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A la mañana siguiente, visiblemente molesta, la sultana Minyung le otorgó permiso para salir del palacio con el sultán.

Lo arreglaron de modo más recatado al normal, su cuerpo iba bien cubierto hasta el cuello y llevaba un velo sobre su cabeza, aretes, pulseras y varios anillos. Jimin, que iba a su lado en el carruaje, también lucia muy elegante, enfundado en un traje completamente negro con detalles en dorado y una larga capa roja sujetada de su hombro izquierdo. Más apuesto que nunca.

Cuando entraron al hospicio el sultán le tendió la mano para ayudarlo a bajar.

El edificio estaba construido en roca y era gigantesco. La puerta de madera era tan grande como la puerta principal del palacio que Jungkook solo había visto dos veces, al entrar hace tres meses y al salir hoy.

Por dentro la edificación formaba un perfecto cuadrado, justo frente a la puerta, cruzando el patio, había una especie de templo, era el primero que Jungkook veía de tremendas dimensiones, a los costados una de las secciones era visiblemente más alta que su contraparte. "Ahí debe ser donde descansa la gente" pensó. Efectivamente eran las habitaciones, dividida para omegas, otra para alfas y una más para niños.

Del otro lado cruzando el patio la edificación era de un solo piso y estaba bordeada de arcos de piedra gigantes. El omega pudo vislumbrar muchas personas ahí dentro.

Ambos se detuvieron en el centro del patio que era solo de tierra, Jimin, que no había soltado su mano desde que bajaron del carruaje señalo al frente.

—Ese es el templo, se hacen ahí los rezos, está seccionado en varias capillas internas para diferentes deidades.

—¿Cómo así?

—Hemos recibido gente de todos lados y no todos creen en los mismos dioses.

—¿Y a las personas no les molesta?

—No hay muchas opciones, todos lo saben. En la parte trasera hay un salón de artes, casi todos aquí son artesanos de distintas disciplinas.

—Allí, —señaló el lado derecho y el más grande. —Son las habitaciones y la zona inferior es la escuela, enseñan a los niños lo necesario. Y por allá —dijo señalando al lado contrario. —Es el comedor y la cocina, detrás, en los jardines traseros, hay criaderos y sembradíos, cosechan su propia comida.

Justo entonces un montón de pequeñas cabezas se asomaron entre los arcos, unos veinte niños y niñas salieron del comedor corriendo en su dirección.

Jungkook vio impresionado como el sultán saludaba a todos los pequeños y le entregaba una moneda a cada uno.

—Su majestad, su majestad, ¿ha venido a ver al profesor Ken? —dijo con entusiasmo un niño que lucía mayor al resto.

—Así es, necesito hablar con él.

—Sultán, dicen que pronto habrá guerra, ¿es eso cierto? —preguntó un niño más pequeño, de unos 9 años. —Si lo es, lléveme con usted, le ayudaré a conquistar esas tierras mi señor.

Jimin sonrió. —Es muy noble de tu parte Kota, pero aún eres muy joven, si cuando seas mayor sigues queriendo ayudarme, te volveré mi soldado personal.

Entonces todos los niños comenzaron a saltar y gritar "¡Yo quiero!" Claro que Jungkook era consiente que el sultán lo había dicho medio enserio medio en broma, la guerra y la conquista eran difíciles, muchos morían, aunque el botín fuera grande. Pero eran niños y el sultán podría decirles que los unicornios eran reales si ellos le preguntaban.

Una pequeña niña de cabello platinado se acercó a Jungkook y jalo sus ropas. Jungkook se inclinó a su altura y respondió cuando ella le preguntó su nombre: —Yo soy Jungkook. ¿Cuál es tu nombre?

el sultán 𓍢 ִֶָ  jikook Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt