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Todo se escuchaba lejano...

La música, las personas conversando, el sonido de las copas que chocaban entre sí, las risas. 

Aquel lejano bullicio le hacía sentir peor.

Estaba mareado, sus ojos veían su alrededor distorsionado. Su rostro estaba caliente, el resto de su cuerpo también.

Era como estar ebrio sin haber bebido una sola gota de alcohol.

Aquella fecha siempre empeoraba su salud, pero... esta vez era diferente.

Había algo inusual, no podía decir con certeza que era, pero estaba seguro de ello.

Necesitaba alejarse de todos, necesitaba un lugar donde descansar.

Camino sin rumbo por el pasillo, apoyando sus manos en la pared para no perder el equilibrio.

Finalmente encontró una puerta, tomó la perilla, la giró y cayó hacia el interior.

Al otro lado de la casa, en el piso inferior los gritos, aplausos y risas resonaron por toda la sala.


-¡FELICIDADES!

-¡Gracias, chicos! -dijo América con una brillante sonrisa- ¡Gracias a todos por venir a celebrar mi cumpleaños! ¿Quién quiere pastel?

-¡Tres hurras por el cumpleañero!


Todos exclamaron alegres al unísono, mientras América comenzaba a cortar y servir el pastel. Japón se acercó para ofrecer su ayuda, argumentando que el cumpleañero debía disfrutar de la fiesta en lugar de estar sirviendo a otros.


-Gracias, Japón... Ahora, si me lo permites regresaré en un momento.

-¿Eh? ¿No comerá pastel?

-Por supuesto que lo haré, es solo que hay algo que necesito buscar primero.

-De acuerdo -aceptó Japón algo confundido- Me aseguraré de guardarle una rebanada de pastel.

-¡Qué sean dos! ¡Una grande y una pequeña, por favor!


Diciendo aquellas palabras, América se adentro rápidamente entre la multitud.

Miraba a su alrededor, siendo constantemente detenido por aquellos que deseaban felicitarlo y tras intercambiar un breve saludo con ellos, retomaba su búsqueda.

Al poco tiempo vislumbro cerca a un hombre con larga cabellera rubia y un elegante traje.


-¡Hey, Francia!

-¡Salut, mon ami! Es una gran fiesta la de esta noche, todos estamos pasando un grato momento. España, Prusia, Alemania y yo estamos por comenzar un juego de tragos ¿Acaso el cumpleañero nos deleitará con su compañía?

-Lo siento, creo que paso.

-Comprendo, no sería bueno que la estrella de la noche termine ebrio tan pronto.

-Sí... sobre eso... ¿Has visto a Inglaterra? Pensé que estaría bebiendo con ustedes.

-¿Ese gruñón de cejas grandes? No, no lo he visto. Ni siquiera sabía que estaba aquí. Me parece poco propio de él venir a felicitarte personalmente.

-Lo sé, pero nuestros jefes quieren que reforcemos las relaciones entre nuestras casas. Mira por allá, mi jefe está conversando con los miembros de la familia real que venían acompañando a Inglaterra.

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