Y aquí acabamos, le suelto por fin en el bar de cada viernes. ¿Cómo? Me cuestiona, pero ya no le escucho pues me estoy yendo de la vida, de él, de mí. La realidad, ahora, cobra sentido y, además, se marcha la tristeza, se evapora. Quiero decir, esta salta de mi cuerpo y el mundo comienza a girar y a gritar y puedo estallar y que me oigan. Porque el cielo deja de llorar y yo dejo de sufrir. Vuelvo a rozar con la yema de los dedos la libertad, tan pura. Caminando me voy de la oscuridad, el aire cálido se instala en mi corazón y he saltado del precipicio, pero no me suicido, sino que floto. Los pies se mueven solos, pues se impulsan sin querer hacia la cima. Qué sé yo dónde está o cuál es. Qué sé yo lo que estará pasando allá dentro, solo siento que siento. Simplemente me paseo lamiéndome los recovecos tan vacíos de las paredes de mi habitación. Sé, con certeza, que minutos atrás he puesto la semilla del amor propio y que nacerá, crecerá y florecerá. Porque, aunque parezca desolador, me he quitado un hueco de encima.
Querrá una explicación, presupongo sintiéndome cada vez más liviana. Voy sin rumbo. Ni te imaginas las noches que he llorado gritando en silencios llenos de heridas que sangraban sin detenerse. Pero el punto final de toda aquella historia lo acabo de escribir justo en este instante. Ni poner comas ni pasar de página ni cerrar el libro. Solo se trata de abrir la libreta antigua, encerrada en un cajón, y dejar que brote del caparazón todo el dolor para después poder regresar. Para ser una misma otra vez. Entonces, vuelvo a revivir la escena, dramática e irreal, en mi cerebro sin pausa y en un bucle infinito apreciando cada detalle por más imperceptible que sea. Deteniéndome, soy consciente, recreo todos los recuerdos que vivimos juntos que unidos forman nuestra historia. Frunzo el ceño, se arruga mi alma. Suspiro hasta que toda la miseria, de nosotros, se escapa por la boca.
Estamos, ahora, en la realidad, sentados, uno enfrente del otro, en nuestro bar de confianza. Me guiña un ojo y, acto seguido, me invita a que suelte el bombazo.
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Burlando el tiempo
RomanceTodo se inició en un acto de valentía y de fe, en su mirada. No estoy hablando de amor sino de una ilusión óptica: nunca lo llegué a conocer, bueno, en cierto modo sí, solo una parte, pero muy parcial y nunca fue profundamente. Intenso... ni lo sé...