7 - Propuesta y consecuencias.

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Aegon estaba furioso

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Aegon estaba furioso. Nadie en la Fortaleza Roja parecía tener idea de dónde estaba su pequeña princesa. Su hija había desaparecido, y lo había hecho frente a toda la Guardia Real, lo que hacía que su enojo se intensificara aún más. ¿Cómo podía ser posible aquello? No sabía si alguien la había secuestrado o si, de algún modo, había huido por su propia cuenta, algo que le parecía poco probable. Su hija era una joven doncella y jamás la habría creído capaz de escapar del castillo por sus propios medios.

Sin perder tiempo, Aegon movilizó a toda la guardia de Desembarco del Rey. Estaba desesperado, y la idea de que su hija estuviera en peligro lo empujaba a revisar cada rincón y remover cada piedra de la ciudad si era necesario. La encontraría, sin importar lo que costara.

Daena intentó convencer a Nymor por todos los medios de que huyera

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Daena intentó convencer a Nymor por todos los medios de que huyera. Ella podría distraer a los guardias para darle tiempo, pero él se negó con firmeza, asegurando que no era un cobarde y que no huiría de su lado.

Incapaz de cambiar su decisión, Daena se preparó para lo peor. La situación era crítica; sabía el riesgo de ser hallada con un hombre sin la aprobación de su familia. Sin embargo, al mirar los ojos de Nymor, encontró una serenidad inesperada que le transmitió valentía.

De pronto, el sonido de cascos acercándose rompió el silencio, y antes de que Nymor pudiera reaccionar, Daena se colocó frente a él en un intento de protegerlo, justo cuando Ser Corlys Velaryon llegó con una escolta de guardias.

-Princesa Daena -dijo Corlys, visiblemente sorprendido de verla junto a un hombre desconocido-. Su padre la está buscando por toda la ciudad.

Daena respiró profundamente, tratando de mantenerse firme. No tenía muchas opciones.

-Llévame con él -respondió finalmente, decidida.

Corlys extendió su mano para ayudarla a subir al caballo. Antes de aceptar, Daena miró a Nymor una última vez, y él le sonrió, sereno. Esa expresión le dio el valor necesario, y, sin más, subió al caballo.

-Llévense al hombre -ordenó Corlys-. Que se presente ante el rey.

-¿Qué? ¡No! -gritó Daena al ver cómo uno de los guardias empujaba a Nymor, haciéndolo caer pesadamente-. ¡Déjenlo en paz!

La Joya Del Reino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora