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Se preguntará por qué tanta confianza, que qué le ha impulsado a escribirte esta persona tan reprimida y extraña, como les gusta decirme muchos, pero es que le quería hacer un favor, un favor extraño, y para no confundirte quiero ponerte en sintonía ¿no crees? por eso me animé a escribirte esto, porque no a cualquiera le cuento mi historia. Te haré abrir los ojos y a no cometer el mayor error de tu vida. Me odias, lo sé, pero también sé que algún día me lo agradecerás.

Como decía, recién llegado de Goyang, trabajé aquí en Seúl, en un bar ubicado en el centro. Tenía un espacio para una pequeña presentación, componía mis canciones, las ensayaba y me paraba enfrente de un micrófono a cantar. Muy diferente a aquellos "shows" de karaoke, que aquí entre nos, me parecen una mierda. Gente borracha sin talento con un público escandaloso. No gracias. Lo que hacía era más tranquilo, más íntimo. Sólo el público y yo, con la luz baja y un reflector apuntándome, no había nada que me hiciera más feliz.
La clientela no era para nada escasa, venían turistas de todo el mundo, eso hacía más importante para mí salir a la pista. Los habitantes de los barrios cerca al bar eran los más irritantes, daban ganas de sacarlos a patadas, sólo iban a la zona a molestar a los comediantes, solistas y bandas que se presentaban en las noches.

No es por alardear pero merecía más reconocimiento, lo que hacia era relajante, llegador, no como ese tal Baekhyun. Su show parecía un circo, Chanyeol con su guitarra y él con su voz de escuela. Hacían payasadas antes y después de subirse al escenario, contando chistes estúpidos y haciendo caras raras, en serio era desesperante.
Aun creo que él fue quien le dijo al jefe que modificarán mi presentación, por venganza a ese día que se cayó mi bebida en sus plantones y así tuvo que presentarse. Según Yifan, el extranjero que administraba el bar, mi show aburría. Estoy seguro que Baekhyun lo convenció meneándole el culo para decir esas cosas, siempre lo quiso más a él. Es el precio de tener alma de cantante y no de puta.
Me tranquilicé y me convencí que no sería tan malo hacerle alguna modificación, era mi única opción aceptarlo si no quería que me despidieran.

Al show le agregaron un bailarín, yo en el micrófono mientras compartía el reflector con alguien más ejecutando pasos de baile. La idea no fue del todo mi agrado, pero tenía que hacerlo si le quería callar la boca a Baekhyun, demostrarle que soy mejor y ni con sus juegos sucios iba a poder derribarme.
Contrataron a un chico chino, Yixing. Era bien parecido y excelente bailarín, demasiado asustadizo pero bueno en lo que hacía.
Pero a pesar de todos sus atributos, en los ensayaos no había ensamble con mi voz y sus pasos, o se adelantaba o atrasaba, o tenía que llevar un ritmo más lento o más rápido. Yifan decía que teníamos que desarrollar la chispa, o lo que sea que quiso decir con eso. Y con la excusa de los miles de ensayos, nunca logré entenderme con Yixing, nunca logré desarrollar eso que decía Yifan.
El día del debut, el chico chino no se presentó. Había viajado el día anterior a China porque su madre estaba enferma. Y sinceramente para mí aquello fue un alivio, pero Yifan nos arriesgó y contrató a otro bailarín con 1 hora de anticipación. El suplente, Jongin, tenía que ser bueno si iba a improvisar en el escenario, cosa que dudaba y me ponía los pelos de punta. Jongin en esa época no pasaba de los 19 años, un año menor que yo, y a pesar de aparentar más notabas su edad en su sonrisa juguetona y porte de niño mimado. Cuando comenzó el show traté de concentrarme menos en Jongin y más en la música, la cual creo un ambiente abrazador en cuanto empezó y abrí la boca. Tenía los ojos cerrados, no sabía que pasaba allá afuera, no sabía que era lo que estaba haciendo el moreno, pero en algún punto tuve la necesidad de abrir los ojos para encontrarme directamente con un cuerpo moviéndose con gracia y exactamente al ritmo que yo iba. Le miré perdido, casi embobado, perdido en aquel que también me miraba, en aquel que también lo sentía y me sonreía, provocándome, provocando al publico. Se iba acercando mientras bailaba, lo sabía por el repentino cambio de calor en mi cuerpo y estaba seguro que me había rozado más de una vez a propósito. Sintiendo la excitación y sabiendo que era incapaz de controlarlo, terminé la canción así como nuestro contacto visual con un jadeo imperceptible, y estoy seguro que escuché más de un suspiro por parte del público, para después ser recibidos con una ola de aplausos interminable. En cuanto bajé del escenario con prisa y el corazón latiendo como si hubiera corrido un maratón, sentí una mano envolviendo mi muñeca y arrastrarme a los baños del fondo del bar.
Los aplausos aún seguían cuando Jongin me tomó con fuerza y me acercó a él con aquella mirada intensa que me dejó con la garganta seca, para terminar lo que habíamos empezado. Nos besamos con frenesí y tocamos con desesperación, Jongin estaba exasperado, sus ojos ardían en deseo y si él se encontraba en ese estado yo estaba peor. Con los aplausos resonando en mi cabeza y estoy seguro que también en la suya, llegamos hasta el final, juntos.

Después estuvo sin hablarme no sé cuantos días, muerto de pena por el incidente en los baños aquella noche. Los meseros lo habían notado y no desperdiciaban ni un segundo en molestarlo a la hora de los ensayos conmigo y en solitario, pues Jongin había gustado tanto al público que Yifan y sus colegas decidieron darle un solo, que lo presentaba al rededor de las 12:00 cuando el local estaba lleno, antes de las bandas y después de los comediantes. Pensé que eras un chico de tetas Jongin, que decepción, le decían los empleados en cuanto se cruzaba por el bar. Lo molestaban tanto que tuve de decirle a Yifan que calmara a esas perras. Pero a parte de sacarme canas, aquellos comentarios ofensivos despertaron un poco mi curiosidad. Tal vez le saqué un poco de información a Minseok, un chico pálido y cabellos chocolate que trabajaba de mesero. Mencionó algo sobre las ex novias de Jongin, que por un momento me hizo sentir poderoso, me hizo sentir domador de heterosexuales y en aquel tiempo donde mi autoestima estaba en los suelos me lo elevó cinco niveles más.
En el escenario seguíamos acomplandonos, encajábamos como piezas de rompecabezas, pero no era lo mismo, lo sentía distante, frío. Sus movimientos no eran tan sueltos, se sentían forzados y calculados, no como el chico espontáneo y coqueto de aquella noche. Me sentía un poco culpable por tener algo que ver con eso y lo entendía, empezar a dudar de su sexualidad debía ser duro, pero podría superarlo.

El segundo encuentro fue por coincidencia, también fue la primera vez que lo vi en otro lugar que no fuera el bar. Era diciembre y recuerdo estar escondido bajo varias capaz de ropa, con la nariz y las puntas de los dedos heladas. Me dirigía un mini-super a comprar huevos. Estaba cocinando un postre que llevaría al otro día a casa de mis padres en Goyang para celebrar las fiestas, con mi hermano mayor y su esposa. No pasaría toda la noche con ellos, mi madre solo me permitía estar unas horas con la familia ya que mi padre y yo no teníamos buena relación. No quiero que arruines nuestra noche familar, Kyungsoo, decía. Así que en lugar de pasar la noche en casa de mi padres, en la que alguna vez viví, tenía que quedarme en un motel cerca o regresar a Seúl en la madrugada. Linda familia, ¿cierto?
Como decía, en la acera, a un lado de las puertas corredizas, había un cuerpo largo sentado con bolsas de plástico descansando a su lado. Estaba encendiendo un cigarro cuando me topé con su mirada. Pensaba seguir mi camino pretendiendo que no existía cuando me jaló de la muñeca y obligó a sentarme junto a él. Miré al frente sin tener la valentía de mirarlo a lo ojos intensos. Recuerdo que se rió de mi actitud, cosa que hizo indignarme más. Hizo un comentario acerca de mi inocente aspecto y ganas de escupirle en el rostro no me faltaron.
Terminé comprando toda la despensa a parte de los huevos que necesitaba. Me ayudo a cargar las bolsas hasta mi departamento.
Para no hacer esto más tedioso de lo que ya es, tuvimos sexo, sexo puro, sin condón ni vergüenzas. Él encima de mí dejándome totalmente inmóvil y muerto en deseo. Y yo sabía, estaba seguro, que iba a ser la segunda ocasión de muchas más.

Pero como buen chico de clóset, la ley de hielo regresó. El hijo de puta dejo de hablarme como por 1 mes. Estaba enojado, mucho, nunca nadie me había hecho sentir como un objeto tan descaradamente. Ahí es cuando entendí que había sido cosa de dos noches y ya, que era un idiota por ilusionarme y pensar a largo plazo.
En el escenario seguía resistiéndose, notaba el miedo en sus ojos de dejarse llevar por la música, por mi voz, y esa resistencia suya jodió mi orgullo, porque lo confieso, Jongin me gustaba y mucho. Pero era inutil, él seguía tan profesional, tan en lo suyo que al cabo de un tiempo me di por vencido.

Me sorprendí la mañana que lo encontré fuera del bar, borracho y con una flor descuidada en la mano, pidiendo perdón a gritos, hipidos y lagrimas, diciendo que ya no soportaba el martirio de quererme.
Dicen que los artistas no se deben enamorar, pero yo al amor nunca le di la espalda, tal vez por eso terminamos tan jodidos.

La agonía del cantante. (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora