Caty

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Harry es un complicado recuerdo de su mente, y Louis no lo quiere dejar ir.

ADVERTENCIA: modismos argentinos, es largo, historia TRISTE. Justo abajo de esta parte hay otra que se llama Starbucks, que es linda y feliz y todo lo que esta mini historia no es. Si no creen que este OS sea para ustedes, por favor síganlo de largo. Cuidense de las historias que les hacen mal.

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Este mini OS lo escribí para alguien que quiero mucho. Y como para los gustos no hay reglas, esta historia está creada con base en sus preferencias, para que le guste a ella y a nadie más. La comparto por si, por esas casualidades del destino, a ustedes también les gusta sentir cosas tristes cuando leen.

Feliz cumpleaños, amiga, este Louis es para vos. Ojalá te guste <3.

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[L

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[L.S]

"Siempre fuiste como el sol, mi vida". Murmuró con una sonrisa temblorosa. "Por favor no te apagues por mí".

Louis abrió los ojos con extrema pereza, sintiéndose cansado. Había pasado un tiempo ya, pero todavía no podía acostumbrarse al efecto arrollador de las pastillas para dormir, esa pesada somnolencia que lo acompañaba cada minuto del día. Era insoportable, casi tanto como no saber soñar.

La otra mitad de la cama estaba fría, aunque si tenía que ser sincero tenía que admitirse que su bajo peso tampoco sabía guardar el calor. Prefería culpar al invierno, la verdad, en vez de aceptar la realidad de que era por su propia mano el por qué cada vez se asomaban más sus costillas, por qué sus dedos parecían cada vez más huesudos cuando se acercaban a su rostro para fumar. Su cuerpo ya no sabía cómo gritarle por ayuda, por calorías, por energía para vivir.

Comer con propiedad se había transformado en una tarea difícil desde esa madrugada.

Se paró con mucho esfuerzo, un suave quejido abandonando sus labios resecos al poner todo el peso de su cuerpo en sus rodillas débiles. Dio un paso tentativo, y otro después, así hasta que logró llegar al baño que quedaba al otro lado del pasillo, lejos de la casi calidez de sus sábanas.

No se molestó en mirarse al espejo mientras se cepillaba los dientes, después de bañarse con rapidez y algo de indiferencia. Si tenía algo en claro era que el mundo había seguido girando a pesar de que él aún estaba perdido en el abismo, no le quedaba de otra que adaptarse y subirse a ese carrusel de locura desenfrenada todos los días. Por eso se mantenía limpio, por eso aún seguía presentándose en el trabajo, por eso intentaba funcionar a pesar de sentirse apagado.

No tenía opción de huida posible en ese infierno al que le llamaban vivir.

No pudo evitar el espejo del ascensor del edificio, sin embargo, pero su rostro demacrado no lo impresionó mucho. Tenía el pelo hecho un desastre, tan horrible que hasta mojado se notaba lo reseco que estaba. Las ojeras no eran una sorpresa, parecía no importar las muchas horas que su cuerpo demostraba poder dormir. Pero sus cachetes... buen Dios, decir que era una calavera tétrica sería pecar de optimista, porque realmente estaba descuidado. Horrible, sencillamente horrible.

Larry Stylinson - One Shoots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora