Minji estaba sonriendo. La aspereza del filtro de su cigarrillo acariciaba el borde de sus labios mientras le daba una profunda calada. A poca distancia Yoohyeon reclamaba y gruñía fastidiada porque su viejo y decadente saco de boxeo finalmente había terminado por romperse del todo.
—Seguro ahora usará tu culo para practicar. —Se burló Gahyun ganándose una risita baja en respuesta.
Siyeon intentaba tranquilizar a Yoohyeon. Explicarle que había dos sacos más de boxeo y que podía seguir usando otro. Sin embargo, no. Su dueña parecía tener una pequeña ligadura emocional a ese bulto de cuero azul y arena que se encontraba en el suelo.
—¡No quiero otro! —Gritó encolerizada.
Minji rodó los ojos y botó el humo por la boca. Yoohyeon era alguien bastante caprichosa y cuando su poca paciencia se sumaba, el resultado no era muy agradable.
—¿Qué le pasó a la cavernícola de tu novia? —Preguntó Sua llegando al lado de Minji.
Tenía un pómulo hinchado y teñido de matices rojizos. Minji frunció el ceño y recordó la escena del desayuno donde Sua se peleó con una de las chicas de la mesa por una estupidez. Sí, estupidez. Ya que definitivamente no era algo muy importante quien tuviera el cabello más rubio y, sin embargo, Sua había reaccionado bastante mal cuando la otra chica le dijo que solamente era "una mal teñida". Un espectáculo digno para comenzar el día. Con Yoohyeon celebrando la "pelea de gatas" como lo había gritado a todo pulmón y con Siyeon vitoreando a Sua, "rubia loca, te amo."
—Rompió su saco de boxeo. —Respondió Minji con voz traviesa—. Y ahora está como yegua en celo.
—Mujeres. —Se burló la rubia tomando el cigarrillo de los labios de Minji.
La castaña se encontraba sentada en aquella banca donde siempre se sentaban para ver a las chicas entrenar. Si aquello fuera una mala comedia norteamericana, serían algo así como las porristas, pero Minji no tenía pompones ni falda, solamente un desgastado short y una camiseta dos tallas más grandes que tenía el aroma de Yoohyeon. Tampoco animaba, ni siquiera le dirigía la palabra y aun así, a Yoohyeon parecía gustarle verla ahí. No lo decía, pero Minji podía ver atisbos de sonrisas en el rostro de su dueña cada vez que ella aparecía por la puerta para quedarse horas sentada, sin hacer nada más que fumar y ver a Yoohyeon lanzar golpes.
—Oye Jiu, ¿cómo está Mina?
—Mejor. En unos días saldrá de la unidad médica.
—Genial.
Nadie dijo nada más al respecto. No querían recordar el suceso del día anterior cuando Mina fue pillada en las regaderas, abusada y golpeada. Era la única del grupo que no tenía a alguien que velara por su seguridad y la marcara como propia, dando la oportunidad a las abusivas para hacer y deshacer con ella.
—Mira quién viene. —Señaló Gahyun a la entrada. Yuna se encontraba ahí, con sus ojos de cachorro en busca de Yoohyeon—. ¿Todavía piensa que Yoohyeon la protege?
Minji se encogió de hombros. Como Yoohyeon la había defendido una vez, y debido a que la chica prácticamente vivía pisándole los talones, al parecer se había generado un pensamiento colectivo de que la chica era una protegida de la emperadora. Preferiría que no fuera gracias a Yoohyeon que el trasero de Yuna estuviese a salvo, pero tampoco iba a desmentir tales rumores... Su conciencia no la dejaría dormir si llegaba a hacerlo. Quizá estaba siendo tramoyista, fingiendo actuar por el bien de alguien más cuando lo único que quería era no sentir culpa. No le importaba. Vio a la chica caminar hasta Yoohyeon y para su grata sorpresa, su dueña la miró en el acto. Yoohyeon pasó saliva y le dio un sorbo a una botella de agua que reposaba en el suelo; Minji tuvo que apretar los labios para que estos no se curvaran en una sonrisita triunfal. En su lugar, sacó el cigarrillo de sus labios y sin quitar la vista de Yoohyeon, llevó su dedo corazón e índice a su boca. Lamiendo el borde de estos con sus tiernos labios de manera mundana; sacando su lengua. Un pequeño recordatorio de lo ocurrido.
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P R I S I O N E R A (Jiyoo)
FanfictionCuando Kim Minji escuchó la sentencia del jurado, el mundo se desmoronó ante sus fanales vidriosos e índigos, condenada a cinco años de prisión por una negligencia médica que no cometió, fue trasladada hasta una prisión de máxima seguridad, tenía su...
