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Azizi Murphy

El paisaje pasaba rápido por la ventana, el frío de la noche chocaba con los ventanales y la voz de Poe sonaba despacio, cantaba, estaba cantando una canción de la emisora que escucho la vez anterior que subí a su auto, me parece que le gustaba. En general lo que se escuchaba era indie rock. Tarareaba una de Arctic Monkeys, Arabella.

Damián estaba de brazos cruzados con la vista en la ventana, callado y sereno, el cabello despeinado pero que potenciaba su atractivo. Podía escuchar su respiración algo irregular.

Finalmente las casas y calles conocidas se hicieron presentes, pocas personas iban en la calle, algunos felices, otros inexpresivos, uno llorando.

Luego de unos minutos llegamos a mi casa, las luces estaban apagadas y las cortinas cerradas. Todo se veía muy normal.

—Bueno, hemos finalizado este hermoso viaje—dijo Poe con una dramática nota de tristeza

—Poe, nos volveremos a ver mañana—conteste divertida

—¡Mañana es como un año!—dice con esa voz exagerada—bueno, diviértanse pero no demasiado, me llaman si algo loco ocurre. Por favor no me dejen morir de aburrimiento.

—Dudo que puedas morir de aburrimiento, siempre estás haciendo alguna obscenidad—refutó Damián para luego bajar del auto.

—Adiós, rubio.

—Adiós, Jane.

Los dos sonreímos mutuamente. Damián y Poe se despidieron de una forma extraña. Luego el azabache y yo nos quedamos frente a la puerta de mi casa mirándonos. Parecía que me escarbaba el alma con esos hermosos y profundos ojos negros.

No podía negarlo, la noche hacía ver a Damián como una oscura fantasía. Tenía el cabello negro desordenado con la piel pálida y las sombras que sus pestañas provocaban con la poca luz, se veía lúgubre, extraño y torcido, se veía como un hermoso animal carnívoro mirando a una gacela.

Damián englobaba un concepto de belleza que a mí me parecía superior.

—Hasta mañana—pronunció casi arrastrando las palabras

Y de lo más profundo de mi garganta salió:

—Quedate.

Un ligero brillo de sorpresa apareció en sus ojos, rápidamente se esfumó.

—¿Por qué?—consulto intrigado—¿No será doloroso?

—Lo es —afirme—pero después de todo lo de hoy creo que... Te necesito.

Damián esbozó una diminuta sonrisa.

—¿No crees que podemos matarnos a media noche?

—No creo que tú le tengas miedo a morir o a matar.

Luego de unos segundos asintió y se adentró en la casa junto conmigo. El silencio era sepulcral. Subimos las escaleras con tal sigilo que ni siquiera escuche nuestros pasos, debíamos evitar despertar a mamá. Luego revise las habitaciones para asegurarme de que estuvieran bien. Al llegar a la de Padme me la encontré en su cama con una expresión calmada, tenía una pierna sobre la cintura de Eris y la pelirroja la abrazaba como si fuera un oso, eso me hizo sonreir ligeramente. Camine de puntillas hasta la ventana para asegurarme de que estuviera bien cerrada, baje un poco la cortina pero no demasiado como para dejar la habitación oscura, unos tenues rayos de luna podían atravesar el vidrio y chocar contra el cristal de los lentes de Eris que estaban sobre la cómoda.

DEVIL [Damián Fox y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora