Anri e Isagi habían vuelto a casa después de su paseo al parque. Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho. Apenas se acomodaron, Anri apareció con un par de pesas y una pelota bajo el brazo.
Anri: (Con una sonrisa pícara) Bueno, Isagi, no vinimos acá solo a comer helado y mirar pajaritos. ¡A entrenar, papá!
Isagi: (Tirándose al sillón) ¿¡Qué!? ¡Pero si recién volvemos! Dale, Anri, aflojá un poco. Mirá, me está bajando el helado todavía.
Anri: (Le tira la pelota en la panza) ¡Ja! Eso te pasa por pedir triple bocha. Ahora, arriba. Si querés ser el mejor delantero, tenés que sudar la gota gorda.
Resignado, Isagi se levantó y empezó a seguir las indicaciones de Anri, que lo miraba como si fuera una entrenadora personal en modo ultra exigente.
Anri: Bueno, maestro. A ver, primero haceme 20 sentadillas con la pelota. ¡Y no hagas trampa, eh! Que te estoy vigilando.
Isagi: (Resoplando) Parezco un nene en clase de educación física. ¡Esto no tiene nada que ver con el fútbol, Anri!
Anri: (Riéndose) Callate y seguí. Así no te vuelven a dar vuelta como media en los partidos, ¿entendés?
Después de media hora de ejercicios, Isagi estaba tirado en el piso, jadeando como si hubiera corrido una maratón. Anri, mientras tanto, se sentaba en una silla comiendo un alfajor.
Isagi: (Mirándola incrédulo) ¿En serio? ¿Vos comiendo y yo acá muriéndome?
Anri: (Con la boca llena) Y bueno, alguien tiene que supervisar, ¿o no? ¡Además, el alfajor es mi recompensa por aguantar tus quejas!
Ambos se echaron a reír y decidieron que ya era suficiente entrenamiento por el día.
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Más tarde, después de cambiarse, salieron al centro a caminar. El lugar estaba lleno de luces, música y gente paseando. De repente, Anri vio un parque de diversiones y sus ojos brillaron.
Anri: ¡Mirá, Isagi! Vamos, vamos, vamos. ¡Ahí hay una montaña rusa enorme!
Isagi: (Nervioso) Ehh… no sé, Anri. No soy muy fan de esas cosas.
Anri: (Tomándolo del brazo) ¡Ay, no seas amargo, dale! Si podés enfrentar a jugadores que te quieren romper las piernas, podés subirte a una montaña rusa. ¡Vamos, cobarde!
Sin opción, Isagi terminó subiendo. Ambos estaban sentados, asegurándose las barras de seguridad. Anri estaba emocionadísima, mientras Isagi tenía cara de arrepentimiento total.
Anri: (Riéndose) ¡Uy, mirá cómo temblás, Isagi! Parecés un flan.
Isagi: (Sarcástico) Ja, ja. Muy graciosa. Cuando me desmaye no te rías, ¿eh?
La montaña rusa arrancó y, a medida que subían, el silencio de Isagi se hacía más notable. Cuando llegaron al punto más alto, Anri lo miró con una sonrisa maliciosa.
Anri: Bueno, Isagi… ¿Listo para volar?
Isagi: (Gritando) ¡¡No, no estoy listo!!
El carrito se lanzó a toda velocidad, y ambos empezaron a gritar. Anri, de emoción, y Isagi, porque sentía que iba a salir volando. Al terminar el recorrido, bajaron tambaleándose.
Anri: (Riéndose a carcajadas) ¡No te podías ni mover, Isagi! Parecías un pichón en medio de una tormenta.
Isagi: (Aún mareado) ¡Callate! Nunca más me subo a una cosa de esas. Prefiero hacer mil sentadillas antes que repetir esto.
Ambos se rieron tanto que terminaron sentados en un banco, todavía recuperándose. El resto de la noche la pasaron disfrutando de los juegos más tranquilos y comiendo pochoclos. Aunque Isagi seguía jurando que la montaña rusa había sido una mala idea, Anri no podía dejar de burlarse de su cara durante el trayecto.
Así, entre bromas y risas, cerraron el día, sabiendo que, aunque su vida girara en torno al fútbol, esos momentos eran los que realmente les daban la fuerza para seguir adelante.
Continuará…
-vi que le gusta mucho esta historia creo que la seguiré hasta el otro año-

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anri x isagi
Romanceestá pareja me gusta mucho y intentaré hacer la mejor novela de ellos dos