Era un día lluvioso, la calle estaba llena de charcos de agua, uno de esos días donde quisieras estar acostado en tu cama, o viendo la tele, con una cobija, tristemente, era Lunes, y para Roy eso no significaba nada bueno.
Roy era una persona muy alegre, pero desde que todos sus amigos se distanciaron de él, el no podía evitar sentirse, vacío, el odiaba su vida, y constantemente tenía ese pensamiento, que llegaba a su mente como un bólido, algo que lo liberaría de todos sus problemas, ya lo había decidido, esta tarde lo haría.
"Qué más podría hacer? No tengo porque vivir ya, Debería hacer esto? Qué pensarían?" Esas preguntas rondaban si cabeza día y noche, causándole unas ojeras terribles.
Al llegar a su escuela, había algo fuera de lo común, algo flotando en un charco, era un libro, parecía que había estado ahí un tiempo, y justo cuando iba a seguir su camino, algo lo empujó y lo tiró, mientras se tallaba los ojos y se ponía de pie, oyó que alguien le pedía perdón, era una voz rara, como si proviniera de un niño, pero era una voz madura a la vez, en el momento en el que él levantó la mirada, sus ojos se abrieron como platos, no sabía si veía bien, o estaba viendo mal por la caída, era la cosa más hermosa que hubiera visto, tenía unos grandes ojos color de café que se veían más claros por la luz del Sol, pero sin verse absurdos, una tez perfecta, sin ser muy blanca, ni muy morena, una dentadura perfectamente blanca, y alineada, a excepción de un diente chueco, que se asomaba por su boca, pero eso solo lo hacía más único.
Roy no sabe cuánto se quedó embobado, viendo aquella figura, mientras está le decía algo que él no entendió del todo bien, pero sí una gran parte.
- Santo cielo, estás bien? No fue mi intención asustarte, yo solo...- En esa parte Roy se perdió, pero vio qué la figura le tendía la mano, para ayudarlo a levantarse, pero Roy de un salto se puso de pie.
- Ya está, fue solo una caída- dijo con una sonrisa y levantando su pulgar, sin saber de dónde salían esos gestos tan amables, ya que él lo hacía todo con desdén y desgano. Mientras contemplaba más de cerca aquél ángel, vió que tenía una playera amarilla que le llegaba un poco más arriba del ombligo, unos jeans de un color azúl obscuro, unos tenis color verde, un extraño muñeco de felpa color morado, en un bolsillo lateral del pantalón, y un pelo de color rojizo, y un trasero algo grande para ser de (la parte que más le atrajo a Roy) un chico, que era un poco más bajito que él.
- Perdón, no fue mi intención, de verdad, yo quería esto- Dijo tomando y sacudiendo un poco del agua, y mostrándolo a Roy, era un libro de tapa obscura, con una llamativa sticker de un arcoiris en una esquina.
- Y qué es? Por cierto tu te llamas...- Dijo Roy haciéndole un gesto con la mano para que continuara hablando.
- Cierto, me llamo Lum, cómo estás?- dijo sacudiendo la mano que él había extendido, haciendo cara seria- y sobre tu otra pregunta, es mi diario, te gusta?
- Por qué no compraste uno de color arcoiris, en vez de ponerle una sticker? Y, si me permites preguntar, cómo terminó ahí- Dijo Roy señalando el charco donde estaba el libro anteriormente.
- pues, no había de color arcoiris, y emmmm... Se me... calló, ¡sí! Se me calló, del balcón, de allá arriba - Dijo Lum señalando hacia arriba con el dedo.
- Claro, emmmm... Bueno... - Roy estaba dudando.
Lum- Bueno, me tengo que ir a clase, que te vaya bien...- Dice Lum copiando el gesto con la mano de Roy.
- Me llamo Roy, Lum- Dijo copiando la forma en que él lo saludó.
- Bueno, me voy- Dijo mientras se alejó caminando un poco lento, apretando los ojos y los dedos.
- Oye, emmmm, te gustaría venir, tu sabes algún día, a mi casa, digo, si no quieres...
