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La experiencia que se me presentaba el tener la sangre corriendo a tal velocidad, era tan única pero me dejaba tan amarga tal cual como si estuviera bebiendo de ella

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La experiencia que se me presentaba el tener la sangre corriendo a tal velocidad, era tan única pero me dejaba tan amarga tal cual como si estuviera bebiendo de ella. Esa maldad mezclada con una furia que marcaba no era común en mi, y me asustaba. Algo extraño se formaba en mí en contra de tal cosa que me dejaba algo débil. No era yo, no estaba siendo mi ser. Tal vez porque jamás creí sentir parte de algo como lo era ahora, menos de las personas en quien tanto estaba confiando. Pero quizás el amor que le tenia, no era suficiente, pues ni disfrazándolo aguante lo que en mi vida había hecho. Sin dejar de caer tanto las gotas en el vaso, me apresuré en seguir a quien tenía en mi vista desde el momento que había cruzado la calle.

Podría llegar a ser tan extremista como cualquier otra persona, aunque no era propio de lo que me gustaba enseñar, en ese instante no pensé y solo me interesaba el encontrar la razón justa, la cual terminé desahogando de otra manera.

—¿Señorita Dohee?

Uno de los guardaespaldas pareció reconocerme a lo lejos cada que me encaminaba más a ellos. Muchos de sus hombres no llegaron siquiera a voltear para confirmar eso, solo dejándolo pasar, en cambio, mi objetivo si había sido notificado al instante de ello. Al no verme con respuesta ninguno se alertaron un poco con sus compañeros haciendo que de alguna forma intentaran detenerme. No causó diferencia sus falsas pruebas pues, sin dejar nada atrás, voltee de una sola bofetada el rostro que Yugyeom me dedicaba. Tal sonido hueco hizo que todos se paralizaran en su lugar.

A esto me refería con que mis principios siempre iban a traicionar a quienes más amaba.

Los hombres que se encargaban de protegerlo tomaron cartas en el asunto ante mi agresion tomándome de los brazos dispuestos a sacarme de ahí, sin más me solté de forma agresiva contra ellos lanzándole una mirada amenazadora. No era alguien problemática, ni tampoco grosera, pero no perdería los estribillos que tanto tiempo había cuidado para que unos hombres que ya definía como asquerosos los tumbaran al suelo. Estaba lo suficientemente perdida en lo que me había llegado que poco me interesaba de esas personas ahora.

—¿Te parece gracioso estar jugando al villano en un momento así? —Comencé hacia Yugyeom una vez los hombres me soltaron a la fuerza. Él, sin siquiera perder un rastro de su rostro serio con ahora un golpe mío, me daba la mirada que posiblemente desde ahora cambiaría para mi, porque lo que Jaebeom me había dicho, era suficiente para que algo entre nosotros simplemente se rompiera. —¿Te crees más fuerte que otros para estar intimidando a una familia que ni la culpa tiene? Porque no luces así. Me causa más repulsión tú intento de ser un gánster que tu creencia.

—Cuando me enfrente a los hombres, parecían haber sido enviados por un grupo de nombre "KimTive", el código 52 era el que lanzaron una vez me escape de ellos.

—¿Hacen esto por dinero? ¿En serio? Porque para hacerlo, les sugeriría usar códigos sin números representativos que los pudiera exponer fácilmente.

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