"En el romance oscuro, los corazones rotos también tienen filo"
Emily
—Hey, tranquilo, pequeño. —susurro mientras abro la jaula y levanto el perrito con cuidado.
—Estoy por pensar que le caes bien. —el perrito gimotea.
—La semana pasada no creo haberlo visto. —los ojos del cachorro me miran con miedo y curiosidad. Él se acomoda contra mi pecho.
—Lo trajeron hace dos días. Él ha estado así de asustado desde que llegó. —Giovanna sonríe. Es la encargada del refugio. Es joven, al igual que yo. Su cabello siempre está trenzado en dos trenzas y lleva un piercing en la nariz.
Este refugio me mantiene distraída, en realidad lo veo como un escape. Ya no me estoy concentrando mientras pinto, siento que falta algo. Me gustan los animales y, por más cómico que suene esto, prefiero pasar tiempo más con ellos. Ellos no me juzgan y tampoco me piden una explicación sobre mi estado de ánimo. ¿Cómo es posible que ellos me den amor, algo donde en su vida es escaso?.
—¿Acaso él le tiene miedo a los animales? —Giovanna me pregunta, mientras observa a Davide con diversión, el cual la mira como si ella fuera algo molesta.
—No lo creo. —río.
—¿Qué tal si le pones la inyección? —niego.
—No creo que pueda. —Giovanna empieza a preparar la jeringa.
—Tranquila. Te guiaré. El truco es ser rápida y mantenerte segura. Esto último porque ellos sienten cuando estás nerviosa. —¿En verdad lo hacen?
—¿Crees que lo lastimaré mucho?
—Siempre dolerá un poco. Pero míralo de esta forma: si lo vacunamos, lo mantendrá sano. —Giovanna acaricia la cabeza del cachorro. —Estoy bastante segura de que es más fuerte de lo que parece.
Le administro la vacuna al perrito. Temí en la forma en que gimió, pero, en menos de 4 segundos, estaba como si no hubiera pasado nada.
Davide resopla al vernos reír. Giovanna le muestra el dedo medio, mi risa crece aún más y niego con la cabeza.
—¡Por Dios, Davide! No me voy a escapar por una ventana, relájate. —Llevo tres horas aquí, Davide ni siquiera ha tomado un asiento.
—Es mi trabajo, señorita. Si le pasa algo o escapa, pierdo mi paga, o quizás la cabeza. Y créame que me gusta gastar muchos miles en buenos trajes. —Viro los ojos.
—Ni que me fuera a escapar... —digo por lo bajo.
—¿Conociéndola? No lo dudaría. —Abro la boca para arremeter, pero la cierro.
—¿Nos ayudas a bajar las cajas? —sin darle aviso, Giovanna le lanza las llaves de su camioneta. Davide niega y se da vuelta murmurando cosas por lo bajo que no logro entender.
—Lo quiero. —Señalo al perrito.
—¿Lo quieres llevar contigo? —me sonríe.
—Sí. —Beso al perrito.
***
Dos horas después, Davide está conduciendo hacia la casa. Vamos en silencio. Niego al verlo sudado y con su ropa estrujada; al parecer, sí eran muchas cajas, y no dudo que Giovanna lo haya hecho a propósito. Cuando Davide estaba cargando las cajas, ella no quitaba los ojos de la ventana.
—Creo que le gustas.— digo de la nada.
—¿Qué? —Davide tose y sigue mirando hacia delante.
—Que le gustas a Giovanna.— mi sonrisa se hace traviesa.
ESTÁS LEYENDO
Peligroso Deseo +18 [libro 1]
RandomEmily es una chica de bajos recursos que llega a la ciudad de Londres cuando su madre consigue trabajo para la familia Torrance, una de las tres familias más adineradas, no solo de Londres, sino de toda Europa. Ahí es donde conoce a Cole, el hijo he...