Pero cuando uno tiene mi edad puede hacer casi todo lo que se le
antoja.
—Me gustaría saber —musitó Neville— qué «no» puede hacer uno a
su edad.
—¿Qué? —preguntó lady McGonagall mirándola.
—Ha dicho que uno puede hacer «casi» todo lo que se antoja.
Lady McGonagall la miró incrédula y luego esbozó una sonrisa. Theo se
sorprendió sonriendo también.
—Me gusta —le dijo lady McGonagall, apuntando a Neville como si fuera
una especie de estatua a la venta—. ¿Le he dicho que me gusta?
—Creo que sí —repuso él.
Lady McGonagall miró a la cara a Neville y con una máscara de absoluta seriedad le dijo:
—Creo que no podría salir impune del asesinato, pero eso podría ser
todo.
Neville y Theo se echaron a reír al mismo tiempo.
—¿Eh? ¿Qué es tan divertido?
—Nada —logró decir Neville.
Theo, por su parte, ni siquiera logró eso.
—No es nada —insistió lady McGonagall—. Y me quedaré aquí
fastidiándolos toda la noche hasta que me digan qué es. Y créanme si les digo que no es eso lo que desean que haga.
Neville se limpió una lágrima del ojo.
—Es que yo acababa de decirle —dijo, indicando a Theo con un gesto de
la cabeza— que probablemente él saldría impune de un asesinato.
—¿Eso le dijo? —musitó lady McGonagall, golpeteando ligeramente el suelo con el bastón, como si se rascara el mentón considerando una pregunta muy profunda—. ¿Sabe?, creo que podría tener razón. Hombre más encantador no creo que haya visto Londres jamás.
Theo arqueó una ceja.
—Vaya, ¿por qué será que no creo que haya dicho eso como un
cumplido, lady McGonagall?
—Pues sí que es un cumplido, zoquete.
—En cuanto opuesto a «eso» —dijo Theo a Neville—, que está muy
claro que sí es un cumplido.
Lady McGonagall sonrió de oreja a oreja.
—Declaro —dijo (o con toda verdad declaraba)— que este ha sido el
momento más divertido que he disfrutado en toda la temporada.
—Encantado de agradecerlo —dijo theo con una llana sonrisa.
—Este ha sido un año especialmente aburrido, ¿no le parece? —comentó
lady McGonagall a Neville.
Neville asintió.
—El año pasado fue un poco tedioso también.
—Pero no tanto como éste —insistió la anciana.
—A mí no me lo pregunte —dijo Theo afablemente—. He estado fuera del
país.
—Humm, supongo que va a decir que su ausencia es el motivo de que
hayamos estado tan aburridos.
—Ni lo soñaría —repuso Theo con su encantadora sonrisa—. Pero claro,
si la idea se le ha pasado por la cabeza es que debe de tener un cierto mérito.
—Humm. Sea como sea, me aburro.
Theo miró a Neville, que parecía esforzarse por mantenerse muy, muy quieto, presumiblemente para aguantar la risa.
—¡Haywood! —exclamó de repente la anciana, haciendo un gesto a un
caballero de edad madura—. ¿No estaría de acuerdo conmigo?
Por la cara regordeta de lord Haywood pasó una fugaz expresión de terror, pero cuando le quedó claro que no podía escapar dijo:
—Procuro tomar por norma estar siempre de acuerdo con usted.
—¿Es pura imaginación mía o los hombres se están volviendo más
sensatos? —le dijo lady McGonagall a Neville.
Neville se limitó a hacer un evasivo encogimiento de hombros. Theo
decidió que era un omega muy juiciosa.
Haywood se aclaró la garganta, cerrando y abriendo rápida y
enérgicamente sus ojos azules.
—Esto… eh… ¿con qué exactamente estoy de acuerdo?
—Que la temporada es aburrida —suplió Neville amablemente.
—Ah, señorito Longbbotom —dijo él, en tono algo fanfarrón—, no le
había visto.
