías salir. —No le doy tiempo a Eberly de hablar; me doy la vuelta y empiezo a preparar el espresso. Esquivo la mirada de Eberly y pongo el espresso en la bandeja.

Eberly está a punto de tomar la bandeja cuando la detengo antes de que pueda llevársela.

—Yo lo entrego. —Por un momento, nos miramos a los ojos. Me muerdo las mejillas. Ella me mira con incredulidad.

—Te dije que yo lo atendería. —Sus ojos se fruncen.

—Descuida, es bueno yo también tener  interacción con los clientes. —No espero una respuesta de ella y tomo la bandeja.

Todo el camino hacia su mesa puedo sentir su mirada. Siento la de Eberly por igual, pero la de él se siente como si pudiera atravesarme.

Esta vez no voy a evitar mirarlo a los ojos.

—Aquí está su espresso doble. —Lo coloco sobre la mesa.

Su mirada está puesta en la mía; la de él no flaquea en ningún momento. Y, que Dios me ayude, me gusta la forma en que me mira, como esas veces en que creí que yo, en verdad, le gustaba.

—Gracias, mi reina. —Por fin habla con esa voz que revolotea algo en mí. Esta última palabra me lleva a pensamientos donde no quiero ir.

—¿Qué crees que estás haciendo? —Gruño por lo bajo.

Su rostro aún permanece inmóvil. Prefiero que me ofenda a que su rostro permanezca con esa cara de póker.

—¿Tú qué crees, Emily? —Cuando por fin habla, su voz oscura vibra en mi alma.

—Este lugar no es muy tú, Cole. ¿Tú qué haces aquí? —Arremeto.

—Estoy aquí por ti, Emily. —Sus palabras me afectan de una manera en la cual no deberían.

—Estás perdiendo tu tiempo. —Fuerzo una media sonrisa. Aún puedo sentir los ojos de Eberly desde atrás. No sé qué rayos pasa entre nosotros dos; no lo puedo describir con palabras, todavía no.

—Veo que todavía no me conoces, mi reina. Yo no tengo límites para lo que quiero. —Casi puedo ver la visibilidad de un esbozo de media sonrisa.

—Te veré intentarlo, Cole. —Me doy la vuelta y empiezo a caminar, pero las palabras tranquilas que salen de su boca me hacen detenerme.

Peligroso Deseo +18 [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora