1. Violet.

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Un Compromiso roto.


Inclino la copa de vino hacia mis labios y tomó un sorbo generoso. La dulzura del vino choca con la salinidad, estallando en mi paladar. Me encuentro cenando en uno de los restaurantes más distinguidos del Sur de EE. UU, si es que a eso se le puede llamar cenar, pues desde que habían llegado no hemos pedido nada del menú, solo tres copas de vino. Justo sentado al frente tengo Ryan Lermann, Vestía un esmoquin azul oscuro, tan perfectamente ajustado que cada línea y contorno parece haber sido esculpidos a medida para él. Su estatura, de un metro setenta y seis, le confiere una elegancia natural, su cabello café siempre ligeramente peinado, La mandíbula cuadrada marcada y decidida, su nariz con un arco recto y ancho, le da un perfil clásico y sus ojos negro.

— ¿Pedimos algo del menú, Violet?

— ¿Cómo? —respondo distraída, sin prestar atención a sus palabras.

— ¿Quieres que pidamos algo del menú?

Sacudí la cabeza.

—Lo siento, Ryan, pero no. Solo te cité hoy aquí porque necesito hablar contigo sobre nuestro compromiso —índico con seguridad resonando en cada palabra. —De verdad lo siento, pero no quiero casarme contigo.

Me observa, por un instante y luego la copa de Vino que reposa sobre la mesa, antes de responder:

— ¿Estás borracha?

—No, no estoy borracha, y lo que te acabo de decir es lo correcto. No quiero casarme contigo —digo colocando el anillo sobre la mesa, al alcance de su mano dentro de su estuche, aquel que me había entregado hace un año cuando nos comprometimos en este mismo restaurante.

—Lo siento, pero no me casaré contigo. Estoy rompiendo nuestro compromiso.

Tomo mi abrigo y me levanto de la silla.

— ¿Me estás tomando el pelo? —responde visiblemente enojado.

Con un movimiento brusco, se gira y me toma de la muñeca.

—No, no te estoy tomando el pelo —repliqué, intento liberar mi muñeca de su agarre. Tiene la mirada perdida, desencaja, pero su agarre no se aflojo; al contrario, me sujeta con más fuerza.

— ¿Estás saliendo con alguien más, verdad? —pregunta, su voz teñida de furia.

Lo miro, arqueando una ceja.

— ¿Con otra persona? ¿En serio estás preguntando eso? —Reí con ironía —No se trata de otra persona. Ryan, somos incompatibles. Una relación se construye sobre la confianza, la lealtad, el trabajo en equipo y el amor. Ninguna de esas cosas las tenemos tú y yo. ¿Acaso no te has dado cuenta? —le digo mirándolo fijamente. —Además, solo me quieres a tu lado para fusionar nuestras empresas y convertirte en el CEO, y eso nunca sucederá. ¿Me crees tan ingenua que no sé lo que buscas? —gruño.

Él replicó con sarcasmo. —Así que crees que el amor, la confianza y la lealtad son la base de una relación —Suelta una carcajada. —Qué ingenua eres. No tienes idea de lo que quiero.

Lo miro, furiosa por cada palabras que acaba de pronunciar, y entonces le respondí. — ¿Crees que no sé lo que haces con tu secretaria? ¿O que no sé qué frecuentas burdeles casi todas las semanas? Eso sin contar las innumerables cosas que sé sobre ti, imbécil. —exclamo intento liberar mi muñeca una vez más, pero no me suelta; solo aprieta más fuerte. Estábamos causando una escena en el restaurante cuando se acercó el camarero.

—Buenas noches, ¿está todo bien aquí? —preguntó con cautela.

Miré a Ryan, quien se distrajo por un momento con la llegada del camarero. Aproveché para tomar la copa de vino y se arrojársela en la cara. Siento cómo su mano se aflojo de mi muñeca. Miré al camarero, que se queda sorprendido.

Cruzando Fronteras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora