—No quedará nada cuando yo haya dado cuenta de esto —dijo Theo con
una jovial sonrisa.Wickham hizo una leve inclinación hacia él.
—Si hubiera sabido que estaba aquí, señor Bridgerton, habría triplicado
las raciones. ¿Quiere que le prepare un plato?—No, no —repuso Theo haciendo un gesto con la mano sana—. Iré
enseguida, eh… tan pronto como acabe este artículo.—Dígamelo si necesita algo más —dijo el mayordomo y salió del salón.
—Aaaaahh —gimió Colin tan pronto como dejaron de oírse los pasos de
Wickham por el corredor—. Maldic… perdón, caramba si duele.Neville cogió una servilleta de la bandeja.
—Ten, vamos a reemplazar ese pañuelo. —Le quitó el pañuelo, fijando los ojos en la tela para no mirar la herida; no entendía por qué, pero eso no le afectaba tanto el estómago—. Me parece que tu pañuelo ha quedado
inservible.Theo se limitó a cerrar los ojos y negar con la cabeza. Neville fue lo
bastante lista para entender que eso quería decir «no me importa». Y también tuvo la sensatez de no decir nada más sobre el tema. Nada peor que un Omega hablando sin parar acerca de nada.Siempre le había caído bien Neville, pero ¿cómo era que nunca antes
se había dado cuenta de lo inteligente que era? Ah, sí, si alguien se lo hubiera preguntado habría dicho que era inteligente, pero la verdad es que nunca se había tomado el tiempo para pensarlo.Pero le estaba quedando claro que era muy, muy inteligente. Y creyó
recordar que su hermana le dijo una vez que Neville leía muchísimo.
Y probablemente sabía discernir también.—Creo que ya sale menos sangre —estaba diciendo ella envolviéndole la
mano con la servilleta limpia—. De hecho, estoy seguro, aunque sólo sea
porque ya no me siento tan mareado al mirar la herida.Ojalá él no hubiera leído su diario, pensó, pero puesto que ya lo había
leído…—Ah, Neville —dijo, y le sorprendió el titubeo que notó en su voz.
Neville levantó la vista para mirarlo.
—Perdona, ¿te estoy apretando muy fuerte?
Por un momento Theo no hizo otra cosa que pestañear. ¿Cómo era
posible que nunca se hubiera fijado en lo grandes que tenía los ojos? Sabía
que eran castaños, claro, y… No, pensándolo bien, si quería ser sincero
consigo mismo, tendría que reconocer que si esa mañana se lo hubieran
preguntado no habría sido capaz de decir de qué color tenía los ojos.
Pero algo le dijo que no lo volvería a olvidar.Neville le aflojó un poco la venda.
—¿Está bien así?
Él asintió.
—Gracias. Lo haría yo, pero es la mano derecha y…
—No digas nada más. Esto es lo mínimo que puedo hacer después de… después de… Miró ligeramente hacia un lado y él comprendió que iba a volver a
disculparse.—Neville —empezó otra vez.
—¡No, espera! —exclamó él.
Sus ojos oscuros relampagueaban de… ¿podría ser pasión? No la clase
de pasión con la que él estaba más familiarizado; pero había otros tipos de pasión, ¿verdad? Pasión por aprender. Pasión por… ¿la literatura?
—Debo decirte esto —dijo él, apremiante—. Sé que fue una intrusión imperdonable la mía al mirar tu diario. Simplemente estaba… aburrido… esperando… y no tenía nada que hacer, y entonces vi la libreta y sentí curiosidad.Él abrió la boca para interrumpirlo, para decirle que lo hecho ya estaba
hecho, pero a Neville le salían las palabras a borbotones y curiosamente se sintió impelido a escuchar.—Debería haberme alejado tan pronto como vi qué era, pero en el
instante en que leí una frase tuve que leer otra. ¡Theo, fue maravilloso! Fue
como si yo estuviera allí. Sentí el agua, supe exactamente a qué temperatura estaba. Fuiste muy ingenioso al describirla así. Todo el mundo sabe exactamente cómo está el agua en la bañera media hora después que se ha llenado.Por un momento Theo no pudo hacer otra cosa que mirarlo. Nunca había
visto tan animado a Neville, y era extraño, y estupendo, en realidad, que
toda esa animación se debiera a su diario.—¿Te… te gustó? —preguntó al fin.
