CAPITULO 11

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Pero volver la página era algo totalmente diferente.
Alargó la mano y la retiró bruscamente. No, eso no era correcto. No debía leer su diario. Bueno, no más de lo que ya había leído.

Por otro lado, estaba claro que ése era un escrito que valía la pena leer.
Era un crimen que Theo se lo guardara para él. Los escritos deberían celebrarse, compartirse. Deberían…

—¡Anda, vamos, por el amor de Dios! —masculló en voz baja.
Alargó la mano y la puso en el borde de la página.

—¿Qué haces?

Neville se giró bruscamente.

—¡Theo!

—Yo mismo —ladró él.

Neville retrocedió. Nunca lo había oído hablar en ese tono. No se lo
había imaginado ser capaz.

Él atravesó la sala a largas zancadas, cogió el diario y lo cerró.

—¿Qué haces aquí?

—Estoy esperando a Genny—logró decir Neville, con la boca repentinamente reseca.

—¿En este salón?

—Wickham siempre me hace pasar aquí. Tu madre le dijo que me tratara
como si fuera de la familia. Eh… yo… él… eh… —cayó en la cuenta de que se
estaba retorciendo las manos y se obligó a parar—. Hace lo mismo con Harry, porque él y Ron son tan buenos amigos, aunque yo también lo soy de ellos. Eh… lo siento. Creí que lo sabías.

Él arrojó despreocupadamente el diario sobre un sillón y se cruzó de
brazos.

—¿Y tienes la costumbre de leer las cartas personales de los demás?

—No, desde luego que no. Pero estaba abierto y… —se interrumpió y
tragó saliva al darse cuenta de lo feo que sonaba la disculpa nada más salir de su boca—. Este es un salón —masculló, pensando que de alguna manera tenía que acabar su defensa—. Tal vez deberías haberlo llevado contigo.

—Donde fui —dijo él entre dientes, todavía visiblemente furioso con Neville —normalmente uno no lleva un libro.

—No es muy grande —dijo Neville, pensando por qué, por qué, por qué,
seguía hablando cuando era tan evidente que había obrado mal.

—Por el amor de Dios —explotó él—. ¿Quieres que diga la palabra
«orinal» en tu presencia?

Neville sintió arder las mejillas; las tendría de un rojo subido, seguro.

—Será mejor que me vaya. Por favor, dile a Genny…

—Me iré yo —dijo él, prácticamente en un gruñido—. Me voy a mudar
esta tarde, en todo caso. Igual podría irme ahora mismo, ya que es tan obvio que te has apoderado de la casa.

Neville nunca había pensado que las palabras pudieran causar dolor
físico, pero en ese momento habría jurado que acababan de enterrarle un
cuchillo en el corazón. Hasta ese momento no había comprendido lo mucho que significaba para él que lady Nott Weasley le hubiera abierto su casa.

Ni cuánto le dolería que a Theo le molestara su presencia ahí.

—¿Por qué tienes que hacerme tan difícil pedir disculpas? —soltó,
siguiéndolo cuando él fue al otro lado de la sala a recoger el resto de sus cosas.

—¿Y por qué, dime, debería hacértelo fácil? —replicó Theo.

No lo miró al decirlo, ni siquiera detuvo sus pasos.

—Porque eso sería lo que siempre haces.

Eso le captó la atención. Se giró a mirarlo, sus ojos tan relampagueantes
de furia que Neville retrocedió un paso. Theo era el simpático, el acomodadizo. No se enfadaba, no se descontrolaba.

Seduciendo a Mr. Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora