✨Capitulo 2✨

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Marcus kendrick:

Mi mente está en blanco mientras corro por el bosque Eberdel. Cada paso retumba en mis oídos como un eco de desesperación, y el dolor, implacable y ardiente, adormece mis sentidos, dándome la sensación de que mi carne se quema viva. Pero ese no es el mayor de mis problemas en este momento; el bosque Eberdel no es solo un lugar de sombras y silencio, sino un refugio repleto de bestias. Criaturas salvajes que acechan entre los árboles, guardianas de secretos, y que mantienen a los humanos a raya, permitiendo que las manadas permanezcan ocultas y dispersas. Pero a pesar de su protección natural, eso no evitó que los cazadores nos encontraran.

La manada más cercana está a algunas horas, y con suerte, si no encuentro obstáculos en el camino, podremos llegar al amanecer. Esa es nuestra mejor oportunidad. No es cualquier manada; es la manada del Rey. Un lugar donde la seguridad y el poder se entrelazan en sus murallas y hechizos.

Con la idea clara y la certeza de que es la mejor opción para Asterin, decido emprender el extenso y peligroso viaje. La pequeña duerme en mis brazos, y mientras la sostengo con firmeza, intento amortiguar cada paso para que no sienta el ritmo acelerado de mi huida. Aumento la velocidad, impulsado por la urgencia de alejarnos de los cazadores que nos pisan los talones.

Cada árbol a mi alrededor parece un reflejo del anterior, como si el bosque intentara confundirme. Si no fuera por mis sentidos agudizados, juraría que estoy dando vueltas en círculos. Pero mi instinto me guía, y a lo lejos, el murmullo de un río rompe el silencio, dándome una nueva esperanza. Los ríos fluyen de norte a sur, y la manada está al norte. Si sigo el cauce, debería llegar a nuestro destino.

Me dirijo hacia el río, ajustando mi rumbo para avanzar junto a su orilla, con la esperanza de ver alguna señal de que estamos cerca de la manada.

La brisa helada se clava en mi rostro, un recordatorio de la noche fría que nos rodea. No puedo evitar estremecerme ante la sensación eléctrica que recorre mi cuerpo, un aviso silencioso de peligro. Los pelos de mi nuca se erizan, y un suave clic resuena a pocos metros. Giro discretamente y veo, con el corazón martillando en mi pecho, cómo un cazador me apunta con una lanza de plata, montada en una ballesta.

No tengo otra opción; empiezo a correr con todas mis fuerzas. Sé que no puedo transformarme mientras sostengo a Asterin, pero mi velocidad es lo único que nos mantiene con vida en este instante. El olor penetrante a sangre de lobo que despiden los cazadores detrás de nosotros enciende una llama de rabia en mi interior. Es la sangre de los padres de Asterin, derramada sin piedad, y es también el rastro de la masacre que llevó a mi manada a la extinción.

—¡Atrapen a ese hombre lobo! —grita uno de los cazadores, su voz destilando odio.

Mis sentidos se agudizan aún más cuando percibo otro olor: el de las bestias del bosque. Criaturas salvajes, depredadores que atacan sin distinción de especie, una fuerza de la naturaleza que acecha a quienes se atreven a adentrarse en su territorio. Se dice que estas bestias son descendientes de hombres lobo antiguos, condenados por la diosa Luna debido a su crueldad y rebeldía, transformados en seres que jamás podrían ver la luz del día.

Cuando salía a patrullar con Bryson o con algún guerrero de la manada, siempre evitábamos cruzarnos con estas bestias. Si bien no son tan fuertes como nosotros individualmente, en manada pueden causar estragos devastadores.

—¡Bestias! —grita otro cazador.

Es la oportunidad que necesito. Aprovechando que las bestias atacan a los cazadores, aumento mi velocidad, dejándolos atrás. El eco de sus gritos y el sonido de la carne desgarrada me persiguen, pero ya no me detengo. El alba comienza a despuntar, bañando el cielo con un tenue resplandor, y tras horas de esfuerzo, por fin estamos cerca de la manada del Rey.

✨ Noches de Luna y Deseo ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora