3 - Los Dioses Antiguos.

2.8K 376 41
                                    

Daemon tenía ocho años cuando fue presentado formalmente en la corte. Aunque ya lo habían visto antes en banquetes anteriores, esta vez fue diferente: el banquete fue preparado en su honor, para celebrar su octavo cumpleaños y su presentación formal. La sala del trono estaba adornada con guirnaldas de flores y estandartes de la casa Targaryen, mientras que los músicos tocaban melodías festivas que resonaban en las altas bóvedas del gran salón.

Daemon, vestido con ropas finas de seda y brocados, no lo admitiría, pero disfrutó de la atención que toda la corte le brindó. Le habían traído y enviado regalos maravillosos desde todas partes del reino: joyas, armas, libros y hasta un halcón de caza. Incluso el frío Norte había enviado un presente, ya que la lejanía del viaje les había impedido asistir. Aegon, su padre, se sintió insultado, pues el banquete y torneo en honor de su hija se había anunciado con suficiente anticipación, pero Rhaenys, su Muna (tia), se encargó de calmarlo, recordándole que la lealtad de los norteños no estaba en duda.

Daena, había entrado al salón del brazo de su hermano mayor, Maegor, quien ya era al menos tres cabezas más alto que ella. Maegor, con su porte imponente y su mirada severa, contrastaba con la delicadeza de Daena, quien había heredado el físico agraciado de sus antepasadas femeninas: un cuerpo que en unos años se llenaría de curvas y una estatura baja que la hacía parecer aún más joven de lo que era.

Aenys, ya estaba sentado en la mesa cuando entraron sus hermanos menores. De inmediato, el sabor de los celos se instaló en lo profundo de su estómago. Aun así, sonrió falsamente cuando los hermanos reverenciaron a su padre y luego se unieron a él en la mesa real. Maegor se sentó a su lado, seguido por Daena. Aenys, a su vez, estaba sentado al lado de su madre. En el centro de la mesa, Aegon ocupaba su lugar como rey, y al otro lado, Visenya, seguida de la comitiva Velaryon.

Con molestia, Aenys se dio cuenta de que Alyssa Velaryon no dejaba de mandarle miradas y sonrisas. Él simplemente fingió que no veía nada; no quería que su padre confundiera alguna de sus miradas con algo más que molestia. Si bien la chica era bonita, no se comparaba con la belleza de su hermana. Con disgusto, enterró esos pensamientos. Su hermana aún era una niña de ocho días del nombre, que no sangraría hasta dentro de varios años, mientras que él ya era un hombre de uno y ocho días del nombre. Era inapropiado pensar así sobre su hermana.

Mientras los sirvientes comenzaban a traer los primeros platos del banquete, un murmullo recorrió la sala cuando el joven heredero del Dominio, un muchacho de no más de catorce días del nombre, se levantó y se dirigió hacia Daena. Aenys alzó una ceja al verlo.

—Mi princesa —dijo el joven heredero con una voz nerviosa pero firme—, ¿me permite tener su primer baile?

Por la expresión de su padre, Aegon estaba dispuesto a mandar a cortarle la cabeza al joven por su osadía al invitar a su amada hija a bailar, pero Daena se adelantó en responder, con una sonrisa encantadora.

—Mi señor, lamento decirle que ya he prometido mi primer baile —dijo de manera "lastimera", como si de verdad le doliera negarse.

De inmediato, Maegor frunció el ceño y preguntó:

—¿A quién?

—A ti, querido hermano, ¿no lo recuerdas?

—¿A mí? —preguntó confundido. Nunca había pedido el primer baile de su hermana; lo tenía pensado, pero no lo había hecho.

Daena miró a su hermano con ojos asesinos. El heredero miró entre ambos hermanos, y la joven princesa tuvo que golpear a su hermano por debajo de la mesa. De inmediato, Maegor reaccionó:

—Ah, es verdad, a mí.

—Ya ve, pues, mi señor, pero estaré encantada de otorgarle mi segundo baile —dijo Daena. El joven heredero se retiró derrotado, pero con la promesa de al menos un baile.

La Joya Del Reino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora