Capítulo 40

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Dicen que la venganza se sirve como un plato frío, entonces si es así estoy mas que lista para disfrutarla.

Emily

Mis ojos se sientes pesados, lucho por abrirlos, pero se siente como si estuviera teniendo una parálisis justo en este maldito momento.

—Tranquila, estás fuera de peligro.— escucho la voz lejana de un hombre, como si tuviera algunos pa'l de años de más.

Apenas abro los ojos encontrándome con un señor de edad un poco avanzada, de algunos cuarenta. Su ceño se frunce. Mi mirada merodea más allá de él, observando todo el entorno, estoy en nuestro dormitorio y mierda.. siento como las lagrimas amenazan por salir, estoy a salvo.

Un dolor sordo y punzante, se encuentra en cada rincón de mi cuerpo. Intento levantarme pero es inútil, mis músculos se sientes muy tensos.

—Es inútil, sus músculos siguen tensos, el eco de los golpes se siguen sintiendo por todo su cuerpo. Lastimosamente no puedo inyectarle más anestesia.— me da una sonrisa compasiva, pero puedo sentir los nervios que emanan de él.

—¿Dónde- está... Cole?.—mi boca se siente seca.

—Él estará pronto aquí. Por cierto un placer, soy el doctor personal de la familia Torrance, me puedes llamar Rivers.—asentí.

—Hay algo que no puedo detectar.— se ajusta los lentes, mientras me mira con curiosidad.

—Solo siento dolores... en todo el cuerpo, algunos son leves.— me pregunto si Fran y Crow siguen con vida y que me perdone Dios si en verdad digo que si, porque entonces yo sería una mala mentirosa.

—No, me refiero a tus niveles hormonales... hay algo fuera de lo común.— El doctor no me mira a los ojos mientras habla, como si no quisiera encontrarse con mi mirada, puedo sentir su preocupación.

—A qué le llamas algo fuera de lo común.— trago saliva.

—Está usted esperando un bebé en camino, quizás de algunas seis o sietes semanas, algunos exámenes están en proceso.— el Doctor Rivers sigue hablando, pero su voz se desvanece y lo remplaza mis pensamientos.

Un bebé... un bebé mío y de Cole, nuestro bebé.

Sentí una verdad negada, mi mano mecánicamente se posa en mi vientre y juro por Dios que de repente  me siento más pesada.

El doctor Rivers me observa sin decir ni una sola palabra, como si supiera que cualquier palabra que saliera de su boca no sería suficiente.

—¿Pero cómo...?.— una lágrima escapa de mis ojos, mi mente sigue dando vueltas, haciendo cálculos, tratando de saber qué mierda e pasado por alto. Es cierto que yo y  Cole no hemos utilizado nunca preservativos, pero si me e tomado mis píldoras al pie de la letra, aunque.. a veces no es tan seguro.

—¿Le puedo pedir algo?.— su mirada se encuentra con la mía, haciéndome una pregunta silenciosa.

—No quiero que Cole aún lo sepa, se lo diré yo cuando esté lista.—el niega.

—No puedo, su prometido está tan demente que estoy seguro que me castraría si le oculto algo así en estos momentos.— suelta una risa irónica y nerviosa.

—Son solo unos días.— le suplico con la mirada.

—Usted tiene hasta solo dos semanas mínimo.— el doctor Rivers empieza a recoger todo en su equipaje.

—Emily!.— la puerta de abre de golpe obligándome apartar la mirada del doctor y encontrándome con un rostro preocupado, Sofía.

Peligroso Deseo +18 [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora