Krieger es el piloto más dominante de Fórmula 1.
Es conocido por ser despiadado y letal al conducir; razón por la que ha sido 5 veces campeón del mundo.
Pero su reinado se verá amenazado con la llegada de un misterioso piloto que al parecer, es el ú...
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Lo que había ocurrido en la mansión de Augusto había perturbado a todos de maneras inexplicables, y por eso, mi padre nos llevó a una de sus antiguas casas que ahora estaba abandonada y que se encontraba en medio de varios campos de flores en Italia, lo que nos daría claridad y calma a la hora de pensar en nuestro siguiente movimiento.
La cabaña estaba llena de polvo, los muebles estaban muy viejos y el pequeño jardín muy descuidado, pero aún así tratamos de adaptarla para que todos se sintieran como en casa, aunque muchos de nosotros ya no teníamos una propia.
—Espero que nadie se haya apropiado de esta casa después de mi ausencia —dijo mi padre, mientras movía un buró de la puerta hasta la ventana.
—¿Por qué nunca conocí este lugar? —inquirí con una sonrisa.
—Porque era mi lugar favorito en el que podía pensar cuando había mucho estrés en la fábrica.
—Es lindo.
—Han pasado muchos años desde que no se usa. Perdió su encanto y ahora solo es viejo y está lleno de telarañas.
Suspiré.
—Aún así, me alegra conocer esta parte de ti.
Otra vez empecé a sentir una presión en el pecho que me provocó lágrimas. Mi padre, quién había estado “muerto” hasta hace poco, apareció repentinamente entre los secretos más oscuros de Augusto. Pensar en eso me revolvía el estómago, pero me ponía intensamente feliz.
—¿Qué pasa, princesa? —Me abrazó y recargué mi cabeza en su pecho con la intención de ocultar mis lágrimas.
—Esto parece un sueño…
—Puede parecerlo, pero es real. Yo estoy aquí y no me iré nunca más.
—Quisiera creerlo.
—Estoy aquí, Lilith y no me iré.
Me aferré a su cuerpo con fuerza, como si temiera que se desvaneciera, como si todo fuera un sueño y estuviera a punto de despertar.
—Estoy seguro de que tienes muchas preguntas, así que… puedes hacerlas. Responderé todas.
Respiré hondo y me limpié las lágrimas. Después, me llevó hasta la sala en donde nos sentamos.
—¿Augusto en serio te dejó encerrado en ese lugar todos estos años?
Asintió.
—¡¿De verdad?!
—Lo hizo, y a pesar de eso, no cedí ante la presión.
—Debió ser difícil.
—Lo fue, pero lo único que me mantuvo vivo fue el recuerdo de mis dos niñas. Tenía que seguir viviendo por ustedes.