Theo miró distraídamente a Neville y alcanzó a verla estirar los labios
en una sonrisita mal lograda.
—Aquí, a su lado —masculló Neville en voz baja.
—Sí, aquí —dijo Haywood jovialmente—, y sí, la temporada es
mortalmente aburrida.
—¿Alguien ha dicho que la temporada es aburrida?
Theo miró a la derecha. Un hombre y dos damas acababan de unirse al
grupo y estaban expresando entusiastas su acuerdo.
—Tediosa —musitó una de ellas—. Horriblemente tediosa.
—Nunca había asistido a una ronda de fiestas más banales —declaró la
otra dama exhalando un afectado suspiro.
—Tendré que informar a mi madre —dijo Theo entre dientes.
Sí que se contaba entre los hombres más acomodadizos, pero claro,
había ciertos insultos que no podía dejar pasar.
—Ah, no me refiero a esta reunión —se apresuró a enmendar la mujer—.
Este baile es verdaderamente la única luz brillante en una cadena de reuniones por lo demás oscuras y tétricas. Vamos, justamente iba a decir…
—Pare —le ordenó lady McGonagall—, antes que se atragante con su pie.
La dama se apresuró a callarse.
—Es curioso —musitó Neville.
—Ah, señorito Longbbotom —dijo la dama que había estado en
reuniones oscuras y tétricas—. No la había visto.
—¿Qué es curioso? —le preguntó Theo, antes que otro pudiera decirle lo nada notable que encontraba.
Neville le hizo una leve sonrisa de agradecimiento y pasó a explicar su
comentario:
—Es curioso cómo los miembros de la alta sociedad se entretienen
comentando lo poco entretenidos que están.
—¿Qué quiere decir? —preguntó Haywood, con cara de perplejidad.
Neville se encogió de hombros.
—Simplemente que creo que muchos de ustedes lo pasan extraordinariamente bien hablando de lo aburridos que están.Su comentario fue recibido con silencio. Lord Haywood continuó con su expresión de perplejidad, y a una de las damas debió entrarle una mota de polvo en el ojo, porque parecía no poder hacer otra cosa que pestañear.
Theo no pudo evitar sonreír. No encontraba que el comentario de
Neville fuera un comentario tan terriblemente complicado.
—Lo único interesante que se puede hacer es leer el Whistledown —dijo
la dama que no estaba pestañeando, como si Neville no hubiera hablado.
El caballero que estaba a su lado manifestó su acuerdo con un murmullo.
Y entonces lady McGonagall empezó a esbozar una sonrisa.
Theo se alarmó. La anciana tenía un destello raro en los ojos. Una
expresión aterradora.
—Tengo una idea —dijo ella.
Alguien ahogó una exclamación. Otro gimió.
—Una idea brillante.
—Y no es que no sean brillantes todas sus ideas —musitó Theo con su
voz más afable.
Lady McGonagall lo hizo callar agitando la mano.
—¿Cuántos verdaderos misterios hay en la vida?
Nadie contestó, así que Theo aventuró:
—¿Cuarenta y dos?
Ella ni se molestó en mirarlo, ceñuda.
—Os digo a todos aquí y ahora…
Todos se le acercaron más. Incluso Theo. Era imposible sustraerse al
dramatismo del momento.
—Todos sois mis testigos…
Theo creyó oír mascullar a Neville: «Dilo de una vez».
—Mil libras —dijo lady McGonagall
Aumentó el número de personas congregadas alrededor.
—Mil libras —repitió ella, aumentando el volumen de la voz. La verdad, tenía dones innatos para estar en un escenario—. Mil libras…
De repente todo el salón estaba en reverente silencio.
—… a la persona que desenmascare a lady Whistledown.

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Seduciendo a Mr. Theodore Nott
FanfictionAbril está casi sobre nosotros, y con ello una nueva temporada social aquí en Londres. Las Madres Ambiciosas pueden ser encontradas en tiendas de vestido, todos a través de la ciudad con sus queridas Debutantes, impacientes por comprar aquel el vest...