El sol se hundía lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos carmesí y dorado. Las majestuosas pirámides de Giza, testigos milenarios de la historia humana, proyectaban largas sombras sobre la arena del desierto. En este escenario de belleza antigua y mística, se preparaba el acto final de una batalla que había durado eones.
El hombre del desierto, aún sosteniendo el objeto de poder en sus manos, se encontraba en el centro de un vórtice de energía que crecía por momentos. La arena a su alrededor comenzó a levitar, cargada de una magia tan antigua como el tiempo mismo. El aire crepitaba con electricidad estática, y el vello de la nuca de todos los presentes se erizó ante la inminente liberación de un poder inimaginable.
De repente, un rayo de oscuridad pura, coronado por un halo de luz blanca cegadora, se disparó hacia el cielo. El beam atravesó las nubes, que se arremolinaron formando un vórtice colosal, y pareció alcanzar las estrellas mismas. Los planetas, alineados en una conjunción cósmica que ocurría una vez cada milenio, brillaron con una intensidad sobrenatural.
El campo de batalla, antes definido por las líneas claras entre la luz y la oscuridad, se sumió en el caos. Guerreros cambiantes de forma emergieron de las sombras proyectadas por las pirámides, sus cuerpos fluctuando entre formas humanas y bestiales. Los defensores del disco solar, sorprendidos por esta nueva amenaza, se reagruparon rápidamente, sus armas brillando con una luz que parecía emanar de la esencia misma de la creación.
En medio de la confusión, un guerrero vestido de blanco inmaculado se lanzó hacia el objeto. Su armadura reflejaba la luz del atardecer y el resplandor sobrenatural del rayo oscuro, convirtiéndolo en un faro de esperanza en medio del caos. Con una determinación nacida de siglos de preparación, extendió su mano hacia el artefacto.
El momento en que sus dedos rozaron el metal fue eléctrico. Una descarga de energía recorrió su cuerpo, y por un instante, pareció que la victoria estaba al alcance de su mano. Una sonrisa de triunfo se dibujó en su rostro, iluminado por el resplandor del objeto.
Pero la alegría fue efímera.
En el mismo instante en que el guerrero de blanco tocó el artefacto, una sombra oscura se elevó de él, como si fuera un ser vivo que hubiera estado esperando este preciso momento. La sombra envolvió al guerrero en un abrazo mortal, y ante los ojos horrorizados de ambos bandos, el defensor de la luz cayó al suelo, su cuerpo inerte y su armadura antes brillante ahora opaca y sin vida.
El silencio que siguió fue ensordecedor. El objeto, liberado de las manos del guerrero caído, brillaba con una intensidad renovada sobre la arena del desierto, como si se burlara de los esfuerzos de aquellos que buscaban controlarlo.
De entre las filas de los combatientes, emergió una figura imponente. Su cabeza, la de un chacal, se alzaba orgullosa sobre hombros humanos, una representación viviente de Anubis, el antiguo dios egipcio de la muerte y el más allá. Con pasos deliberados, se acercó al objeto.
El hombre chacal se inclinó y recogió el artefacto con una reverencia que hablaba de un conocimiento profundo de su verdadero significado. Sus ojos, oscuros y profundos como pozos sin fondo, recorrieron el campo de batalla, observando a amigos y enemigos por igual.
Con una voz que parecía provenir de las profundidades de la tierra, el hombre chacal habló: "Este poder no pertenece a ninguno de nosotros. Lo protegeré hasta el regreso de su verdadero amo. Que los cielos y el inframundo sean testigos de este juramento."
Con estas palabras, el hombre chacal desapareció en un remolino de arena, llevándose consigo el objeto de poder y dejando tras de sí un campo de batalla en silencio, lleno de guerreros atónitos y confundidos.
Pero la historia no terminaba ahí. A lo largo de los siglos que siguieron, la influencia de los Tenientes de las Sombras se extendió como un veneno sutil por el tejido de la historia humana. Desde las sombras, estos seres manipularon eventos, influyeron en líderes y desencadenaron conflictos que definirían el curso de la civilización.
Las grandes guerras mundiales, revoluciones que cambiaron el mapa geopolítico, conflictos que dividieron naciones y enfrentaron a hermanos contra hermanos... detrás de cada uno de estos eventos trágicos, la mano invisible de los Tenientes de las Sombras guiaba los hilos del destino. Su objetivo: mantener a la humanidad en un estado de caos constante, debilitada y dividida, preparando el terreno para el regreso de su verdadero amo.
Mientras tanto, el objeto de poder permanecía oculto, su ubicación conocida solo por unos pocos elegidos que lo protegían a través de las generaciones. Su energía latente esperaba el momento adecuado, la conjunción perfecta de eventos cósmicos y terrestres que permitiría que su verdadero potencial se desatara una vez más.
Y así, a través de los siglos, la batalla entre la luz y la oscuridad continuó, adaptándose a nuevas eras y nuevos campos de batalla, pero siempre girando en torno al misterioso objeto de poder y aquellos destinados a buscarlo, protegerlo o destruirlo.
En algún lugar del mundo moderno, una pantalla de ordenador se iluminó, mostrando un programa astronómico que calculaba la próxima alineación perfecta de los planetas. La cuenta atrás para el próximo acto de este drama cósmico había comenzado.
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Shadowborne Chronicles
AdventureEn un mundo donde las sombras ocultan secretos milenarios, Aria, una joven huérfana con una misteriosa conexión con las estrellas, descubre poderes que no sabía que poseía durante una rara alineación planetaria. Guiada por el enigmático Umbriel, se...