Prólogo.

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SPAM: Pasaos también por mi otra novela Bad Roomies. Os lo agradecería.

–Recuerda, Amy, mañana a las 8 de la mañana en el jardín trasero– dije.

–Si, ya, Alaska, me lo has dicho unas 6 veces. Eres tú la que debería recordar que nos quedamos en la primera casa que nos acepten, nada de que no te gusta.

Asentí y Amanda se fue a su casa. Después, me quedé profundamente dormida.

No creo que supieseis de que hablábamos, y si lo sabíais, me estabais espiando.

Os explico:

>Amy y yo vivíamos en la alta sociedad, pero ya estábamos hartas de hacer lo que nuestros padres quisieran, así que decidimos escaparnos. Éramos mayores, las dos teníamos 18 años, podíamos hacer lo que quisiéramos. Habíamos quedado al día siguiente a las 8 para fugarnos de una vez por todas. Ser por fin libres. De lo único que temía es de la casa en la que nos tocara.

Prrrrrrrr, prrrrrrrr.

Sonó el despertador y me levanté alarmada. Lo apagué con cuidado para no hacer mucho ruido. Eran las 6 de la mañana y yo ya estaba despierta. Me duché y cepillé mi cabello. Luego me puse una camiseta brillante dorada, unos pantalones blancos largos con un cinturón fino dorado y unas Vans blancas. Me delineé un poco los ojos y me puse brillo en los labios. Salí de casa con algunas de mis maletas, ya que no podía con todas. Poco a poco las metí todas en el ascensor y bajé al antepenúltimo piso. Cuando llegué vi a Amy esperándome con una limusina atrás. Su chófer, Stephen, nos guardaría el secreto. Cuando conseguimos llegar a California nos dirigimos a la universidad más cercana que había. Después le dimos las gracias a Stephen y fuimos corriendo a la primera casa que encontramos. Llamamos y un chico en bóxers rascándose un ojo nos abrió la puerta.

–¿Qué queréis a estas horas? Es sábado– dijo.

–Hola, señor...– dije esperando que diga su nombre.

–Bennet, Dave Bennet.

–Hola, señor Bennet– repetí con una sonrisa- verá, nos hemos perdido y nos preguntábamos si nos podíamos quedar aquí hoy, si no es molestia, claro.

Él se encogió de hombros e hizo un ademán para que pasáramos.

–Pero por favor, no me llamen de usted, me hace sentir viejito– sonrió. Nos ayudó con las maletas y después nos guió hasta una habitación. Nos dijo que nos podíamos quedar ahí mientras tanto.

Amy y yo no teníamos sueño, así que nos dispusimos a dar una vuelta por la casa en busca de comida. Pero antes estuvimos buscando al tal Dave.

Abrimos muchísimas puertas en las que solo habían chicos dormidos. ¡SOLO CHICOS! Al final encontramos a Dave.

–Señor Bennet– dije en voz bajita intentando despertarlo mientras me acercaba sigilosamente a él–. Señor Bennet– empecé a subir el tono de voz, zarandeándolo.

–Dave– dijo a mi lado Amy.

El chico abrió los ojos y nos miró un poco asustado, pero luego se calmó.

–¿Qué queréis? Intento dormir, es sábado y todavía son las 9 de la mañana.

–Verá,...

–No me llaméis de usted.

–Verás– dijo Amy molesta–, tenemos hambre.

–Abajo, izquierda y todo recto.

–Gracias– dijimos Amy y yo al unísono.

Después de buscar mucho la cocina nos dimos cuenta de que Dave no sabía dar direcciones. Al final la encontramos y comimos un poco de cereales. Cuando nos íbamos a dirigir a nuestra habitación de nuevo, un chico estaba parado en la puerta.

–Buenos días– dijimos Amanda y yo al unísono.

–¿Quiénes sois?– dijo.

–Nos perdimos y un chico de la casa, llamado Dave Bennet, nos ha dejado pasar aquí el día. Así que supongo que más tarde le veremos.

–No nos gustan que nos llamen de usted, nos hace sentir viejitos.

–Pues se llama de usted por educación, no por ser viejito– saltó Amy.

Él le miró desafiante y cada vez se acercaba más a ésta. Al final la acorraló en la pared. Notaba el miedo en los ojos de Amanda, así que empecé a chillar que se alejara. De repente muchos, muchos, muchos chicos empezaron a llegar. Nos miraban asombrados, otros con picardía y otros me miraban a mí.

–¡Podrían ayudar y hacer algo!– grité asustada.

¡¿Dónde demonios nos habíamos metido?!

N/A:

¡Hola!

¿Qué os parece mi nueva novela? Supongo que por el título adivinareis un poco de que trata. Espero que os guste, y si así háganmelo saber. Besos, tita Ann.
En multimedia Alaska.
PD.: Mi nombre es Ángela pero me dicen de muchas maneras. Díganme como quieran.

Viviendo en una fraternidad(VCC#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora