Capitulo 1

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En la sombría y majestuosa mansión de los hermanos Sakamaki, el ambiente era tan denso como la niebla que solía rodear aquel lugar. Cada uno de los seis hermanos se encontraba ocupado en sus habituales pasatiempos.

Shu, el mayor, descansaba en un sofá mientras la música clásica resonaba en sus auriculares, oscilando entre la vigilia y el sueño.

Reiji, como siempre, estaba absorto en su laboratorio, mezclando sustancias y creando nuevas drogas con precisión casi obsesiva.

Ayato, sin preocuparse por nada más, devoraba velozmente takoyakis, su antojo favorito.

Kanato, con su acostumbrada aura inquietante, disfrutaba de un surtido de dulces mientras hablaba con su inseparable osito de peluche.

Laito, por su parte, parecía estar divirtiéndose al molestar a Yui, la novia de sacrificio, con insinuaciones y comentarios que la hacían sentir aún más atrapada. Ella trataba de ignorarlo, pero su tristeza era evidente; la impotencia de no poder escapar de aquellos vampiros la envolvía como una sombra.

Mientras tanto, Subaru, el más solitario de todos, estaba en el jardín, aparentemente buscando un poco de paz en medio de su tormento interno.

Sin embargo, la tranquila monotonía fue interrumpida abruptamente. Una extraña sensación recorrió la mansión: la presencia de otro ser humano. Esta vez no se trataba de Yui; algo nuevo se había colado en su territorio. Uno a uno, los hermanos dejaron lo que estaban haciendo, guiados por aquella intrusión inusual. Al llegar al vestíbulo, se encontraron con una figura desconocida: una chica vestida como sirvienta, que parecía recién llegada.

Reiji, con su mirada severa y siempre dispuesto a imponer el orden, se giró hacia Shu, claramente irritado.

Reiji:¿Por qué no dijiste nada? -espetó con frialdad, cruzándose de brazos.

Shu, sin molestarse demasiado por el reproche, se encogió de hombros con una expresión de apatía.

Shu: Se me olvidó mencionar lo que me dijo esa persona -respondió, refiriéndose a su padre.

El silencio se hizo pesado por un instante mientras la atención de todos se centraba en la nueva llegada. La chica, visiblemente nerviosa, apenas podía sostener la mirada de aquellos ojos predadores que ahora se fijaban en ella, como si evaluaran cada uno de sus movimientos.

La chica que se encontraba en el vestíbulo era impactante a la vista, incluso para los Sakamaki. Llevaba un uniforme de sirvienta impecable que acentuaba su porte elegante y profesional. Sin embargo, lo que más llamaba la atención eran sus singulares rasgos: un cabello blanco como la nieve que caía en ligeras ondas hasta sus hombros y unos ojos que parecían narrar dos historias distintas. Uno dorado como el sol del verano  y el otro azul como un cielo invernal, cada uno irradiando una intensidad fascinante que desconcertó incluso a los hermanos vampiros.

El primero en reaccionar fue Laito, quien no pudo resistir la oportunidad de acercarse. Una sonrisa ladina apareció en su rostro mientras se inclinaba ligeramente hacia ella, observándola con interés.

Laito: Oh, pero mira lo que tenemos aquí -murmuró con un tono seductor, dejando caer su mirada sobre ella como si fuera un regalo recién descubierto - Una belleza exótica que ha venido directamente a nuestro servicio. ¿Qué hizo nuestro padre para darnos un obsequio tan tentador?

T/n, sin inmutarse, soltó un suspiro suave y calmado, dejando en claro que no estaba dispuesta a ceder ante el obvio coqueteo. Enderezándose, los miró a todos con una mezcla de respeto y una firmeza inesperada. Su voz, clara y serena, rompió el silencio.

T/n: Buenas noches. Mi nombre es T/n Jangmi. Soy la nueva empleada y estoy a sus servicios, jóvenes amos. -Hizo una pequeña reverencia con elegancia impecable, como si estuviera acostumbrada a moverse entre personas de clase alta.

Reiji, que había estado observando con escepticismo, levantó una ceja, evaluándola con cuidado. La formalidad de sus palabras y su impecable conducta le agradaron de inmediato. No podía tolerar la falta de modales ni de respeto, y esta chica parecía tener ambos en abundancia.

Reiji: Al menos alguien sabe cómo comportarse adecuadamente -comentó en voz baja, aunque lo suficiente para que los demás lo escucharan. Dirigió una mirada fugaz a Shu, quien simplemente bostezó, indiferente.

Ayato, siempre competitivo, dio un paso al frente con los brazos cruzados, observándola con algo de desdén mezclado con curiosidad.

Ayato:Tsk, no te creas demasiado, sirvienta. Aquí no eres más que otra humana... y ya sabemos lo que eso significa.

T/n no reaccionó de inmediato a las palabras de Ayato, manteniendo una calma que desconcertó a algunos de los hermanos. Kanato, desde su rincón, abrazó a su peluche y la miró con un interés que bordeaba lo siniestro, mientras Subaru, desde la distancia, apenas alzó la vista, aparentemente más interesado en evitar el caos que en participar en él.

El aire en el vestíbulo de la mansión Sakamaki se volvió más tenso cuando T/n, los miró a todos en silencio. Sus ojos parecían analizar a cada uno de los hermanos, desafiando de forma sutil el aura de peligro que emanaban. A pesar de la evidente hostilidad y curiosidad que recibía, no mostró un ápice de miedo.

T/n: Ya se me informó de su condición, jóvenes amos. -Su tono era firme pero respetuoso, como si estuviera declarando un hecho inmutable. La frase, aunque sencilla, tenía un peso innegable.

El comentario dejó a los Sakamaki en un breve pero notable silencio. Era evidente que se refería al hecho de que los seis eran vampiros. La mención directa de su naturaleza no solo era rara, sino también atrevida, considerando que la mayoría de los humanos que entraban en su hogar apenas podían mantener la compostura ante su presencia.

Laito, siempre el primero en reaccionar, se llevó una mano al sombrero y lo inclinó ligeramente hacia atrás, mostrando una sonrisa juguetona.

Laito:Oh, ¿así que ya estás al tanto de nuestras pequeñas... peculiaridades? Eso hace las cosas mucho más interesantes, preciosa. ¿Y qué opinas? ¿No te asusta la idea de servirnos, sabiendo lo que somos? -Su voz era seductora, pero había una pizca de genuina curiosidad en sus palabras.

T/n lo miró con serenidad, sin dejarse intimidar.

T/n:Mi tarea es servirles, no juzgarles, lord Laito. -La respuesta fue directa, casi fría, y sorprendió a más de uno.

Reiji, que había estado observándola con detenimiento, asintió ligeramente, como si aprobara su actitud.

Reiji:Una respuesta adecuada. Parece que al menos nuestro padre ha enviado a alguien con algo de decoro. Espero que no nos decepciones, señorita T/n.

Ayato, que había estado cruzado de brazos, soltó una risa desdeñosa.

Laito: Tsk. Hablas demasiado formal para ser solo una sirvienta. Ya veremos cuánto te dura esa calma cuando descubras cómo hacemos las cosas aquí.

Kanato, desde su rincón, ladeó la cabeza mientras abrazaba a su osito. Su voz, suave pero inquietante, resonó por encima del murmullo.

Kanato:¿Ya sabes lo que somos? Entonces también debes saber que no nos importa mucho cuánto tiempo dure alguien como tú aquí... Las sirvientas humanas no suelen durar mucho, ¿sabes?

T/n no respondió de inmediato, pero su expresión no mostró ni un rastro de miedo. En cambio, su mirada se dirigió brevemente hacia Subaru, que permanecía al margen de la interacción, casi como si no quisiera formar parte de aquello. Sin embargo, ella percibió el peso de su mirada fugaz, aunque él no decía nada.

Finalmente, con un suspiro apenas audible, T/n inclinó ligeramente la cabeza.

T/n:Con todo respeto, jóvenes amos, mi tiempo aquí durará mientras ustedes lo permitan. He venido a cumplir con mi deber, nada más y nada menos.

Esa última frase dejó claro que no estaba allí para complacerlos con halagos vacíos ni para dejarse intimidar por sus palabras o acciones. Su tranquilidad y determinación hicieron que, por un instante, incluso los vampiros sintieran una extraña curiosidad por aquella humana que parecía más fuerte de lo que aparentaba.



•°•Una simple sirvienta •°• Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon