5. Dejar ir

256 29 49
                                        

Estaba en vela, a pesar de que se haya dormido tarde debido a su fiebre despertó a las pocas horas. Estaba sentado en su cama viendo el amanecer por la ventana mientras pensaba las cosas. Aún no se había acostumbrado a tener que dormir, tener cuidado personal y todas esas cosas. Realmente ser un Dios le había hecho perder esas costumbres, y gracias a eso le estaba afectando.

Eso era bastante obvio gracias a su físico, tenía el pelo bastante largo al punto que le llegaba a los hombros, unas grandes ojeras estaban debajo de sus ojos además que su piel era tan pálida como la luna. Era normal que muchos murmuraran cosas al verlo, ¿No? Se bajó de la cama sin acostumbrarse a usar zapatos o chanclas de nuevo, agarro sus lentes redondos de la mesa de noche con cautela. Cuando era un Dios siempre se la pasaba descalzo por Galmega ya que ni la peor cortada de vidrio le hacía sangrar. Camino lentamente tratando de no despertar al híbrido bajando por las escaleras dispuesto a ir a la zona de la cocina. Se sentía algo cansado pero no podía dormir cosa que le estaba haciendo enloquecer.

Se agachó enfrente del refrigerador buscando algo para comer o alguna bebida, encontrando un frappé embotellado. Sin pensarlo lo agarro y se levantó rápidamente, causando que un mareo se le atravesará gracias a sus faltas de vitamina.

"Deus stabilitatis, ignosce mihi sanctuarium tuum profanando..."

Esa voz resonó por su cabeza, cómo pudo se recompuso apoyándose con la nevera. Un suspiro salió de sus labios comenzando a sentir su cuerpo tambalear.

Cómo pudo, dejo la bebida sobre la barra de la cocina comenzando a dar pasos torpes hacia la salida del restaurante. El sol brillante comenzaba a formar unos colores preciosos debido al amanecer, si fuera otro tipo de momento se quedaría embobado viendolo. Pero por ahora, sintió como un lazo le empezaba a jalar con bastante fuerza, ¿Y quién era el para negarse? Casi como si supiera a dónde ir, comenzó a caminar por el camino de piedra, raspando sus pies descalzos causando que jadeara por lo bajo. Su mente se encontraba en blanco y realmente no sabía lo que estaba haciendo, solo se daba cuenta de la realidad cuando de vez en cuando pisaba una piedra o algo que le pudiera lastimar.

No vio a tantas personas en el centro del pueblo, cosa que era bastante normal ya que apenas estaba amaneciendo. ¿Acaso era el único loco que no se despertaba tarde? Pronto sintió el pasto tocar su piel, fue un alivio el pensar que ya no se golpearía con la piedra rasposa. Algunas voces familiares se escucharon a lo lejos pero el seguía en su trance, casi sin pensarlo ya estaba entrando al portal del pueblo verde.

En los dos días que había estado ahí atrapado en ese pueblo, no había tenido el valor de cruzar ese portal de su pueblo. ¿Cómo podría ver a sus chicos asi como si nada? Una parte de el tenía miedo de que nadie lo recordara, que simplemente haya sido una etapa más y ya lo hayan olvidado por completo. Suponía que esa era la razón exacta de su miedo constante, ya que tenía tantas ganas de verlos. En el tiempo que estuvo en Galmega, ya había olvidado incluso sus rostros, ¿Cómo era exactamente AxoZer? Solo recordaba sus colores, su cara era nublada.

Su corazón se retorció al sentir el ambiente familiar, sin embargo no retrocedió y comenzó a seguir los caminos de piedra, notando las torres y la tienda de Ari. Por Dios, ya había olvidado incluso como se sentían las brisas del agua de la fuente.—tam nota...

Ahi fue cuando parpadeo, una explosión de sentimientos acumulados comenzaron a atacarle. Volteo a todos lados hasta encontrar el camino hacia el teleférico, ¿Podía seguir funcionando? A decir verdad se miraba muy distinto el pueblo. Podía ser por las explosiones que el profeta causo por los pueblos... Tal vez tuvieron que remodelar todo por su culpa.

𝙎𝘦𝘳 𝙪𝘯 𝘿𝘪𝘰𝘴 𝙣𝘰 𝙚𝘴𝘵𝘢 𝙩𝘢𝘯 𝙢𝘢𝘭━𝙎𝘱𝘳𝙪𝙖𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora