Capítulo 1

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Harry Potter era un niño bien portado. Era ese tipo de niño que ningún adulto podría odiar... al menos ningún adulto normal. Sus tutores, los Dursley, no lo odiaban exactamente. Simplemente no lo deseaban en sus vidas pero sus padres habían fallecido antes de que terminaran su divorcio y para desgracia de los Dursley, Harry quedo bajo su custodia en lo que sus abuelos peleaban su custodia final.

Dadas las extraordinarias habilidades de Harry, los abuelos Potter esperaban obtener la custodia pero los abuelos Evans, a pesar de no tener esas habilidades inherentes a los Potter, también ofrecían otra gama de posibilidades y los tribunales estaban divididos, ya que ambas familias ofrecían cosas diferentes y todas buenas para el niño.

Sin embargo, la desgracia golpeo la vida de Harry dos veces más y los abuelos Potter enfermaron de una gripe bastante mala y fallecieron en pocos meses. Los abuelos Evans pensaron que todo estaría resuelto pero ellos estuvieron en medio de un aparatoso accidente de auto y fallecieron al volcar su auto.

A estas alturas, cualquier persona se preguntará que tenía de especial Harry Potter para que dos familias se enfrentaran por su custodia y al final, se quedara con la única familia que no quería tener nada que ver con él.

Pues Harry era un niño mágico.

No magia de espectáculo, sino verdadera magia. Magia capaz de transmutar la materia y convertir cosas en otras. Ese tipo de magia. Sus padres habían fallecido por causa de una guerra mágica mientras tramitaban su divorcio.

Poco después de que Lily Potter se embarazo, hubo peleas en el matrimonio, producto de la ansiedad de la guerra en curso y de que eran muy jóvenes como pareja. James Potter no estaba listo para ocuparse de un ser humano que dependería de ellos y Lily sentía como si le estuvieran arrebatando oportunidades por estar casada con un sangrepura (un mágico sin ningún pariente nacido de muggles en al menos dos generaciones atrás).

Ambos padres decidieron que era mejor divorciarse. Lily quería la custodia de Harry y James había aceptado que sería lo mejor. Una vez que decidieron la separación, ambos se convirtieron en mejores amigos y siguieron viviendo juntos en su ubicación segura. James era hijo único, así que solo compartió esta información con sus padres mientras Lily la compartió con sus padres y su única hermana.

Sin embargo, antes de completarse los trámites de separación, Lord Voldemort llegó hasta la pareja e intento asesinar a su hijo. Mató a ambos padres pero algo había sucedido. La maldición rebotó en el bebé, el niño sobrevivió y Voldemort desapareció. Los Goblins mostraron el acta de defunción mágica de Lord Voldemort, que se reveló era un mestizo de nombre Tom Marvolo Riddle y el mundo mágico aclamó al pequeño héroe.

Aunque Albus Dumbledore, amigo personal de la familia Potter, intentó colocar directamente a Harry con la hermana de Lily, el Wizengamot se opuso y dijeron que necesitaban pensar sobre lo mejor para el niño, como para los otros huérfanos de la guerra.

Y a pesar de esto, Harry terminó en manos de Petunia, tal como quería Dumbledore. Muchos periódicos mágicos incluso llegaron a especular si el hombre no tendría que ver en la serie de desgracias que parecían acompañar al niño, pero no. Solo eran coincidencias. Muy malas coincidencias.

Petunia entonces se vio como la guardiana de un niño mágico al que no quería. Cuando Harry llegó a sus vidas, tenía alrededor de 3 años y medio. Eso aligero un poco la carga, ya que no se trataba de un niño de pañales, pero quedaba el asunto de su magia y como mantenerlo.

El Wizengamot autorizo una pensión hasta los 17 años del chico, la edad en que se convertía uno en adulto en el mundo mágico. Este dinero resolvía la cuestión de cómo mantenerlo y sobre la magia, el mismo Wizengamot dijo que visitaría a la familia una vez por mes para monitorear la magia del chico y ver si había algún problema que requiriera algún tipo de sello sobre la magia del niño o no.

