No supe ver el momento en que todo empezó a desmoronarse.
¿Qué nos pasó? Nos queríamos tanto y, de repente, no.
Las ilusiones y las promesas que nos hicimos acabaron en el aire siendo nada...
Estábamos tan enamorados que no escuché el llamado de emergencia.Adam se pasaba más tiempo fuera de casa, supuestamente, por el gimnasio o porque tenía que pinchar en fiestas a las que le invitaban.
Yo no me iba a quedar atrás, amigas no conocía, pero tenía a Lean y pensé en escribirle un día que estaba en la casa sola.
Me arreglé como el pibón que era, con unos taconazos y un vestido verde botella. Me maquillé, no muy discreta, y me puse los labios de rojo fresón.
Esa noche salía sí o sí, había llamado a Lean para hablar un rato e íbamos a quedar en una discoteca que acababa de abrir hace poco. Las casualidades de encontrarme con Adam eran nulas.
Pero el Destino podía hacer de las suyas. ¿No?Salimos y quedamos a tomar algo en un bar para hablar sobre la vida, esto y lo otro. Me pedí una cerveza y nos trajeron algo de picar también. Hablamos de nuestras carreras, y salieron anécdotas para contar de cuando íbamos al instituto. Cuando vimos que estaba atardeciendo, porque estábamos fuera en la terraza, decidimos que ya íbamos a tirar a la discoteca. ¿Probabilidades de encontrarme con Adam? Pocas entre un millón.
No íbamos muy achispados, pero tampoco dejábamos de hablar por los codos. Le conté de todo un poco, cómo me iba con la carrera, que estaba mirando posibles estudios de tatuajes donde trabajar, y salió el tema peliagudo de convivir con otro chico que no era él.
A lo mejor me había lanzado a la piscina, y fue una decisión muy arriesgada lo de irme a vivir con Adam... Estaba ilusionada y enamorada de él, pero tenía que reconocer que a veces se mostraba distante conmigo o llegaba tarde de las fiestas, en las que, hacía de DJ. Esa preocupación que tenía se la transmito a mi amigo Lean mientras esperábamos en la cola para entrar a la discoteca. Me dice que para cualquier cosa va a estar ahí y que tengo su número si necesito hablar con un amigo. Que las parejas son pasajeras pero los amigos son eternos. Y que razón que tenía.
La cola avanza y entramos al local, decorado con luces de neón, parecía muy urbanita en tonos azules y tenía que admitir que molaba el ambiente. Sonaba música electrónica que salía del equipo técnico de sonido y que te hacía ponerte a bailar. Como veíamos que no estábamos muy sintonizados nos dirigimos a la barra libre y me pido un mojito, mientras que, Lean se pide un ron cola y lo vamos compartiendo porque se lo ponen en una copa bien grande.
Poco a poco nos vamos soltando y pasamos un buen rato bailando y haciendo el tonto en la pista de baile. Me lo estoy pasando muy bien con Lean, tendría que salir más con él y me lo anoto mentalmente. Los amigos hay que disfrutarlos y conservarlos mientras dure esa amistad.
Eso se me pasa por la cabeza cuando, veo a alguien muy parecido a Adam que tiene sus manos alrededor del cuello de una chica muy menuda y guapa de cabello rubio platino. Puedo confirmar que es él por esos ojos verdes bosque tan peculiares que tiene. Le lanzo una mirada furtiva desde donde estoy pues se les ve muy pegados. Intento disfrutar de la fiesta pero ya no es lo mismo, cómo no. Me descolocaba verle bailando con otra que no fuera yo. Le digo algo a Lean y me lo llevo a la barra de nuevo, necesito más alcohol para soportar al capullo de mi "novio" que está por ahí restregándome los bailecitos que hace con otra.
Se me pasa por la cabeza que podría ser una amiga, y que está igual que yo pasando bien un rato ahí, pero con lo pegados que estaban... Un momento, está sonando una canción un poco más lenta, están demasiado juntos sus cuerpos. Desde este lado de la barra puedo verlos perfectamente, parece que le dice algo al oído y la otra se ríe. Sus rostros están a escasos centímetros, no puede ser, ¿van a... besarse? Eso me lo confirma cuando se inclinan hacia delante y lo veo, está besando a otra. Y lo hace con los ojos abiertos mientras me mira desde lejos. Adam 1, Leah 0. El marcador apunta hacia él.
No quiero que me vea llorar, es imbécil y ya, pero, con los ojos anegados en lágrimas, le pido un tequila al barista. Que le den.
Después de pedir unas rondas de whisky con Lean se me ocurrió hacer lo que nunca pensé que haría estando borracha. Entrar a un estudio de tatuajes y dar tanta pena que al día siguiente recibiría una llamada para una posible entrevista. Y arrepentirme de haber bebido tanto.
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Mi conquista sobre ruedas
Teen FictionAdam es ese chico de ojos claros que va en moto a todos lados, estudia por las mañanas y pincha música por las noches en las mejores fiestas que realiza la universidad. Leah es esa chica que le encanta diseñar tatuajes, estudia Diseño Gráfico y quie...