.•01•.

1K 102 41
                                        

Tomás siempre fue un buen amigo para Rodrigo Carrera, y cuando había llegado a casa, llorando, no dudó en hacerlo entrar. Le sirvió un vaso con agua para lograr calmarlo y así poder escucharlo, poder oír todos los balbuceos sin sentido que soltaba.

Juan ingresó minutos después con la pequeña Victoria en brazos, sin embargo, al ver a Rodrigo llorando sin control alguno, hizo un gesto de sorpresa atónita. No hizo preguntas, sólo se llevó a la niña lo más rápido que pudo de allí.

Sin embargo, Carre alcanzó a oír las palabras inocentes de la pequeña:

-¿Por qué tío Rodri llora?

Su corazón se quebró un poco más.

Tomás no lo presionó a hablar, esperando en silencio a que se calmara, a que pudiera tener la suficiente tranquilidad como para poder decir algo. Eso llegó segundos después, con Juan entrando al comedor. Su torpe amigo se sentó al lado de Tomás, tomándole la mano a su novio, y esa visión lo hizo sentir patético y miserable.

-Spreen me pidió el divorcio.

Su mejor amigo abrió los ojos por la sorpresa, en tanto Juan soltaba una maldición, aturdido.

Por supuesto, nadie se lo esperaba. ¿Quién iba a pensar que Iván le pediría aquello cuando fue él quien dio siempre los primeros pasos para todo?

Cuando se conocieron, fue Iván quien lo salvó de ser objeto de burlas en la preparatoria, debido a lo asustadizo y torpe que fue Carre el primer día de clases.

Fue Iván quien le pidió salir y quien le dio un beso.

Fue Iván quien le dijo que deberían irse a vivir juntos.

Fue Iván quien le pidió matrimonio.

Y, ahora, parecía ser Iván quien quería acabar con todo.

Sin embargo, a pesar de que pareciera que era Spreen quien tenía que tomar esas decisiones, no era como si Rodrigo nunca hubiera puesto de su parte. Carre era, como veía todo el mundo, la persona que podía sacarle una sonrisa enamorada a Iván con una acción tan tonta como un beso sorpresivo, y la única persona que lo hacía bajar las defensas totalmente, haciendo que se comportara de una forma infantil e, incluso, caprichosa.

Para todo el mundo, no había Iván sin Rodrigo, y no había Rodrigo sin Iván, porque hacían una de las parejas más bonitas y honestas que se podían ver.

Pero, al parecer, las cosas no eran tan felices como le mostraban al resto.

-¿Por qué? -preguntó Tomás en voz baja.

Los labios de Rodrigo temblaron.

-Dice que no me ama -su tonó se rompió y las lágrimas volvieron a salir. -Ya no me ama, Tomi. Spreen ya no me ama.

Rodrigo quería negarlo, ver lo inevitable, pero no era tonto, y mucho menos un adolescente enamorado: si Iván lo decía, era cierto.

Porque Iván jamás le mentiría con algo tan importante como eso, Rodrigo lo sabía.

Spreen siempre era brutalmente honesto con sus sentimientos, tanto que, a veces, no se daba cuenta de que sus palabras le hicieron mucho, mucho daño.

Tomó un poco más de agua.

-Está enamorado de otra persona -barboteó, antes de romper a llorar otra vez, e inmediatamente los brazos de Tomás lo rodearon-. Ama a alguien más. Lo perdí, Tomi, lo perdí...

Su corazón nunca se sintió tan roto como en ese momento: saber que la persona que amaba, con quien compartió tantos años de su vida, ya no le quería como antes, lo dejó de lado, se entregó a alguien más, era como una estaca clavándose no sólo en su corazón, sino en todo su cuerpo, haciendo que todo doliera y se estremeciera.

Haciéndolo ver todo de un horrible color negro, incapaz de ver un poco de luz en medio de tanta oscuridad.

(...)

Iván suspiró, leyendo un informe que su secretario le dejó esa tarde, para luego bajarlo y dejarlo sobre la mesa, cansado.

Recordó los ojos llenos de lágrimas de Rodrigo, su labio temblando, sus mejillas húmedas por el llanto, y se sintió culpable y triste por lo que ocasionó, pero no arrepentido. Tenía que hacerlo.

¿Cómo podía seguir casado con alguien que no amaba?

No era justo para Rodrigo ni para él, así que no podía seguir con esa farsa.

Ya no amaba a Rodrigo, era un hecho claro, pero lo seguía apreciando lo suficiente como para no continuar haciéndole daño con sus acciones.

Tocaron la puerta de su oficina y murmuró un <<pase>> lo suficientemente alto como para que la persona entrara.

Al verlo, sonrió con relajación.

-Tienes un aspecto horrible -dijo el de cabello blanco con una sonrisa dulce, cargando un montón de carpetas.

Dejó salir un bufido, recostándose en la silla, y pronto su amante se acercó, comenzando a hacerle un masaje suave en los hombros.

-Le pedí el divorcio a Rodrigo-le comunicó Spreen, con un tono de pesar.

El peli blanco parpadeó, inclinándose con una expresión triste.

-Oh, lo siento tanto, Iván -le dijo de forma honesta. -¿Estás seguro de esto, de lo que tenemos nosotros? Llevas tanto tiempo con Rodrigo que quizás...

-No digas eso -le interrumpió Spreen con suavidad. -Todavía quiero a Carre, claro, pero es un cariño que le tengo por el tiempo que hemos estado juntos, así que... tengo claro lo que siento por vos, Conter.

Conter asintió, titubeante, antes de inclinarse y darle un pequeño beso en los labios, con timidez y casi pidiéndole permiso.

-Lo lamento mucho por Rodri -murmuró Conter de forma repentina, sin alejarse demasiado.-Debe estar pasándola mal, me siento culpable por hacerle esto, pero...

-Lo va a entender -contestó Spreen, dándole un beso en la mano, serio-. Rodrigo lo entenderá con el tiempo.

Spreen esperaba eso: que Carre pudiera, con el pasar de las semanas, curar esa herida que le hizo a pesar de haber prometido, años atrás, que nunca le rompería el corazón.

Pero las promesas, al igual que los sueños, parecían destinados a ser rotos de cualquier forma y sin posibilidad alguna de poder evitar aquello.

Apego | Rodrivan | Happybear Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum