Capítulo 38

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La victoria pertenece al más persistente.

Emily.

Mis nervios están a mil mientras me acerco a la cajera. Saco la tarjeta de crédito que me accedió Cole, mi cerebro me dice que no lo haga pero la parte irracional de mi, me dice que si.

Mi teléfono suena y sin perder tiempo lo saco de mi bolso y joder es Cole, me encuentro con algunos 7 mensajes y 10 llamadas perdida. Estoy más que segura que ya su seguridad le informó de mi salida y mi negación a que me acompañe, pero no es solo los tantos mensajes es lo que me preocupa y hace que la sangre me bombee a un lugar prohibido que no debería ponerme así, es este último mensaje.

Cole: respóndeme los mensajes ahora o te juro por Dios que cuando de contigo, te esposaré a la cama y te dejaré a allí.

—Muy buenos días señorita, en qué le puedo ayudar.— trato de mantener mi rostro relajado. Una señora de algunos 30 y tantos año me atiende.

—Buenos días. Am... necesito retirar dinero de mi tarjeta de crédito.

—De acuerdo, ¿me puede proporcionar su tarjeta, por favor?.— me muerdo los labios indecisa.

—Claro.. aquí tiene. Deseo retirar 2 millones de dólares en efectivo—mis mano se aprieta tan fuerte que puedo sentir las uñas clavándose en mi carne.

La chica toma mi tarjeta y por algunos 5 minutos sigue en la computadora, luego me mira por unos segundos. Trago saliva.

—Deme un momento por favor.— asiento. La mujer sale de la cabina.

El tiempo se hace largo mientras espero y cuando me estoy dando por vencida, aparece ella con una sonrisa en su rostro.

—Disculpe, solo nos estábamos asegurando por seguridad.

La brillante luz del sol cae desde el cielo azulado, al parecer el día se está calentando ya que el día se estaba tornando  frío, ahora el sudor corre por mi columna y niego quitarme mi abrigo de lana, de alguna forma me hace sentir segura.

Un taxi se detiene frente a mi afuera del banco y lo tomo.

—¿Donde desea ir señorita?.— me muerdo las mejillas. Me encuentro con su mirada a través del espejo retrovisor.

—A esta dirección.

Luego de unos cuantos minutos el taxi se adentra en una largo camino sin asfalto hasta llegar a una fábrica desvanecida. Me quedo por unos largos segundos mirando el lugar, puedo sentir la presión en mi corazón, un nudo y miedo indescriptible en mi interior.

—¿Está segura que es aquí?.— me pregunta el señor sacándome de mis pensamientos.

—Gracias.— le doy unas cuantas propinas y salgo de auto, en el momento que salgo del taxi, el toma su partida dejándome sola.

Mis pasos hacen eco en esta bodega al descuido, las ventanas en lo alto están cubiertas de sucio y rotas, el olor a Humedad, descomposición y oxido lo puedo percibir en todas partes con todas las maquinarias abandonadas por Dios sabe cuánto tiempo.

—Hola pequeña.— Mis ojos se cierran al escuchar la voz de mi ex padrastro. Trato de controlar mi respiración y me recuerdo que solo le entregaré el dinero para que por fin salga de nuestras vidas.

Me giro y me encuentro con el maldito cerdo que me arruinó una vez, mi corazón guarda tanto odio, quisiera verlo con un cuchillo enterrado en su garganta. Su cabello castaño está húmedo en las sienes con canas y juro por dios que aún puedo sentir su olor como aquella vez.

—¿Qué pasa pequeña? Así es como saludas a tú padre después de tanto tiempo.— la ira llena todo mi cuerpo.

—No eres mi padre Fran, hace tiempo que está bajo tierra.— mi voz sale con pura ira contraída. Una risa gruesa y asquerosa sale de su garganta.

Peligroso Deseo +18 [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora