Capítulo 44

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—Oh, ¿la señorita es quien asesinó a esa gente? —gritó Fran con sorpresa mientras yo me quedé mirando tranquilamente a la maestra Rima.

Entonces, la maestra Rima se rio con una mirada que parecía preguntarse si Fran era idiota.

—Nunca lo he hecho. Tú eres quién mata a la gente.

—Yo soy la que soltó el veneno, pero al final, fuiste tú quien los mató.

Mientras murmuraba un "Debe de estar loca...", la maestra tiró de mí y empezó a atarme las muñecas con cuerdas.

—Shuelina es ahora una asesina que huyó por propia voluntad. Fran, ahora eres un cómplice y ya estás involucrada. ¿Qué crees que debes hacer si quieres vivir?

—¿Eh? ¿que...que debería hacer? —Preguntó Fran en voz baja y cara de susto.

—Difundir rumores de la hija adoptiva del Gran Duque entró en la casa con una maldición, y que la gente está muriendo por su culpa.

—¿Maldición...?

—Y unos días después, testificarás que encontraste una botella de veneno en su habitación.

A pesar de que Fran estaba temblando por todas partes, la maestra Rima comenzó a amenazarla. No fue hasta que oí la amenaza que me di cuenta de por qué la maestra había estado viendo sólo a la gente que no le gustaba.

Al final, era para echarme la culpa de matar gente.

<Si la orden de deportación se emite mientras no estoy, nadie me buscará.>

Mis muñecas estaban atadas con tante fuerza que tenía una sensación de hormigueo. Ahora que había escuchado todo lo que quería, ya no quería perder más tiempo.

< ¡Debería llamar a papá!>

Intenté abrir la boca y gritar tan fuerte como pudiera antes de que me pusiera la mordaza, pero la puerta se abrió primero.

—¡ShuShu!

—¡Cómo te atreves a llevarte a mi hija!

El Gran Duque, Windert, Delane y Sir Hiloran irrumpieron con expresiones frías y se abalanzaron sobre la maestra como un rayo.

<No podían aguantarte más...>

Oí todo lo que debía escuchar de todos modos y ya era hora de llamar por ayuda, así no fue algo malo.

El gran duque se abalanzó sobre la maestra Rima y la tomó por el cuello totalmente enloquecido y con la respiración entrecortada.

Como resultado, la mordaza que debía ponerme cayó al suelo.

—¡ShuShu! ¿Estás bien?

—¡La muñeca de la dama!

Mientras el Gran Duque y Delane se ocupaban de la maestra, Windert y Sir Hiloran corrieron inmediatamente hacia mí.

—......Voy a matarte. —Windert apretó los dientes, mientras desataba la tela que me ataba fuertemente las muñecas.

[Chica traductora: Ya díganme quien es el Ml, porque yo los shippeo!!! Ayudaaaaaaaa!]

De lo apretadas que estaban, mis muñecas enrojecieron y se hincharon en ese corto periodo de tiempo.

—Debí de haberla matado en cuanto te hizo llorar.

—......¡Cómo se puede matar a alguien por llorar!

Me alegré al ver que Windert examinaba cuidadosamente mi muñeca con rostro de preocupación. Tenía mi boca magullada, pero mi corazón estaba realmente triste.

Nadie me quiere a excepción de los villanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora