—Sí. Fue poco antes de que Yoohyeon la asesinara... En realidad yo ya sabía que estaba algo trastornada. —La chica se estremeció ante lo que pareció ser un recuerdo—. Decía cosas raras y me hablaba sobre obedecer y ser una buena niña.
—¿Podemos no hablar de esto? —La voz de Minji vaciló.
El recuerdo de Shuhua era algo que había suprimido completamente en su cabeza. Estaba muerta, justo como Jean y ya no podía lastimar a nadie. No podían...
—Sua, tu viste cómo Yoohyeon la mató, ¿verdad?
—¡Sí! Fue increíble y escalofriante. Un corte rápido en la garganta. —Sua deslizó un dedo índice por su cuello—. Y cayó directamente al suelo.
Minji se levantó y salió del comedor. No podía seguir el hilo de aquella conversación, no podía hablar sobre Shuhua o Jean sin sentir arcadas. Recordaba cuánto investigó sobre ese tipo de depredadores sexuales, siempre aparentando ser amables. Buscando el lado vulnerable de su víctima para explotarlo. No quería admitirlo, pero Minji se alegraba de que estuviera muerta...
—Hey, Jiu. —Sua llegó a su lado, colgándose de su brazo y con una enorme sonrisa—. Ellas no saben sobre... bueno, son unas idiotas. No te enojes.
—No me enojo, solo, bueno... Uhm, no puedo estar ahí cuando hablan sobre ella.
—Y es perfectamente normal. Dejemos que esas envidiosas fantaseen con nuestras mujeres mientras nosotras vamos al patio y recibimos un poco de sol.
Minji asintió. La idea de recibir un poco de sol no parecía tan mala en ese momento. No debía ir a la unidad médica hasta pasado el almuerzo así que tenía bastantes horas libres para no hacer nada. Como cada día.
Se sentaron en unas bancas que daban a un cuadrado de tierra que algunas de las reclusas usaban como ring de juego para practicar. Yoohyeon rara vez lo hacía ya que en su mayoría entrenaba en el gimnasio. Unas mujeres de grandes proporciones se encontraban ahí, practicando golpes y bromeando. Sua gritó algunas obscenidades en dirección a ellas y ambas rieron cuando las mujeres se sacaron sus camisetas y comenzaron a presumir sus cuerpos.
—¡¿Eso es lo que presumen?! ¡Pero si parecen sacos rotos de carne de cerdo! —Minji apenas podía respirar debido a las carcajadas que brotaban de su boca.
Aferrándose a su estómago y escondiendo su rostro en sus rodillas. Sua chiflaba mientras sacudía una mano con desdén para que se alejaran.
—C-creo que me hice pis. —Susurró Minji entre risas.
—Sí, bueno... —Sua también reía, con su rostro hacia el cielo y ojos cerrados—. Es genial tenerte aquí, Jiu. Eres la primera chica que realmente puedo llamar amiga en este hoyo de mierda.
—Tienes un montón de amigas, Bboya.
—No. Lo sabes, Jiu. No es lo mismo. —Minji enmudeció su boca para conceder veracidad a las palabras de la excéntrica rubia—. Solo espero que todo siga igual después de la fosa.
—¿La fosa? —Minji ladeó su cabeza, sin saber de qué hablaba Sua.
—¿Yoohyeon no te ha hablado de eso?
—Uhm. No, no me ha dicho nada. ¿Qué es?
—Oh, Jiu. ¿Por qué siempre me toca la mierda a mí?
La mirada de Sua cayó y Minji sabía que no iba a gustarle para nada lo que la rubia iba a contarle.
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Esa noche había algo diferente en el Under. Se podía escuchar a las reas aullar, ser coyotes hambrientos de la estepa mientras la parca danzaba en el fúnebre antro arrebatando las vidas de los caídos. Esa noche comenzaban las preparaciones para la fosa. Los capos lucían a sus peleadoras como fieras de combate, llamando la atención de quienes soltarían grandes cantidades de dinero en apuestas. Esa noche el Under se teñía de rojo para divertir a la pletórica mafia. Sentados en opulentos asientos de cuero animal, con mujerzuelas sobre sus regazos y habanos en sus bocas. Alcohol llenando sus copas y hombres armados resguardándolos. Apartados de la casta presidiaria, de las criminales que servían para embravecer la noche con sus rugidos y sus cuerpos menoscabados. Ocurría en ese momento, mujeres defectuosas que alentaban a las bestias arriba del ring mientras las sombras creaban dibujos en las pieles de cada hombre y mujer presente; mientras ocultaban miradas y pérfidos deseos.
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P R I S I O N E R A (Jiyoo)
FanfictionCuando Kim Minji escuchó la sentencia del jurado, el mundo se desmoronó ante sus fanales vidriosos e índigos, condenada a cinco años de prisión por una negligencia médica que no cometió, fue trasladada hasta una prisión de máxima seguridad, tenía su...
