19. Qué queee

16.4K 1.4K 888
                                    

THEA

Estaba en la habitación de Erik.

Eran las tres de la mañana, un día de semana y estaba en la habitación de Erik.

Él abrió la puerta y me dejó entrar, pero en lugar de seguirme, me dijo "aguarda aquí" y bajó por las escaleras. Así que aquí estaba, sola, en su habitación, en la madrugada, sin una idea de qué clase de planes tenía él para que nosotros "matáramos el sueño".

Escrutiné todo su cuarto en lo que aguardaba por él. Las cortinas estaban echadas y la ventana cerrada, pero cuando pasé cerca de esta pude sentir la brisa fría del invierno. Aquí, al menos, el calor se mantenía. Su cama, de plaza y media, estaba deshecha pero solo apenas, como si se hubiera echado un rato y luego levantado. Tu teléfono se cargaba sobre su mesa de noche y en su escritorio había una taza con un té por la mitad que ya debía de estar frío, porque sabía que él solía prepararse uno justo después de las cenas.

Sobre el sillón de ruedas descansaba Baltasar, impávido.

-A lo mejor quiere jugar al parchís -sugerí-. ¿Tú qué crees? -El gato no respondió-. Sí, tienes razón. -Me acerqué para acariciarlo y él cerró los ojos y ronroneó en respuesta-. Ya parezco una loca, hablando contigo. Pasar tiempo con él me ha arruinado la cabeza.

Continué mirando a mi alrededor. La habitación de Erik, a diferencia de la mía, estaba plagada de objetos personales. Sus bibliotecas y mesas estaban llenas de chucherías de las cuales algunas ni siquiera sabía para qué servían. Libros, cajas, muñecos de acción, papeles enrollados. Había un cajón abierto repleto de DVD's con películas de las últimas décadas, como si él no tuviera internet y una portátil para ver lo que quisiera online. Reconocí algunos juguetes de Oliver sobre el escritorio y, abierto casi al final, el libro que yo le había dado hacía un tiempo. Como señalador, había una nota de papel que tomé.

Dorothea:

Me alegra saber que estoy presente en tu cabeza lo suficiente como para verme cada vez que lees sobre el villano de esta historia. Puedo entender el parecido, puesto que es el personaje más interesante de toda la historia. Los personajes principales eran insípidos, predecibles y sin un poco de carisma, así que empatizo con él. Yo también habría querido arruinarles la vida.

Mi conclusión para esta reseña: No tan bueno como la novela del conde Gorgorovich, pero interesante. Me dormí un par de veces, pero sé que tienes mejores recomendaciones.

-¿Acaso soy su asistente, para estar recomendándole libros? -le pregunté al gato.

Luego, recogí un bolígrafo de tinta naranja de la lata de bolígrafos que tenía en su escritorio y dejé una respuesta debajo de su nota.

Querido Erik:

Siento hostilidad en tus palabras. Creo que ya dejamos de ser desconocidos cuando decidimos dar el gran paso de formar un club de lectura, así que te pido que me escribas acorde a nuestro tipo de relación. Me gustaría que tus cartas comenzaran con un "querida Thea".

Para tu suerte, el libro del conde Gorgorovich, "Noches de amor eterno y melodías solitarias", tuvo tanto éxito que el autor decidió escribir una secuela donde hay viajes en el tiempo y todavía más agujeros de trama. A ese libro no le fue tan bien, pero sacó un tercero y un cuarto, porque ante todo, es un hombre comprometido con su arte.

P.D: ¿Por qué tardas tanto?

Cerré el libro para que no viera mi respuesta en cuanto entrara. Menos de un minuto después, él estaba cruzando la puerta con un tarro enorme de helado en su mano y dos cucharas incrustadas. Su camiseta negra ahora estaba arremangada y, no me había dado cuenta antes, pero bajo sus pantalones de pijama sus pies estaban descalzos. Estaba tan distraído señalándome los sabores que ni siquiera se dio cuenta de que me había quedado mirándolo de arriba a abajo.

Enredos del corazónWhere stories live. Discover now