Hasta ahora, Harry no había manifestado magia accidental aunque el personal del ministerio dijo que su magia estaba fuerte y bien controlada.

Harry era servicial, atento y amable, no daba problemas y ayudaba en casa. Mantenía su habitación impecable y tenía buenas calificaciones en la escuela. ¿Qué familia no querría a un niño así? La respuesta era "Los Dursley". Petunia jamás se sintió cómoda con la magia y aunque no maltrataba física o verbalmente a Harry, ni lo descuidaba en su alimentación, salud y educación, era evidente que lo trataban más como un invitado que como familia de sangre.

Durante todos estos años que llevaba con los Dursley, Harry se sintió siempre como indeseado. Sabía que su familia no lo quería, al menos, no como deberían. Lo consideraban como esos familiares políticos que están ahí y tienes que tolerarlos, pero en última instancia, aventarías debajo del camión si era una situación de tu o ellos.

Sin embargo, Harry sabía que podría haber sido peor. Por lo que a veces le comentaban la gente del ministerio, hubo familias no muy buenas, que intentaron pedir su custodia y si no fuera porque estaba asignado a su tía, hubieran podido llegar a él a través de sobornos. Esas historias asustaban a Harry y le impulsaban a aguantar esta situación no tan agradable.

Así, llego un día en que Harry se vio arrastrado a una feria navideña en una plaza y mientras sus parientes disfrutaban de pasear en familia, Harry iba a su lado pero sin sentir esa calidez navideña. Vagando entre los puestos, Harry llegó al centro de la plaza y observo que la fuente que había ahí, no estaba totalmente congelada. También observó que había gente que se colocaba de espaldas e intentaba lanzar una moneda hacia atrás y atinar al punto más alto de la fuente.

Harry le preguntó a un señor que por qué hacían eso las personas. Este señor le explico que pedían un deseo. El niño pensó rápidamente y sacó un penique que una vez encontró en el suelo y su maestra de ese entonces le dijo que esos peniques eran llamados "de la suerte". Pensando que si le atinaba al punto más alto de la fuente con esa moneda de la suerte, la suerte sería doble. Harry imitó a las otras personas y pensó con fuerza en lo que deseaba.

Quería una familia amorosa, quería vivir con alguien que lo amara incondicionalmente, alguien con quién no se sintiera como una carga. Quería que alguien, quién fuera, lo amara sobre todas las cosas. Quería gente a su alrededor que estuviera feliz por su mera existencia. Pensó no solo en una familia cualquiera, sino tan adelante como en una pareja. Harry ya tenía 10 años y aunque pensaba que las niñas eran asquerosas, sabía que más adelante ya no le parecerían tan horribles.

Así que pensó también en el tipo de esposa que quería tener un día, pensando en que era más probable que obtuviera la familia que buscaba a través de un matrimonio. Pensó en esa chica hipotética. La imaginaba de cabello negro como el suyo, alta, un poco seria y muy inteligente. Quería una chica que pudiera defenderse sola pero que aun así le gustara ser protegida, que pudiera sonrojarse y amara intensamente.

Harry no quería una chica tranquila sino una persona feroz y leal. Pensó en esta chica que aún no conocía, imagino su casa, su vida juntos e incluso se imaginó teniendo hijos y un gato o perro. Pensó con intensidad y lanzó la moneda.

La moneda cayó justo en el punto más alto y muchas de las personas que estaban a su alrededor celebraron esto y le felicitaron. En ese momento, su tía le gritó y Harry se despidió de estas personas que no conocía pero que le felicitaron por atinar al punto más alto de la fuente.

Harry Potter se fue de ese lugar y olvido completamente ese inocente acto. Lo curioso de la suerte es que no siempre actúa pronto y a veces hay que esperar. En un sitio totalmente diferente, algo empezó a pulsar debajo de la tierra para conceder el deseo que este inocente niño había pedido.

Acebo Y MuérdagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora