Zoro
Habíamos terminado otro día de entrenamiento y la tripulación parecía dispersa, ocupada en sus propios asuntos. Fue entonces cuando me dirigí a la parte trasera del barco, donde la pequeña terraza cubierta de sombra por los naranjos de Nami, ofrecía algo de privacidad, especialmente a esta hora del día.
Robin ya estaba allí, como de costumbre. Apoyada contra la barandilla, sus ojos contemplaban el mar, pero su presencia irradiaba una calma que siempre lograba hacerme sentir más relajado.
Me acerqué despacio, y al escuchar mis pasos, giró suavemente la cabeza para mirarme, una sonrisa apenas perceptible dibujándose en sus labios.
—Llegas justo a tiempo, Zoro. —murmuró Robin con ese tono suave que siempre me hacía sentir como si solo existiéramos nosotros dos.
No dije nada. Solo me acerqué a ella, y en cuanto estuve lo suficientemente cerca, sentí sus brazos envolverse alrededor de mi cuello.
Nuestros besos, al principio lentos y exploratorios, pronto se intensificaron. Había algo en estar solos, con el sonido del mar de fondo, que hacía que el mundo exterior desapareciera. Solo estábamos Robin y yo.
Perdí la noción del tiempo mientras la besaba. Sus labios, suaves y cálidos, me atrapaban en una sensación de deseo que era difícil de ignorar. De repente, sentí cómo sus labios se deslizaban desde los míos hasta mi mandíbula y luego, lentamente, bajaban por mi cuello. Los besos se volvieron más lentos, más deliberados, y pronto sentí una pequeña mordida, seguida de otra, y luego una tercera. Un ligero escalofrío recorrió mi cuerpo, y aunque la sensación me gustaba más de lo que quería admitir, supe que no podíamos seguir así.
—Robin… —murmuré, tratando de que mi voz sonara firme mientras sus labios continuaban explorando mi cuello.— No deberías hacer eso.
Robin se detuvo por un momento, y aunque no pude verla, sentí la sonrisa en su rostro antes de que respondiera.
—¿No te gusta? —preguntó en un tono divertido, claramente disfrutando de la situación.
—Sabes que no es eso. —dije, finalmente logrando mirarla a los ojos.— Pero si alguien ve las marcas, van a empezar a preguntar. Y no creo que quieras que se enteren así.
Ella se rió suavemente, su risa resonando en la quietud de la tarde.
—No es justo, Zoro. —replicó, ahora apoyando su frente en mi hombro.— Yo tengo que pasar una semana entera usando ropa sin escote porque tú me dejaste marcas por todo el pecho.
Sonreí, recordando ese momento. Fue una situación diferente, en una isla remota, lejos de las miradas curiosas de nuestros compañeros. Robin, sin embargo, no parecía estar tan preocupada como ahora.
—Eso fue distinto. —dije, aunque sabía que no había forma de que ella cediera en esto.
Robin solo levantó la cabeza para mirarme directamente. Luego, sin previo aviso, me atrajo hacia ella de nuevo, su boca encontrando la mía en un beso que dejaba claro que no tenía intención de detenerse por un simple detalle como ese.
Los minutos pasaron mientras nos manteníamos así, atrapados en nuestra burbuja, ignorando el mundo exterior. Era como si todo lo demás pudiera esperar, como si en esos momentos, solo importara lo que sentíamos el uno por el otro. Hasta que escuchamos un sonido lejano, una voz que poco a poco se hacía más clara.
—¡Zoro! ¡Zoro! ¿Dónde estás?
Me aparté rápidamente, mis sentidos volviendo al presente. Era Chopper, su voz sonaba desde algún lugar cercano en la cubierta. Robin también se enderezó, componiendo su expresión habitual como si nada hubiera pasado.
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Fragmentos Zorobin
ФанфикшнConjunto de "one shots" y pequeñas situaciones casuales sin demasiado desarrollo sobre el ship Zorobin.