- ¡Claro!- Gritó Lum mientras se volteó, para ver de frente a Roy -Creí que iba a estar solo todo el ciclo otra vez, el viernes? Te parece o...-
- Está perfecto... bueno, nos vemos, ¡adiós!
Ambos caminaron hacia sus respectivas clases, sin saber qué había pensado el otro de ellos, algo felices, por no estar solos de nuevo, y algo nerviosos a la vez, preocupados de cuál sería su final.
Roy no pudo evitar sonreír. Una vez que vió a Lum alejarse lo suficiente, se dirigió al baño, se mojó la cara, y se dijo a sí mismo
- Okey, está bien, conociste a un amigo... - La mirada de Roy se. Vio algo confundida, no seguro de sus propias palabras - O eso espero, no lo eches a perder, o no te lo voy a perdonar... - Se dijo a sí mismo otra vez.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la puerta del baño abriéndose, era Yöck, él era el bully que hay en todas las escuelas, que usaba camisa blanca, y un chaleco azul, o una chamarra negra con mangas blancas. Él se acercó a Roy que seguía recargado en el lavabo sin moverse. Yöck se pegó mucho a él y se le quedó viendo.
- Qué... - Roy lo vió algo nervioso por lo que la última vez le había hecho- ¿Qué pasa...?.
- ¿Tienes miedo? - Preguntó algo divertido, y con una sonrisa en su cara- ¿Recuerdas la última vez?.
La última vez que Yöck había molestado a Roy, le había hecho algo un poco raro, pero que cumplió el propósito que tenía pensado, Yöck y su grupo de matones le habían bajado los pantalones a Roy en público, luego habían pisado los pantalones, haciéndole imposible a Roy levantarlos de nuevo, Roy se agachó para intentar levantarlos, pero alguien lo pateó; los ojos de Roy se abrieron, y se calló de cara, Yöck tomó la cabeza de Roy, y la mantuvo en el suelo, y lo mantuvo así durante unos minutos. Sorprendentemente a Roy no lo marcó tanto, pero sí tuvo pesadillas con ese momento varias veces, todos alrededor de él, Yöck obligándolo a quedarse acostado, dos personas tomando sus brazos por atrás de su espalda, y todos riéndose de él, al verlo en ropa interior, eso sí avergonzó mucho a Roy.
Roy bajó un poco la mirada, y luego la levantó otra vez, al ver que Yöck no decía nada, Roy decidió caminar por un lado de él, esperando que no le haga nada, Roy caminó un poco rápido, y la adrenalina recorrió su cuerpo, como cuando estás en una casa del terror, y piensas que te van a asustar en cualquier momento.
Cuando Roy llegó a la puerta del baño, Yöck no se había movido, pero lo detuvo diciendo
- Sé que tú hiciste que me suspendieran... - Había odio en su voz - Mi novia me dijo que te vió salir de la dirección un día antes de que me suspendieran - Yöck se volteó para ver a Roy a los ojos, lo apuntó con el dedo índice, y dijo - Más te vale que te cuides las espaldas, cuando menos te lo esperes... - Yöck dió un paso muy fuerte hacia adelante - Yo... Yo voy a hacer que pagues - Yöck sonrío maliciosamente, manteniendo la misma mirada sobre Roy.
Roy algo asustado salió del baño, y se fue corriendo, su cara no lo aparentaba en ese momento, pero tenía mucho miedo, "¿de qué forma me hará pagar?" "¿Será capaz de hacer algo ilegal?" "¿Y si le hace algo a mi familia?". Estas preguntas invadieron a Roy, pero se calmó pensando que no podía hacer nada más que molestarlo en la escuela, "pero...¿A qué niveles podría llegar Yöck con tal de vengarse?" Fue la última pregunta que formuló Roy antes de regresar a su departamento, que no le impidió seguir pensando en que haría Yöck.
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El diario de Lum
RomanceEn esta historia, Roy, un chico que está cansado de la vida, todos sus amigos lo abandonaron y siempre pasa desapercibido, conoce a su contraparte, una persona alegre, con una actitud muy especial. Roy se ve involucrado en una aventura, que ni él m...
