Una Ilusión.

Capítulo 28

Sin rencores.

~•~

Las primeras impresiones siempre son las que se quedan grabadas.

Y más cuando es la familia
de tu chico.

Jake.

—¿Me prestas algo para ponerme? —La voz de Sam se oye a través de la puerta, me levanto del suelo ya que esta afuera del baño esperando a que ella saliera.

—Te va a quedar enorme —murmuro cuando extiendo la camisa y ella la toma.

—Es mejor eso a no traer nada.

—Eso no me molestaría.

—Ajá, te daría un infarto si llego a pasearme así.

—Tienes toda la razón —Susurro riendo, mi risa se detiene de golpe y trago saliva al ver a Sam salir del baño mientras secaba su cabello.

—Ves, te lo dije —deja un beso en mis labios y entra a la habitación. Permanezco en mi lugar muy quieto, con el corazón apunto de estallar y la sangre en mi rostro, de seguro estaba rojo. Sacudo mi cabeza y la sigo a una distancia prudente, al ingresar la noto envuelta en mi edredón y con los ojos casi cerrados.

—¿Quién es él? —murmura señalando aquella foto encima de mí closet, casi oculta pero siempre notoria. «Gracias, papá»

—Es mi padre —Suspiro antes de subir y poner aquella foto boca abajo.

—¿El qué vive con tu hermana?

—Exactamente —murmuro sin ánimos.

—¿No te agrada hablar de él?

—No es lo que me apetece hacer ahora.

—¿Por qué? —escucho como se mueve entre las sábanas.

—Porque nos abandonó, separó a nuestra familia, todo por una mujer. No quiero saber de él, me veo obligado a estar en contacto por Mary, estaba tan apegada a papá que no quiso quedarse sin él. Y me mata no poder ver a mi pequeña todos los días al levantarme.

—Siempre hay un porqué, no le guardes rencor, quién sabe lo que podría pasar mañana, nadie sabe que nos tiene el destino, no esperes a que sea tarde —Besa mi mejilla y se acuesta en la cama, volteo a verla y ella palmea el espacio a su lado.

—Voy a acompañarte, no dormiré.

—Para mí es más que suficiente —sonríe y me abraza por la cintura. A los minutos escucho como respira tranquilamente. Volteo a verla y el corazón se me parte al ver su cuerpo lleno de moretones, sus ojos morados y con unas enormes ojeras que los adornaban, era una tortura verla así, era como si yo fuera el que estaba destrozado, me dolía como si yo hubiera estado ahí, y más me dolía no haber podido evitar su dolor...

Me levanté en silencio y salí de la habitación, me metí en un pequeño cuarto al lado del baño y encendí la luz, vi las piezas de madera en el suelo y un pequeño manual en chino, sonreí, saqué mi celular y marqué aquél número sin pensarlo.

Jake.
—¿Sabes como amar un librero?, papá.

Papá.

—He armado unos para Mary, me defiendo muy bien.

Jake.
—¿Quisieras... —trago saliva y cierro los ojos antes de decir lo que iba a decir —venir a ayudarme?...