Leah

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A pesar de que viera como de capullo se comportó Adam conmigo besando a otra en aquella fiesta no te creas que hice las maletas y me refugié en casa de mis padres otra vez. Tenía el orgullo herido, pero no las narices de plantarme de nuevo bajo el mismo techo que había compartido con mis padres.
Saboreé un poco más el poco tiempo que me iba a quedar en aquella casa, lo que suponía tener recuerdos nuestros en cada rincón que inundaban mi mente.

No habíamos pasado ni medio año viviendo juntos... ¿Y ya estaba saliendo con otra chica? ¿Es que yo era una idiota y no lo había visto venir? Estaba claro que se estaba cansando de mí y por eso había ido a lamerse la heridas en otros brazos...
O era eso o yo era tonta. Una de dos.

Era una mañana tranquila cuando me llamaron del estudio donde fui a "dar pena borracha", menos mal que no me dio por llenarme un poco más de tinta en la piel... Me confirmaron que podía empezar cuando quisiera, pero que a ver si les impresionaba con mis dotes de diseño de tatuajes. En cuanto tuve la noticia en lugar de comentárselo a Adam, que no estaba en casa para variar, llamé a mi amigo de toda la vida, Lean.
Estábamos tan contentos por mí que quedamos en una cafetería a tomar algo.
Aunque ninguno de los dos era muy de café. Así que, terminamos yendo a nuestro restaurante favorito de toda la vida donde ponían las mejores hamburguesas del barrio.
Había que celebrarlo por todo lo alto y que mejor sitio que ese para hacerlo brindando nuestros botellines de cerveza con limón.

Hablando un poco de esto y de lo otro, excepto, de lo sucedido esa noche, comentamos donde podríamos irnos de aquella ciudad. Hacer un viaje con tu mejor amigo sería genial, así que, estuvimos barajando ideas. Y cómo no, terminamos decantándonos por Las Vegas. Total, no nos podía ocurrir nada del otro mundo. ¿O sí?
Seguro que ese viaje me hacía conectar más con mi amigo. Y era obvio que eso iba a pasar.

Lo que no era tan obvio es lo que me encuentro cuando llego a casa, ropa tirada por los suelos... Dando un anticipo de lo que estaba ocurriendo al otro lado de la pared. Cuando lo veo, se me parte el corazón, Adam, en la misma cama que habíamos compartido incontables noches, estaba haciéndole el amor a otra.
A la de cabellos platinos de la fiesta.
Y encima la habitación apestaba a alcohol...
El recuerdo doloroso me persiguió hasta que salí por la puerta de la casa que me vio enamorada de ese hombre que me había cambiado por otra en tan poco tiempo...

Había sido tan idiota como para no saber que se estaba viendo con otras chicas todo ese tiempo que se iba a las fiestas, a pinchar música o a hacer lo que le saliera de la santa gana. Seguro que ella tenía dinero y sería una modelo de la Victoria's Secret que lo había encandilado con sus encantos y lencería de encaje que había visto tirada por los suelos.

Ese mismo día le cogí la moto. No era la primera vez que me montaba en ella, pero, sin echar la vista atrás, escapé de esas paredes que me habían visto suspirar por él...

Mi conquista sobre ruedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora