Cien Noches | YosoyPlex y Adridobylus

7. De Estambul al Paraíso

Capítulo 7

De Estambul al Paraíso

La charla con Jopa anoche me tiene toda la mañana pensativa. Jopa y Dani se han ido con Ruby a la clínica bastante temprano, pues la hora de la cita era para madrugadores. Por suerte, el servicio te incluye de todo, incluso un transfer hasta el centro de operaciones.

Si que que tienen bien montado el negocio.

Borja, Adri y yo nos hemos quedado en el hotel. Tenemos un montón de cosas que editar, y por mucho que anoche avanzáramos, es casi imposible que vayamos al día. Literalmente se siente como una misión imposible.

—Estáis muy callados.—miro a Borja por encima de la pantalla del ordenador, buscando entender su comentario.—Normalmente cuando editáis siempre estáis hablando o gritándoos o no sé. Nunca tan en silencio.

—No sé.—mascullo en voz baja. No tengo claro que es lo que debo responder a eso. Ni lo que Adri está pensando al respecto, y no la quiero liar. Teniendo en cuenta que últimamente no hemos hecho más que pelearnos y tener momentos de roce, no quiero darle motivos para seguir alimentando el bucle.

El silencio vuelve a hacerse en el cuarto un rato más. Borja se dedica a ver TikToks y opinar de forma constructiva sobre como editar los vídeos. Adri no dice ni hace nada, parece completamente ajeno a nosotros, perdido en su mundo.

Espero que todo este comportamiento no tenga que ver con la llamada de la chica de ayer. Porque si es así, después de sentir como en los últimos días la cosa iba a mejor y que ahora hayamos medio vuelto a la casilla de salida, voy a enfadarme.

No sé con quién, pero desde luego que voy a enfadarme.

—Me acaba de escribir Plex.—el carraspeo de Borja mientras se estira sobre las mantas del hotel son la señal que estaba esperando para tomarme un descanso.—Voy a hacer la acción del día y de paso traigo algo de comer, ¿preferencias?

—No más kebab por favor.—es la primera vez que oigo a Adri hablar en la última hora.—Tengo el estómago muerto de la comida turca.

Y eso que se suponen que son los mejores del mundo. Aunque no voy a mentir, a mí también me lleva doliendo todo el día la tripa. Yo creo que ha sido por comer el helado ese manoseado por decenas de personas antes.

Pero supongo que nunca lo sabremos.

—Voy contigo, si quieres vemos que es lo que tenemos por aquí cerca y elegimos.—me acomodo el pelo lacio, que de pasar tanto tiempo apoyada contra el cabecero, ha cogido una forma extraña por la parte de detrás.

—Vale. Luego te llamamos para que nos digas que es lo que quieres.—el editor asiente con un gesto de cabeza, tan leve, que si no fuera porque los cascos se le deslizan ligeramente hacia abajo, pensaría que realmente no ha respondido.

Borja y yo nos abrigamos rápidamente, menos mal que ayer nos molestamos en comprar ropa de abrigo, porque la temperatura es súper fría y en cuestión de minutos me siento helada. O puede que eso sea culpa de la extraña situación que no paro de vivir con el maldito Adrián Iglesias.

—¿Qué acción has pensado?—mi organizador de confianza está buscando un establecimiento en google maps, pero no me ha dicho en ningún momento que plan de acción tenemos. Sólo espero que nos dé tiempo a comer algo antes, porque me ruge el interior.

Y una mujer con hambre nunca es una buena combinación.

—Algo sencillo, podemos ir al parque que había al lado del hotel y recoger la basura del suelo. Estoy tratando de encontrar un bazar donde podamos comprar bolsas de basura y eso.—me explica.—De paso, mientras vamos, me cuentas que narices le pasa a Adri.