Jade Jhonson es impulsiva. Y aunque se ha prometido pensar antes de actuar, pronto se encontrará envuelta en un caos romántico lleno de magia y cupidos, cuando decide acercarse a su crush y amor imposible: Andrew Price.
Andrew estudia veterinaria y...
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Jade Jhonson.
Me duele, mi corazón está adolorido por lo que ven mis ojos. Mi visión se nubla y pronto la tristeza es reemplazada por el enojo, porque he llegado tarde, me demoré demasiado y él ahora... La persona a la que una vez quise, la persona que se mantuvo en mi mente durante todo este tiempo, sin poder sacarme sus malditos y perfectos ojos verdes de mi mente, sin poder olvidar esa maldita sonrisa de mi cabeza, sin poder olvidar el toque de sus manos en mi cuerpo, ahora se encuentra besando a otra.
Es compresible, me repito que está en su derecho de hacerlo. Que puede hacerlo, porque no está atado a mí, él es libre, yo le dije que lo hiciera. Puedo enojarme conmigo, pero no con él y eso... ¡Eso es tan malditamente injusto! ¡Es una reverenda y triple hijueputa mierda!
Sin darme cuenta, suelto un resoplido que los hace separarse.
Por un momento, me encojo cuando sus ojos, esos ojos de los que me llegué a enamorar se fijan en mí. Sé que ella me mira y que luego mira ofendida a Andrew, cuando este casi la empuja para alejarla de él, mas no me fijo en ella, m atención está puesta sobre él y de ese cabello rubio que ahora tiene revuelto por las manos de ella, sus mejillas sonrojadas y su boca inflamada y manchada del labial rojo de ella.
Aunque me duele mil años hacerlo, llevo una mano a mi boca fingiendo total asombro.
——Oh... Disculpa, no sabía que alguien estaba aquí.
Él lo entiende, sé que lo entiende cuando sus cejas se alzan, él lo recuerda. Y eso es suficiente para mí, no necesito más, al menos no por hoy y menos con lo que acabo de ver, porque ya van dos malditas veces que lo veo y no me quedaré a presenciar una tercera. Así que me doy la vuelta y me pregunto si Darién sabía y lo hizo intencional, porque si es así, es un maldito.
Trato de conservar la cordura e irme con tranquilidad y no hacer notar que quiero correr, al menos no hasta que me encuentre a mitad de pasillo. Solo que cuando llego a ese punto, mis piernas tiemblan y correr con estos malditos tacones no es una opción, ni siquiera lo es el usar mi magia, no cuando estoy en un estado inestable.
A mi lado, veo una puerta y al asegurarme de que no hay gente haciendo de las suyas adentro, abro la puerta y entro, cuando estoy a punto de cerrarla, alguien me lo impide cuando entra y la cierra detrás de él, con seguro.
Retrocedo y él permanece con su espalda pegada a la puerta, pero sin mirarme.
—¿Por qué? —pregunta.
Trago con fuerza e ignorando los latidos de mi corazón, me obligo a responder:
—¿Por qué a qué?
—A todo, ¿Por qué a lo de hace un momento? ¿Por qué esa carta? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué vuelves? ¿Por qué?
—Porque soy una bruja —lo digo sin más y consigo que me mire, en sus ojos hay incredulidad.