—¿Si me gustó? ¡Theo, me fascinó! Me…
—¡Aaay!
En su exaltación, Neville le había apretado con demasiada fuerza la mano.
—Ah, perdona —dijo él sin inmutarse, y continuó—: Theo, de verdad
tengo que saberlo, por favor. ¿Cuál era el peligro? No soportaría quedarme con ese suspenso.—No fue nada —dijo él, modestamente—. La página que leíste no era una parte muy emocionante.
—No, era principalmente descriptiva —convino él—, pero la descripción
es muy elocuente y evocadora. Lo veía todo. Pero no… ay, Dios, cómo explicar esto.Theo descubrió que estaba impaciente por saber qué intentaba decir él.
—A veces —continuó él por fin—, cuando uno lee una descripción, ésta
es… ay, no sé… objetiva, fría aséptica, incluso. Tú haces cobrar vida a la isla.
Otras personas podrían llamar cálida o tibia al agua, pero tú la relacionas con algo que todos conocemos y entendemos. Me hizo sentir como si estuviera allí, con los dedos de los pies metidos en el agua, a tu lado.Theo sonrió, ridículamente complacido por el elogio.
—¡Ah! Y antes que lo olvide, hay otra cosa brillante que quería
comentarte.Bueno, Theo ya sabía que estaba sonriendo como un idiota. Brillante,
brillante, brillante. Qué palabra más bonita.Neville se inclinó ligeramente hacia él y continuó:
—También comunicas al lector cómo te relacionas con el paisaje o
entorno y cómo éste te afecta. Se transforma en algo más que simple
descripción porque vemos cómo reaccionas.Theo sabía que era buscar cumplidos, pero no le importó mucho y
preguntó:—¿Qué quieres decir?
—Bueno, si miras… ¿puedo ver el diario para refrescarme la memoria?
—Sí, claro —dijo él, pasándoselo—. Espera, déjame buscar la página.
Cuando él la encontró, Neville pasó la vista por las líneas hasta encontrar la
parte que buscaba.—Aquí. Mira esta parte sobre cómo te recuerda que Inglaterra es tu tierra.
—Es extraño cómo viajar le hace eso a una persona.
—¿Le hace qué a una persona? —preguntó Neville, con los ojos agrandados por el interés.
—Hace valorar la propia tierra —contestó Theo en voz baja.Neville lo miró a los ojos, los de Neville serios, interrogantes.
—Y sin embargo sigues deseando marcharte.
Theo asintió.
—No puedo evitarlo. Es como una enfermedad.
Neville se rió, y su risa sonó inesperadamente musical.
—No seas ridículo. Una enfermedad es dañina. Está claro que tus viajes
te alimentan el alma. —Bajó la vista a su mano y con sumo cuidado le levantó la servilleta para examinarle la herida—. Está casi mejor —dijo.—Casi —convino él.
En realidad sospechaba que ya se había detenido la sangre, pero no
quería que acabara la conversación. Y sabía que en el instante en que él
hubiera acabado de atenderlo se marcharía.No creía que Neville deseara marcharse, pero sabía que lo haría. Pensaría que era lo correcto, y tal vez creería también que eso era lo que él deseaba.
Nada podía estar más lejos de la verdad, le sorprendió comprender.
Y nada podría haberlo asustado más.

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Seduciendo a Mr. Theodore Nott
FanfictionAbril está casi sobre nosotros, y con ello una nueva temporada social aquí en Londres. Las Madres Ambiciosas pueden ser encontradas en tiendas de vestido, todos a través de la ciudad con sus queridas Debutantes, impacientes por comprar aquel el vest...