CAPÍTULO 11

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Están los pensamientos que nos duelen, son esos que tu mente crea en el momento menos indicado, solo para dañarte mas de lo que ya estas. Están los que te hacen sonreír, ante un recuerdo, una imagen, una canción, lo que sea. Están los que te hacen dudar de quién eres al ver que tu objetivo no es el esperado, y están los que al pensarlos, solo te preguntas qué demonios con todo. Pensamientos ridículos para ti, pero tan ciertos para el resto.

A decir verdad, hay miles de pensamientos dando vueltas en nuestra mente, los cuales de alguna forma se hacen presentes en nuestras acciones o estados de ánimo. Hoy yo me estoy basando en el último que nombre, los pensamientos ridículos.

Desde mi dia con Zoey, viendo películas animadas, y riendo como cuando eramos unos niños, no dejo de pensar en ella, y en cómo me sentí al estar a su lado de tal forma. Y al pensarlo, me siento como ese niño de cinco años que quedó encantado ante la hermosa, y dulce sonrisa con la que me recibió. Los pelos de mis brazos se erizan cuando pienso en ese día, sonrío ante el recuerdo de su sonrisa, o de su risa. Me quedo pensativo preguntándome que demonios me ocurre, por que tengo el ridículo pensamiento de que soy un niño otra vez, me pregunto por qué me siento diferente con ella. Y todo se reduce a algo estúpido, porque pensar en Zoey de esa manera es estúpido. Hoy ella está con Jude, y yo con Maddie. Ambos somos felices con otras personas, y somos felices viendo al otro feliz.

Prefiero guardarme esos tontos pensamientos, prefiero no hablarlo con nadie. Ronny solo me diría "te gusta Zoey" y no quiero escucharlo decir esa estupidez. Si lo hablo con Paul, compartiría el mismo pensamiento, solo que le agregaria alguna broma. Y con Maddie no puedo hablarlo, nuevamente dudara sobre Zoey y pensara que siento algo por ella, cuando no es así, y no quiero lidiar otra vez con lo mismo. Así que mejor no digo nada, de todos modos son solo pensamientos absurdos.

Es viernes, y tengo hora libre ya que el profesor tuvo que faltar por problemas familiares. Me encuentro sentado en una de las bancas cerca del gimnasio, leyendo un libro, aprovecho para adelantar la lectura que pause por los estudios.

–Creo que eres el único alumno que al tener hora libre se pone a leer un libro –esa voz familiar logra quitar mi atención del libro. Zoey se encuentra parada delante de mí, con las manos en los bolsillos de su chaqueta. En cuanto nuestros ojos se conectan, me sonríe, y se balancea levemente, como si fuera una niña inocente pidiendo dulces a su padre. Su rostro está más iluminado y tranquilo que desde hace dos días, y se con exactitud que esta mejor.

–Siempre que haya un tiempo libre es una excusa para leer –me sonríe y se sienta a mi lado– De todos modos ¿que haces aqui?

–La profesora de lenguaje está tomando lección, y deja salir al que ya la dio.

–¿Como te fue?

–Bien. Un ocho.

–Eso es bueno –asiente– Te veo mejor...

Zoey me sonríe y ahí está el efecto de su sonrisa sobre mi cuerpo.

–Estoy mejor –vuelve a sonreír– Hable con papá, bueno... digamos que él aflojó antes de que yo lo hiciera. Vino a mi habitación anoche, tuvimos cinco minutos en silencio y me pidió perdón. Yo tambien le pedi perdon, me abrazo porque me puse a llorar y me dijo que no está decepcionado de mi.

–Te lo dije, Zoey –le sonrío y asiente.

–Estuvimos hasta tarde hablando, recordando anécdotas, y me escuchó hablar sobre Jude –sonríe, y me duele el estómago– Cuando nos quisimos dar cuenta era de madrugada, y solo nos fuimos a dormir.

Me mira con ojos felices y le sonrío.

–Me alegra saber que están bien.

–Ahora solo tengo que hacer las cosas bien.

Siempre fuiste tú (#3 A través de ti)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora