Capítulo 23

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Maratón 1/3

Jake.

—¡OMG! —La voz de Danna resonó por todo el pasillo ensordeciendo mis oídos. Me acerco a ella para tapar su boca con mi mano. Sam se mantenía en su lugar roja de la vergüenza. —¿Le estabas metiendo la lengua? —Murmura contra mi mano. La cara de Sam se torna roja hasta las orejas, muerde su labio inferior y baja la mirada escondiéndose detrás de mí.

«Carajo, Danna sí que tenía el don para arruinar el momento. ¿Cómo le explicaría a Sam que no era mi intención que nos vieran de esta manera?».

—Iba a hacerlo hasta que llegaste. —Murmuro molesto, ahogo aquél grito de sorpresa que iba a escapar de sus labios mientras apreto mi mano contra su boca áun más fuerte. Me suelta una mirada pícara antes de levantar las cejas de una manera ridícula. Sam, por su parte se mantuvo detrás de mí y soltó un pequeño grito al oírme responderle a su amiga. La mirada de Danna era de diversión, me lamió la mano haciendo que retroceda topando a Sam sin querer.

—¡Diviértanse!. —Danna se va dejando un silencio sepulcral.

—¿Estás.. —Cuando volteo a ver a mi novia oculta su cara en mi pecho sin decir nada más.

—Solo vámonos de aquí. —Murmura, levanta la cara y me sonríe. Toma mi mano y comienza a caminar para salir del pasillo. Cuando cruzamos el pasillo mientras caminamos no puedo evitar observar como los chicos se la quedan viendo, le sonríen y la saludan pero ella simplemente pasa de largo, como si no... los viera.

—Te están mirando todos, ¿Siempre es así? —Murmuro cuando nos detenemos afuera de su salón.

—Si, siempre ha sido así, pero, ¿eso qué?, lo que importa es que yo solamente te veo a tí. —Sonríe mientras toma mi mejilla y la acaricia.

—Sam, yo...

—¡Hola, bombón! —Una voz familiar llega de golpe junto a nosotros haciendo saltar a Sam del susto. Apreto los ojos con fuerza al notarla muy cerca de mí.

—Mari, no es momento para...

—¡Oh, cariño, tú tranquilo, ya te superé! —Ríe y se toma mi brazo como prisionero mientras levanta una tarjeta. —He venido a invitarte a mi cumpleaños, es hoy. Tienes que ir. —Sonríe, toma mi mano la cuál sostenía la de Sam, deja la tarjeta en ella. Trago saliva fuertemente al sentir una mirada llena de ira la cuál si fuera posible desprendiera fuego hasta incinerarme.

—Lo siento, estaré con mi novia hoy, no podré...

—¡No te preocupes, bombón, puedes llevarla! —Restriega descaradamente sus senos en mi brazo mientras sonríe de manera hipócrita, cierro los ojos con temor al saber lo que me espera cuando ella se vaya.

—Iremos. —Un brazo tira de mí con una fuerza asombrosa. —¿Verdad, mi amor? —Abro los ojos sorprendido, veo a Sam a mi lado con una sonrisa forzada. —¿No es verdad mi amor?. —Veo como sus dientes se apretan aún más y asiento sin decir nada.

«Dios mío, sálvame, sé que he sido un hombre malo, un mal chico, que merezco ir al infierno más de mil veces y aún así mi castigos nunca serían perdonados. Pero por favor, sálvame de la ira de esta mujer celosa, te lo pido por lo que más quieras».

Trago fuerte al ver como Sam y la pobre chica que está aquí en frente de nosotros arriesgando su pobre vida se observan como si fueran a matarse.

—¡Genial! —Sonríe Mari, se acerca a mí de manera cautelosa, besa mi mejilla y se separa.

«Si las miradas mataran, esta chica encajaría muy bien en la sección de los coladores».

—Te veo ahí, bombón. No faltes, si pierdes la tarjeta no importa, sabes muy bien en dónde vivo. —Me giña un ojo antes de marcharse. El pulso se me acelera al sentir la fuerza con la que Sam se adhiere a mi brazo.

—¿Bombón?, ¿Qué carajos fue eso? —Sam me suelta separándose de mí.

—Cariño, no es lo que cre...

—¡No me digas "cariño"!

—La conocí en una fiesta, nos besamos y nada más, desde ahí se obsesionó conmigo.

—Pareciera que hubo algo más. —Sam cruza sus brazos bajo su pecho levantando sus lindos pechos, el cuello de la blusa baja un poco dejando observar aquella piel de ceda. Su cara de molestia es evidente, pero no puedo pensar en otra cosa que no sea lo hermosa que se ve de esa manera, con las mejillas rosadas, soltando calor, como si pareciera que hubiera acabado de... —¡Te estoy hablando! —Aquél grito me saca de mi trance de inmediato.

—Mi amor, ¡La tipa está chiflada! —Me acerco con pasos lentos pero seguros hasta ella. —Sé en dónde vive porque ahí fue la fiesta en donde nos conocimos. No iremos, ¿Verdad?

—Claro que lo haremos. —Murmura, se aleja de mí e ingresa a su salón.

—¿Y mi beso? —Susurro al verla mirarme desde la pequeña ventana que tiene la puerta.

—Que te lo dé ella.

—Te apuesto a que no me lo negaría. —Sonrío al verla abrir la puerta y tirar de mí hacia adentro del salón.

—Solo yo te puedo besar. —Toma mi cara entre sus labios y me besa de manera feroz, tan fuerte como si me odiara, se apega a mí tanto como si quisiera que nos fucionáramos. —¿Entendido? —Acomoda su uniforme con delicadeza mientras yo solamente la observo atontado asintiendo con la cabeza. —Ve a tu salón, te veo ahí. —Deja un corto beso en mis labios antes de irse a sentar. Salgo de su salón sonriendo como un imbécil, llego hasta mi puesto y me siento a esperar que pasen las horas como de costumbre. El reloj sigue girando mientras mi beso con Sam se repite una y otra vez.

«Mierda. Estoy enamorado de ella hasta la última célula de mi cuerpo».

El timbre suena, me quedo en mi lugar hasta que veo a todos salir. Me levanto aún atontado, las piernas me tiemblan al verla salir se su salón agitando su hermoso cabello rizado, un rizo se cruza ante sus ojos, molesta la intenta quitar.

—Déjalo quieto. —Río al estar al fin cerca de ella. —Te ves hermosa con el de frente.

—Me veo hermosa de todas las formas. —Sonríe y dejo un beso en sus labios. —¿Nos vamos? —Tomo su mano y caminamos hasta la salida del colegio, ambos estamos en silencio y mientras ella tararea una canción sin decir nada más yo lo único que hago es observar lo linda que se ve haga lo que haga. Hasta con respirar es hermosa.

Nos detenemos cuando estamos en frente de su casa, me quedo en silencio mientras sostengo sus manos y no dejo de apreciar lo hermosa que se ve.

—¿Pasas por mi a las 9? —Pregunta mientras posa aquellos ojos color café cargados en mí. Aquella mirada brillante me hace dejar el planeta un par de segundos antes de que su voz me trajera de vuelta junto a ella.

—¿Estás segura de que quieres ir? —Pregunto preocupado.

—Claro, ¿Por qué no? —Sonríe y besa mis labios. —Te quiero. —Murmura al separarse suavemente. —Nos vemos luego. —Se separa de mí antes de entrar a su casa, suspiro al perderla de vista y me giro para comenzar a caminar hasta mi casa.

«Esta será una noche larga».

Una Ilusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora