sinopsis:
Hyunjin, un talentoso cirujano, se encuentra sumido en la oscuridad tras la trágica pérdida de su esposa en un accidente de tránsito. Su mundo se desmorona, y la esperanza parece un sueño lejano. Sin embargo, durante el funeral, su vida da...
Felix se escabulló silenciosamente hasta la pieza de Hyunjin, con pasos cuidadosos, logró acercarse hasta la puerta en donde tomó aire antes de abrir lentamente para no hacer ningún ruido. Al entrar, lo primero que el rubio vio fue al pelinegro durmiendo en su cama, con su cabello desaliñado, sin camisa y, oh vaya, ese cuerpo estaba para morirse, muy trabajado en los pectorales, brazos y esos abdominales. Felix se había llevado el premio gordo.
El rubio se acercó lentamente, sentándose a la orilla de la cama mientras observaba la presencia masculina del hombre aún dormido. Levantó un poco las sábanas para acercarse a Hyunjin. Cuando estuvo cerca, no dudó ni un segundo en poner las manos en su pecho, pero el toque casi lo quema. —Espera un segundo…
Felix tocó levemente la frente de Hyunjin y luego su cuello. "¡Mierda! Este tipo está ardiendo en fiebre," pensó. —No puede ser. Oye, Hyunjin. —dijo el rubio, sacudiéndolo para que despertara.
El pelinegro abrió los ojos con su cuerpo adolorido por la fiebre. —¿Q-qué haces tú aquí? Agh... —dijo, cerrando los ojos con la respiración agitada.
—Ah... jajajaja... eso no importa, estás ardiendo en fiebre. —Felix se rió nerviosamente mientras Hyunjin lo miraba con ojos entrecerrados. La vestimenta de Felix dejaba ver mucha de su piel, lo que no pasó desapercibido para Hyunjin.
—No puedo levantarme. —murmuró Hyunjin, agotado.
Felix suspiró dramáticamente. —No lo puedo creer, esto no es como lo pensaba. —dijo, subiéndose encima de él para tomarlo y sacarlo de la cama. Hyunjin se aferró a él, cansado y con la mente perdida.
—Hyunjin, levántate, tienes que ir al hospital. —insistió Felix.
El pelinegro negó con la cabeza. —Solo es una fiebre...
Felix se rió sarcásticamente. —¿Solo una fiebre? Amigo, parece que acabas de salir de un horno, y no es solo porque parezcas una deliciosa galleta. Claro que no.
Hyunjin se rió débilmente, afectado por lo caliente de su cabeza. —No me va a pasar nada... solo dame medicamento, está en mi cajón de al lado.
Felix asintió y rápidamente buscó las pastillas en el cajón. Cuando por fin las encontró, se dispuso a dárselas a Hyunjin, pero ¡oh sorpresa! el tipo estaba completamente inconsciente ahora.
—¡Hyunjin, no te mueras! Necesito tu dinero. —dijo el rubio, tratando de moverlo, pero Hyunjin solo gemía por el malestar.
Felix puso la pastilla en su lengua y tomó un poco de agua, tenía que hacer algo por este viejo. —Bien, aquí vamos.
El rubio se subió encima del regazo del pelinegro, besó al mayor introduciendo su lengua dentro de su boca para darle aquel medicamento mientras gotas salían de ella recorriendo hasta su garganta y cayendo en su pecho. El rubio secó sus labios luego de eso con su respiración agitada.
—Ah... vaya que mi hermana era toda una suertudota...
Felix mordió su labio al levantarse aún sobre el regazo de Hyunjin, viendo lo guapo que se miraba en ese estado y oh, el rubio solo pensaba en lo mucho que quería ver bajo esos pantalones de pijama qué llevaba el pelinegro. Felix intentó bajar un poco el pantalón viendo un camino de venas cada vez que bajaba más, cuando estuvo a punto, rápidamente quitó su mano ya que...
Vamos, el tipo estaba totalmente enfermo y casi muerto en vida, no podía aprovecharse de esa manera. El rubio bajó de la cama y salió del cuarto rápidamente para dirigirse a la cocina y buscar algunos paños y agua para mojar un poco su frente. —Dios, no me pongas a prueba de estas formas..
Dijo el rubio caminando nerviosamente mientras en su mente estaba aquella imagen de su cuñado.
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