ALMA
— De vuelta a la misma mierda —suspiré dejándome caer en la cama con los brazos extendidos y los pies en el aire.
Cerré momentáneamente los ojos y dejé escapar un suspiro sonoro. Fuera llovía, llovía tanto que parecía que el cielo se iba a caer en mil pedazos. Apenas había echado de menos el mal tiempo de Dublín, me pasé todo el verano en Formentera con mis primas que me olvidé por momentos de la vida que me esperaba a finales de agosto.
Aquel verano fue distinto, lo viví con una intensidad desgarradora que me marcó para siempre. Acababa de cumplir diecisiete años y estaba en ese punto de mi vida en el que todo me daba igual, quería libertad y no la tenía. Mi hermana no se hablaba con mis padres, rompió la relación y nos alejó de la pequeña Aldana. Todo el peso recayó sobre mí y aunque en un primer momento quise huir, alejarme del mundo y no volver a mi vida, encontré lo bueno de ser el centro de atención.
Durante toda mi vida estuve en el punto de mira, mi nacimiento fue tan famoso como el de mi hermana. Quizás, un poco menos porque acabé siendo la segundona, todos los centros iban a Vega y yo me mantenía al margen mientras trataba de entender porque ella sí y yo no. Me costó darme cuenta que ser la segunda conllevaba tener muchos más privilegios que la primera y cuando por fin me sentí cómoda en mi posición, mi hermana se marchó. Renunció y nos dejó con un vacío enorme y me dejó a mí el peso de todo un país. Diecisiete años y perdida en la vida. Con una mano delante y otra detrás, con una sensación de vacío brutal y con mil dudas que mi madre trataba de esquivar.
Por suerte, me mandaron a Irlanda, a Dublín, para ser más exactos. A uno de los mejores internados del mundo y me mantuve dos años alejada de los focos, viviendo mi vida en libertad y sintiendo que por fin podía comportarme como una niña de mi edad. Cuarto me costó más, pero el primer año de bachillerato fue bien, por suerte era una niña bastante aplicada y sociable y desde el primer día me adapté. Hice amigas, me divertí y estudié, el sueño de toda mi vida y sin mis padres diciéndome todo el rato lo que tenía que hacer.
Escuché pasos acercarse. Apoyé las manos en el colchón y me incorporé. El ruido de las pisadas de mi madre, sus tacones repiquetearon contra el suelo, haciéndose notar y avisando de que llegaba. Mi padre la seguía, con la cabeza alta y vestido con un traje de lino en un tono gris oscuro. Mi madre llevaba un vestido rosa palo largo, fruncido por la cintura y con vuelo. Eran la pareja perfecta, ante mis ojos eran el más vivo reflejo del amor puro.
A veces las adversidades hacen estragos y ellos no lo tuvieron nada fácil, fue como si la vida les hubiera puesto a prueba. Y a pesar de todo, consiguieron hacer frente y terminaron juntos, casados, con dos hijas y todo un país bajo sus pies.
— ¡Alma! —la cantarina voz de mi madre rebotó entre las cuatro paredes de mi habitación.
— Estoy aquí —ni siquiera me molesté en gritar, ya sabían que no me había ido lejos.
— ¿Estás bien? —mi padre se sentó a mi lado, hundiendo el colchón.
Pasó un brazo por mi cuello y me dejé caer en su pecho dejándome arropar. Le admiraba, siempre tuve buena relación con ellos, a diferencia de mi hermana Vega. Para mí mis padres eran lo más importante que tenía en la vida, los había visto sufrir con la marcha de Vega, mamá apenas dormía. Y sabía que dejándome en Dublín, tan lejos de Madrid, no era para nada de su agrado. Pero siempre quisieron lo mejor para mí e ir a aquel internado fue idea mía. Solamente quería irme de España, no estaba cómoda con mis compañeros de clase, me juzgaron duramente en cuanto me cambiaron de colegio en sexto de primaria y desde entonces estuve cuatro años sola. No me llegaban a acosar, pero el vacío estaba ahí y los días se hicieron pesados y largos. Fueron cuatro años en los que tragué y tragué hasta que una tarde exploté en casa, lloré abrazada a mi padre y le pedí que por favor terminaran con aquella tortura. Mi madre me mandó a Irlanda en cuarto de la ESO y desde entonces mi vida comenzó a sonreír.
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Royal ▪︎ PAU CUBARSÍ
FanfictionALMA Creía que lo tenía todo para brillar, que el mundo estaba bajo mis pies y que era capaz de conseguir todo lo que me propusiera. Pero de la noche a la mañana mi vida cambió, le dejé entrar y desde entonces comencé a vivir una condena que acabarí...