ColeTodos estos días el whisky ha sido mi compañero que no me juzga y que me ayuda a calmar el dolor emocional. Quisiera volver y tenerla conmigo, pero no puedo. Es injusto de mi parte ponerla en peligro, pero ¿Desde cuando me a importado lo que es justo o injusto?.
Emily me cambió sin darme cuenta, me hizo un mejor hombre. Dejé mis malos hábitos de pasar malas noches; sacó todas mis partes buenas solo para ella, cosas que yo no sabía que existían. Ahora no tengo ni una sola razón para ser un hombre bueno.
He perdido a la mayoría de las personas que considero importantes: a Amelia, a Dystran. Fui el culpable de que Emily quedara embarazada y no la pude proteger, ni a ella ni al bebé.
Emily, la única mujer con la que he querido casarme. No me imagino con alguien más, no me imagino siendo el esposo de otra mujer. Me he enamorado perdidamente de aquella mujer de cabello rubio blanquecino. Me siento furioso, odio como ella me hace sentir.
—Su tío y su primo están en Savannah, Georgia. Ellos dieron la información a la familia Vizzini.— uno de mis capos me informa. Recuerdo haberle pedido esa información a Dystran, antes de morir.
—Ya lo sospechaba.— me sirvo otro trago de whisky. Su ceño se frunce mientras me observa y me lo tomo de un trago. Hecho la cabeza hacia atrás y me masajeo las sienes.
—Hay otra cosa más. —No lo miro; mis pensamientos están en otra parte. Tengo unas ganas inmensas de destruir todo.
—¿Mm? —Llevo días sin dormir, ni siquiera he vuelto a nuestra habitación. Todo huele a ella, todas sus cosas siguen ahí, incluso sus risas... todo. Dormir ahí es una tortura. Quiero olvidarla.
—Ellos tuvieron que ver con este último atentado. —Cierro las manos en un puño fuerte.
—No va a quedar nadie de esa familia vivo. Los quiero muertos a todos, incluso esposa e hijos.
—¿Las otras familias no deberían saberlo? —Sonrío.
—¿Desde cuándo me ha importado lo que piensen los demás?
3 días después...
Estoy sentado en el club de Alistair. Lo observo con dos morenas sentadas en cada pierna, pero sus ojos no están en ellas. Sigo su mirada y niego con la cabeza. Sus ojos están puestos en Sofía, quien está tomada y bailando con sus amigas. Alistair, de hecho, hace mejor papel de hermano mayor que yo.
Dirijo mi mirada hacia mi bebida y luego observo a todos. Las personas a mi alrededor parecen cada pieza de mi tablero de ajedrez. Analizo cómo se mueven, hablan, ríen.
Emma toma asiento a mi lado. Es la secretaria de Alistair. Lleva un vestido negro pegado a su cuerpo, con su cabello negro corto. Emma es una mujer inteligente, la chica favorita de Alistair. Lleva años trabajando para él.
—¿Estás bien? —Su mano descansa en mi muslo.
—Dime tú, ¿por qué no lo estaría? —Ríe.
—No lo sé. Estoy aburrida. ¿Quieres salir afuera? —Emma no me puede poner duro, ni siquiera aunque lo intentara.
Los ojos de Alistair ahora están en mí. Sé lo que está pensando.
—Tu forma de entretenerme me resulta aburrida. —Ella aprieta más mi muslo.
—Podemos tener un trío... como aquellos tiempos. —Sí, me he acostado antes con Emma; en realidad, fueron muchas veces.
—declino tú invitación.— me levanto y doblo los puños de mi camisa hasta los brazos.
—Organiza una pelea esta noche, para mí. —Le digo a Alistair. El bastardo sonríe con malicia; sabe perfectamente que necesito descargar toda mi rabia.
En mis comienzos, solía participar en peleas callejeras. La gente pagaba el doble cuando era una pelea a muerte. Nunca lo hicimos por necesidad económica, el dinero nunca nos faltó; lo hacíamos por el puro placer de la violencia.
Salgo del club con el eco de unos tacones siguiéndome. No necesito mirar para saber quién es. Emma.
—Supe que rompiste con esa chica... ¿cómo era que se llamaba? La vi en aquella fiesta cuando viajé a Londres. —Mis pasos se detienen, y mi mandíbula se endurece.
—¿Y? —pregunto, con el tono justo para que entienda que no estoy de humor. Los tacones se acercan hasta que se detienen frente a mí. Emma se lame los labios pintados de rojo, siempre creyéndose irresistible.
—Tal vez podrías desahogarte conmigo. —Su mano sube lentamente, rozando la abertura de mi camisa Armani.
Sonrío, pero no porque me guste. Es una sonrisa fría. Llevo mi pulgar a sus labios, lo paso por su labio embarrándole el labial hasta su mejilla. Emma suelta un suspiro, sus pupilas se dilatan, confundiendo mi gesto con algo que no es.
—Acércate más. —Hago un ademán con los dedos. Ella sonríe, convencida de que ha ganado. Sus tacones rojos chocan con mis zapatos, y en un movimiento rápido la tomo por la nuca, llevo mis labios a su oído.
—Cuando digo que no, es no. —Mi voz suena como un filo cortante—. Y no vuelvas a ponerme las putas manos encima.
Emma quita su mano de mi pecho.
—De acuerdo...
Emily.
Estoy jodida. Reviso mi teléfono cada quince segundos, aferrándome a la estúpida esperanza de ver un mensaje suyo. Pero no llega. ¿Está mal querer algo que solo quieres para ti? Estoy de mal humor, y no es solo por tener el corazón roto. ¿Quién diablos se cree que es para tenerme al otro lado del mundo, encerrada en su preciosa torre, mientras se acuesta con otras? Me está arrastrando por la peor miseria de mi vida. No soy su muñeca, no soy una pieza que él pueda adornar con joyas y prendas caras, ni follarme cuando le plazca.
Estoy sentada en la cama, comiéndome un gelato artesanal de frambuesa y albahaca, clavando la cuchara en él con rabia. Entrecierro los ojos al notar algo en la esquina de la habitación. Oh mierda, una pequeña cámara. ¿Qué tanto me estará observando Cole? Algo sí sé: tengo un plan, y si soy un juego para él, le mostraré que yo también sé jugar.
No me siento vulnerable en absoluto al saber que él me observa. En realidad, una pequeña venganza comienza a formarse en mi mente, como una chispa que se enciende. Siento cómo la adrenalina fluye, la emoción de hacerlo enojar. Necesito traer a un hombre a esta cama, algo que él no espere, algo que lo haga hervir de rabia. Dudo que alguno de los hombres de aquí se preste a eso; todos le temen a su jefe.
No me voy a tener sexo con nadie, lo único que quiero es darle un solo empujón, encender esa llama de celos y descontrol. Odio verlo con otra mujer. Es esa sensación de impotencia, de ser reemplazada, lo que me consume. Si pudiera hacerle sentir aunque sea un poco de lo que siento, me dará satisfacción.
Estoy segura que Davide llegará antes de tiempo, solo me tomará diez minutos.Hace tres días estuve viendo una película, me sentí identificada con la actriz, y no pude evitar ver un reflejo de mí misma, tratando de encajar en un mundo que no me entiende. Su lucha, su dolor por sentirse invisible, me resulta demasiado familiar. Pero, a diferencia de ella, no espero que alguien me salve. Ya he aprendido que la única forma de salir adelante es por mí misma.
Besos! Aquí les dejo otro capítulo. No es que disfrute hacerlas sufrir, pero debo admitir que ver el mundo arder tiene su propio encanto. Es broma.😂❤️
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Peligroso Deseo +18 [libro 1]
RandomEmily es una chica de bajos recursos que llega a la ciudad de Londres cuando su madre consigue trabajo para la familia Torrance, una de las tres familias más adineradas, no solo de Londres, sino de toda Europa. Ahí es donde conoce a Cole, el hijo he...