ALMA
Toqué la puerta del aula sintiendo el peso de la presión caer sobre mis hombros. Estaba harta de las charlas de moralidad que me daba la directora cada lunes por la mañana. Me perdía la mitad de la última clase, que era irlandés y aunque le ponía mucho empeño, no me podía dar más igual esa asignatura.
Al cabo de unos segundos entré dentro y miré a la profesora octogenaria que ni siquiera detuvo la clase. Octogenaria no era, pero vamos, sí lo suficientemente mayor como para que se jubilara y dejara de joder a los alumnos. Estaba tan acostumbrada a que interrumpiera a mitad de clase, que ya ni me dirigía la palabra. Me dejaba pasar y seguía a lo suyo.
Anduve hasta el final del aula y me senté en la última fila al lado de Pau. Dejé el bolso en el suelo y el catalán colocó su libro en medio para que pudiéramos compartirlo.
- ¿Todo bien? -se interesó.
- Luego te cuento -no podía decirle que sí porque aunque no fue mal, aquel día Gabrielle se pasó con sus insistencias.
Pau bordeó mis hombros con su brazo y me atrajo hacia él. Me besó la mejilla y giré la cara aguantando las ganas de llorar que tenía. Por culpa de la impotencia y del miedo estaba dejando pasar mi vida. Apenas comía y solo dormía cuando tenía a Pau al lado. Que no fueron todos los días, solo unos pocos en los que él se venía a mi habitación porque compartía cuarto con un chico llamado Héctor. Llegó dos semanas después de que iniciaran las clases y se incorporó al equipo de fútbol. Era guapo, demasiado quizás. Tenía a todas las chavalas loquitas y yo hubiera sido una de ellas sino llevara rayada por Cubarsí desde el inicio de curso.
- Alma -susurró.
- Quedan quince minutos, Pau -dejé caer las palabras sintiendo que me iba con ellas.
Seguía con su brazo sobre mis hombros. Al estar en última fila, la señora Margot apenas nos veía. Entre que le fallaba la vista y que nuestros compañeros nos tapaban, fue más fácil evadirnos de la clase.
Él me miró como hasta la fecha lo había hecho, con esa intensidad y ese deseo inquebrantable. Con esa fuerza que conseguía que me evadiera de lo que pasaba a mi alrededor. Mirándome a los ojos, alternando en uno y otro hasta que acabó curvando sus labios ligeramente hacia arriba. Sentí como mi respiración se volvió errática, causaba ese efecto de desenfreno en mí.
- Te veo mal -acarició mi mejilla y con la otra mano tiró de mi silla para tenerme más cerca.
- No puedo más. No aguanto -tragué saliva.
Apaciguar los nervios, las ganas de llorar y las náuseas no fue nada fácil. Hasta la fecha, mis charlas con Gabrielle habían sido normales, muy incómodas, pero no me había sentido ridícula. Pero aquel día fue muy distinto a las otras veces y tuve que salir de allí con la cabeza alta mientras tenía los ánimos por los suelos.
- ¿Nos vamos? -sus ojos bajaron hasta mis labios-. Si total esta asignatura la vamos a suspender.
- No quiero otro parte, ya llevo dos y solo llevamos un mes de clase.
Pau sonrió y no se aguantó las ganas. Me dio un beso en los labios, ignorando por completo que estábamos rodeados de compañeros. Miré a mi alrededor, con miedo de que alguien pudiera habernos visto, pero parecía que nuestros compañeros estaban demasiado aburridos con la clase como para estar mirando cualquier otra cosa que no fueran sus móviles.
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Royal ▪︎ PAU CUBARSÍ
FanfictionALMA Creía que lo tenía todo para brillar, que el mundo estaba bajo mis pies y que era capaz de conseguir todo lo que me propusiera. Pero de la noche a la mañana mi vida cambió, le dejé entrar y desde entonces comencé a vivir una condena que acabarí...